Por Javier Chumacero/Noticaribe Peninsular
PLAYA DEL CARMEN. – Aún sin una instrucción oficial, las personas no pueden estar en la playa. “Llega una tricimoto y te saca”, advierte Ezequiel, un turista sudamericano varado por falta de vuelos. Es mediodía y el muelle de la avenida Constituyentes cerró su reja.
El calor pareciera que es de verano. Pocos vehículos. La Quinta Alegría languidece al ritmo del Covid-19. Sólo la venta de computadores, teléfonos y alcohol sobrevive.
Pareciera que los playenses y los pocos visitantes han respetado el confinamiento. En la playa de El Recodo, dos trabajadores municipales recogen el pasto marino que ha recalado en la duna costera.
Un solitario amante del café disfruta su bebida en medio de mesas vacías. En el muelle, ni los “sombrilleros” ilegales llegaron. Una chica pasea por la playa y tres o cuatro turistas se toman la foto del recuerdo.
“Nosotros salimos a hacer las compras y venimos aquí, pero la señora que vende sombreros ya nos dijo que la policía te saca. Mejor nos regresamos a la casa a continuar el confinamiento”, narró Ezequiel.
Nadie ha alquilado una bicicleta. El mar disfruta de su soledad y la fuerza pública manda a salir del océano a algunos bañistas por los turistas por los rumbos del parque Fundadores.
Ya son pocos los negocios abiertos en la Quinta Avenida. Farmacias, souvenirs y tiendas de conveniencia. Las cadenas hoteleras instaladas en esa zona mantienen cerradas sus puertas.
“Veo que aquí todavía les permiten salir. En mi país, les ponen una multa si lo hacen”, comenta el turista varado.