Por Martín G. Iglesias
Por cuestiones de tiempo, de manera regular utilizo el servicio de taxi, en el trayecto de un punto a otro procuro platicar con el conductor sobre su percepción en temas de seguridad, corrupción, gobierno en general y de la sociedad. Me llama la atención que la mayoría coincide que la corrupción en el Instituto de Movilidad y la Dirección de Tránsito va en aumento.
Si bien es cierto que de manera general la inseguridad es un problema que aqueja a la sociedad, porque ya es común escuchar que encontraron el cuerpo descuartizado de una persona en tal o cual región; que dispararon armas de fuego contra un negocio, o sujetos atacaron a tal o cual individuo a quien privaron de la vida.
Los conductores, tanto públicos como privados, coinciden que la mayoría de los elementos de Tránsito Municipal (en los 11), realizan actos de corrupción, porque en lugar de otorgar la multa por una infracción al Reglamento, sugieren el “moche”, el arreglo a la mano; eso sí, la cantidad va acorde con la falta cometida. Por ejemplo, si es un taxista, una vuelta prohibida o el cruce de un alto, aceptan de 100 pesos en adelante, “ofrecerles 50 pesos es una ofensa”; pero si es un particular, pues los precios oscilan entre 200 y 300 pesos.
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Ahora bien, si los elementos de Tránsito logran detenerlos con aliento alcohólico, la mochada oscila entre los 4 mil o 5 mil pesos para el taxista, para el particular es de 5 mil a 8 mil pesos; el argumento es que si no le da la “mordida”, le irá peor, pues tendrá que pagar una multa por conducir ebrio (diferente a aliento alcohólico), el arrastre de la grúa, dormir en el “Torito”, pagar el tiempo que esté su auto en el corralón y la exhibida en los medios de comunicación (pues los mismos tránsitos te toman la foto). La cuenta llega entre 20 y 25 mil pesos, por eso es que el “cliente” mejor accede a dar el moche (la corrupción es en dos vías).
Hasta ahora los gobiernos municipales no han podido con la promesa de disminuir la inseguridad, combatir la corrupción y acabar con la pobreza. Los resultados están a la vista de todo, lugares donde no había muertes violentas, ahora es una constante; la corrupción no solo es en del departamento de Tránsito, sino casi en todas las dependencias, más en aquellas que se encarga de vigilar que el Reglamento se cumpla. Ahí se las dejo…
SASCAB
Por cierto, de nada sirve que sigan aumentando las penas para los delitos, entre ellos los de corrupción, si estos no son efectivamente perseguidos y sancionados; además de la falta de confianza de los ciudadanos en las autoridades para denunciar.
Nuestros legisladores (federales y locales) se anotan estrellas cada vez que incrementan sanciones, pero dejan de lado el tema de procuración de justicia, al cual asignan recursos insuficientes para atender el problema; no hay una prevención en cuanto a la corrupción.
Hay que anotar que mientras no haya una apuesta seria y coordinada para enfrentar la corrupción, más allá de los discursos y pañuelos blancos, seguiremos con los presuntos responsables paseando entre nosotros como blancas palomas, alardeando que ya no son como los de antes. Al tiempo…