Hugo Martoccia
La elaborada estrategia electoral de Andrés Manuel López Obrador para 2024 genera una constante ida y vuelta de proyecciones que impacta en los estados. Un ejemplo local: en 2022, la 4T se movió para sacar de la competencia por la gubernatura a Roberto Palazuelos, el único que podía hacerle sombra a Mara Lezama. Para la elección del año que viene la consigna parece ser la opuesta: cómo hacer que Palazuelos forme parte de la Cuarta Transformación.
Para entender esa dinámica hay que volver al inicio de todo el proceso, que es la reforma electoral que impulsó el Presidente. Cuando aquella reforma constitucional de fondo fracasó, AMLO propuso el llamado Plan B, que tenía un calado legal menos profundo pero aun así llegaba al fondo de algunas cosas, por ejemplo, limitar el papel de los organismos electorales, abiertamente opositores a MORENA.
Fracasado ese plan, AMLO habló de un Plan C, que quedó un poco difuso. La variante fundamental de ese plan es ganar la elección presidencial (algo que se da casi por descontado) pero también tener el control total del próximo Congreso, un problema nada menor.
La primera forma de operar ese Plan C, que está en marcha, es hacer un análisis estado por estado y distrito por distrito, para encontrar la mejor forma de ganar en cada lugar, y dividirse allí donde hiciera falta o hubiera los votos suficientes para ser primera y segunda fuerza.
Un ejemplo. En Quintana Roo, donde la 4T tiene la opción de arrasar, se considera un error dejarle una senaduría a la oposición PAN-PRI-PRD, cuando se pueden ganar las tres. ¿Y cómo ganar las tres? Simple, ganar las dos de mayoría con la alianza 4T, y la primera minoría con un desprendimiento del propio proyecto.
Se habla de alguna combinación electoral que podría ser MORENA-PVEM en alianza y por otro lado el PT con una candidatura fuerte. La primera gana la elección, y el otro partido queda segundo. Lo mismo se haría en los distritos para diputaciones en los casos en que hiciera falta. En el ejemplo que se puso, la 4T lograría 4 diputados federales, 3 senadores en el estado, e incluso dejaría un buen arrastre para las plurinominales. Un triunfo más que contundente.
Con esa estrategia, creen que podría lograrse o quedar muy cerca de la mayoría calificada en 2024. Eso es lo que se conoce como el Plan C, o al menos una parte de ese plan.
Los nuevos acuerdos
El problema de ese Plan es cómo vender una figura supuestamente opositora con colores parecidos a la 4T. Para ello, en los últimos días AMLO parece haber encontrado la salida con Movimiento Ciudadano.
La sintonía del Presidente con el gobernador de Nuevo León, Samuel García, parece ir por ese lado. Hay una coincidencia entre ambos partidos de que una candidatura presidencial de Samuel podría terminar con el proyecto Xóchitl Gálvez, candidata del Frente Amplio por México (FAM).
El gobernador tiene problemas legales para afrontar ese reto, porque el PRI-PAN y PRD podrían hasta quitarle la gubernatura (por las disposiciones constitucionales en ese estado) pero Samuel ya ha dicho que su esposa Mariana Rodríguez podría ocupar ese lugar si no lo dejan participar. Pero si no es así, se buscará otro candidato. De hecho, Marcelo Ebrard no ha cerrado esa puerta.
El tema de fondo es el mismo. Una candidatura fuerte de MC podría dejar al FAM hasta en tercer lugar, sepultar a esa “vieja política” y poner a MC como el partido del futuro, con una buena cantidad de votos, pero también muchos espacios legislativos, porque ese acuerdo incluiría esos espacios.
O sea, MC podría convertirse en el factor de apoyo a la 4T en el Plan C. Volvamos al ejemplo Quintana Roo. Una candidatura al Senado de Palazuelos le aseguraría al menos la primera minoría, y un arrastre considerable en los distritos federales y locales. Entonces, una senaduría para Palazuelos sería como una tercera senaduría para el proyecto de la 4T, y además dividiría votos con el FAM donde ese frente tenga alguna posibilidad. Para la 4T y MC; ganar-ganar.
Ese escenario incluye, por supuesto, un acuerdo básico de gobernabilidad y legislativo entre la 4T y MC para sacar algunas reformas de fondo en el Congreso de la Unión y darle el primer impulso al gobierno de Claudia Sheinbaum.
A la larga, ambos espacios políticos saben que habrá un alejamiento. Pero ya cada uno habrá sacado su tajada de ganancia de ese acuerdo y el escenario será otro.
Capítulo Quintana Roo
Hay quienes ven que este acuerdo, en el caso Quintana Roo, puede incluir una opción más radical. Por ejemplo, sacar a a Palazuelos de la jugada, como se hizo en 2022. Se supone que pensando en una negociación nacional muy amplia, un nombre más o un nombre menos no cambia nada. E incluso Mara podría, aún sin Palazuelos, impulsar a MC para que quede como segunda fuerza.
Pero quizá no sea tan fácil. En MC están seguros que en el caso particular del estado una candidatura de Palazuelos los convierte en una segunda fuerza poderosa, real, y en esta ocasión quizá no sea tan fácil convencerlos de abandonar esa buena opción. Al menos, convencerlos por las buenas. Pero, se sabe, el poder político tiene otras formas de convencer menos sutiles pero más efectivas.
Ahora. ¿Le conviene a Mara que Palazuelos participe como un aliado coyuntural? Es difícil decirlo. La lógica diría que no, pero Mara ya demostró que la lógica de sus acuerdos y alianzas no tiene límites ideológicos ni de otro tipo. El problema es que la gobernadora debería en 2024 configurar la grilla de partida para la sucesión del 2027. Con la 4T ausente de Solidaridad, entregando el triunfo a Lili Campos (según dicen, hasta hoy, los propios morenistas) y Palazuelos senador como candidato natural de MC para la gubernatura, esa sucesión se puede convertir en una pesadilla para Mara.
Por supuesto, en uno de los entornos de la gobernadora tienen otra idea. Dicen que la 4T no tiene rivales en el estado, y que no hay que ver fantasmas donde no los hay. Esgrimen los números de aprobación de AMLO y la gobernadora como una muestra irrefutable de que el 2024 será casi un paseo.
Pero los números pueden ser leídos de dos formas. López Obrador arrasa, sí. Pero esas adhesiones no necesariamente se convierten para sus candidatos.
La aprobación de AMLO ronda el 80% en el estado, y eso será un factor en el 24. Pero después de AMLO hay una pronunciada caída hasta llegar a los 50 y pico puntos de Mara (con números más bajos en Solidaridad, Cancún y Cozumel, por ejemplo) y luego hay un abismo oceánico antes de encontrar otro nombre de la 4T. Justamente de esos nombres que están en las oscuras profundidades de la aprobación política, Mara debe sacar a casi todos sus candidatos.
La marca MORENA está posicionada cerca de la gobernadora, pero no es suficiente para levantar a todos esos nombres desconocidos.
Un fundador de MORENA, que es muy crítico con la “fotogénica” conducción política del movimiento, desde el vértice del poder hacia abajo, dijo esta semana: “si ponemos malos candidatos, y todo parece indicar que así será, se van a soltar los demonios”.
Palazuelos 4T
La otra opción que se analiza es una definitiva inclusión de Roberto Palazuelos en la 4T. El empresario hotelero nunca cerró definitivamente esa puerta. Hay que recordar que apenas concluyó la elección de 2022, dijo que tenía pláticas con el Partido del Trabajo. Esas pláticas nunca llegaron a fondo pero tampoco nunca se cerraron.
Como ya se dijo, esa puerta no puede darse por cerrada. Pero en este momento, la opción de Palazuelos por MC es más fuerte y tiene más lógica política para ambas partes, aunque, se sabe, en un proceso electoral a veces las cosas cambian de un día para otro.
A la par de ello, la 4T tiene sus propios problemas para armar sus candidaturas. Hay muy pocas certezas, casi nulas líneas de dirección y abajo de Mara todo es un caos de imprecisas atribuciones y parcelas de poder entremezcladas y superpuestas. Están todas las facciones de MORENA que dicen merecerse todas las posiciones electorales; los verdes, que aseguran que la sucesión del 27 está acordada para ellos, y los neojoaqunistas, que recuerdan que su jefe Carlos Joaquín será candidato a senador, porque ellos son parte central del grupo de poder que hoy gobierna. Entre otros.
¿Quién tiene razón? Nadie lo sabe. A un año de ejercicio de poder de Mara, todos tienen al menos una prueba de que tienen razón y de que ellos son los verdaderos aliados de la gobernadora. Quizá esa confusión de quién es quién en el marismo, sea la elaborada estrategia de Mara para confundir a todos. Lo está logrando.
Pero ese es otro tema que merecerá un espacio de mayor análisis. El destino de la 4T Quintana Roo, desde el Gobierno hasta MORENA, está en un momento crucial. Mara frenó todos los cambios y la reingeniería que quería hacer (y precisa) su administración, y parece que navegará en piloto automático hasta las elecciones. Una decisión “para no generar conflictos”; una suerte de mantra de este gobierno.
Podría decirse que el primer año, el de la gubernatura imperial, ha concluido, pero el segundo aún no ha comenzado.