El comisionado estatal del PT, Gerardo Rodríguez, es otro de los líderes políticos “foráneos” que poco aportan, y terminan convirtiéndose en un lastre para el desarrollo democrático del estado.
Se podría decir que se trata de otro vividor de la política, que en lo que era antes el infierno del exilio, encontró el paraíso.
Si bien es un partido más bien pequeño en Quintana Roo y su supervivencia ha dependido de sus alianzas (antes con el PRD y ahora con Morena), vale la pena referir la gestión de Rodríguez como un grotesco caso del ejercicio político en el Caribe mexicano.
La gestión de este enviado del PT destaca desde el principio por las múltiples rupturas. La lista es larga: desde aspirantes a alcaldes con posibilidades de triunfo como Jorge Portilla, Fernanda Alvear y Francisco Puc “Xiximac”, hasta políticos como Alicia Tapia, Lorena Martínez y Rudy Gordillo, entre otros.
Pero también destaca por hacer el trabajo de fontanería del cuatroteísmo caribeño. Ha puesto el partido a disposición de la 4T para que sea el receptáculo corporativo, como lo era el viejo PRI. Tiene como candidatos a líderes de taxistas, como Luis Carrillo y Neydi Contreras, o de cañeros, como Diana Gutiérrez.
Con Gerardo Rodríguez, el PT se convirtió en algo así como una caricatura de partido político.