Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
CIUDAD DE MÉXICO.- La escritora y profesora universitaria mexicana Beatriz Gutiérrez ha estado esta semana de visita oficial en Austria con un encargo muy delicado -“una misión imposible”, precisa su marido el presidente de México Andrés Manuel López Obrador – recuperar el penacho del legendario rey azteca Moctezuma, que alberga desde hace décadas un museo de Viena.
“Le dije a Beatriz que insistiera porque es una pieza nuestra, de México y, además, porque somos nosotros muy perseverantes y lo difícil lo resolvemos y lo imposible lo intentamos”, explicaba la encomienda López Obrador en una rueda de prensa el martes, tras valorar su alta dificultad “porque los austriacos se han apoderado por completo del penacho”.
El mandatario mexicano, del izquierdista Movimiento Regeneración Nacional (Morena), recordó que Maximiliano II, austriaco que dirigió el Segundo Imperio Mexicano, tampoco consiguió que se devolviera el penacho al país americano. “No se lo quisieron ni siquiera prestar a Maximiliano de Austria, paisano de ellos”, argumentó.
Reclamada desde 1991, las autoridades mexicanas anhelan repatriar ahora esta joya de su patrimonio de cara al 2021, cuando confluirán las celebraciones de los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, los 500 años de la Conquista y los 200 años de vida independiente.
En el marco de esta gira europea, López Obrador ha pedido que Italia preste a México los códices Florentino y Cospi, y ha invitado a España y al papa Francisco a participar el próximo año en un acto de “reconciliación” en el que se pedirá “disculpas” a los pueblos indígenas de México por los abusos de la conquista.
Las autoridades austriacas: “Es demasiado frágil”
“Muchas cosas que se exhiben en los museos más importantes del mundo se sustrajeron de manera ilegal de los países de origen de las culturas”, reprochó López Obrador.
Sin embargo, el Museo Antropológico de Viena sostiene que la joya no podría ser llevada a México “al menos en los próximos diez años”.
El penacho “es demasiado frágil”, aseguró este martes Gerard van Bussel, curador de las colecciones de América del Norte y Central de esa institución pública austríaca.
Van Bussel explicó también que, incluso dentro de la misma pinacoteca, no se atreven a bajarlo de la primera planta, donde está expuesto, por miedo a que pueda sufrir cualquier desperfecto.
El curador destacó también el esfuerzo que se ha invertido en acondicionar la instalación que acoge el penacho, y que “de haber un terremoto en Viena, no se movería”.
Gracias a un acuerdo bilateral entre Austria y México, los ciudadanos mexicanos que presenten su pasaporte a la entrada del museo pueden ver el penacho de manera gratuita.
¿Un regalo o un robo de Hernán Cortés?
Compuesto por un abanico de miles de plumas esmeralda del ave quetzal, unidas por centenares de placas de oro, el penacho de Moctezuma simboliza el poder máximo del México Antiguo.
Aunque se desconoce su origen y cómo llegó a Austria, muchos historiadores asumen que fue un regalo del propio Moctezuma al conquistador español Hernán Cortés, que después se la envió al emperador Carlos I, de la casa de Habsburgo.
La historia señala que el penacho le pertenecía a Moctezuma Xocoyotzin (1466-1520), el emperador mexicano que recibió al conquistador español Hernán Cortés en 1519.
Según las versiones que se consulten, Moctezuma le regaló el penacho a Cortés, quien lo obsequió al rey Carlos I de España y V de Alemania, o Cortés lo sustrajo junto con el bastón de mando, el escudo de armas y el banderín del gobernante.
Si fue usado o no por Moctezuma, el penacho es considerado como un símbolo del poder máximo del mundo prehispánico y del supuesto saqueo de la riqueza del México Antiguo.
La mayor documentación sobre el destino que tuvo el penacho desde que fue enviado al emperador hasta su aterrizaje en el Museo de Viena la hizo la arqueóloga mexicana Carmen Gloria Cook (1906-1988).
Primero, dijo la antropóloga, la colección se mantuvo en exhibición en Bruselas; en 1563 le perteneció a Fernando, conde de Tirol, quien la tenía en el palacio de Ambras, en Innsbruck, Austria.
A su muerte, la colección fue movida en varias ocasiones debido a los conflictos armados de la época hasta que terminó en Viena en 1817, donde se quedó en unas bodegas hasta 1878.
Según la arqueóloga, una primera reparación corrigió el desperfecto de las plumas por la polilla, el aflojamiento de las cuerdas del respaldo y las pérdidas de la mayor parte de los discos y otros ornamentos de oro, que fueron repuestas por discos de bronce dorado.
Después de estar guardado desde el 2004, en el 2012 volvió a ser exhibido tras una restauración hecha por expertos mexicanos y austríacos.
En el Museo de Antropología de Ciudad de México se exhibe una reproducción fiel elaborada en 1958 con plumas auténticas, colocadas con la técnica de la plumaria.
Con información de DW