Francisco J. Rosado May
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Con una inflación, y carestía por supuesto, así como la contracción del 3% mensual de la inversión fija bruta, factores que amenazan la economía del país, era necesario tomar medidas. El Gobierno federal lo hizo. El 4 de mayo pasado anunció oficialmente el Paquete Contra la Inflación y la Carestía, PACIC, el cual no solamente incluye el tema de seguridad alimentaria, sino que atiende el tema de los aranceles de la importación de los alimentos, seguridad en las carreteras, acceso a fertilizantes, etc.
El PACIC incluye 24 productos de la canasta básica: Aceite de canola o maíz; Arroz en grano; Atún en lata; Azúcar morena; Bistec de res; Cebolla; Chile jalapeño; Chuleta de puerco; Frijol en grano; Huevo de gallina blanco; Jabón de tocador; Jitomate saladet; Leche; Limón; Manzana; Naranja; Pan de caja; Papa; Papel higiénico; Pasta para sopa; Pollo entero; Sardina en lata; Tortilla de maíz; Zanahoria.
La reacción de la mayoría de los especialistas y analistas económicos fue positiva y de reconocimiento a la medida, también oportuna. Sin embargo, también consideraron que solo sería eficaz en el corto plazo, entre 3 y 6 meses. Hay que pensar en medidas que hagan sostenible el paquete.
La Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier señaló que los beneficios del PACIC se notarán en unos 15 días o un mes por el tiempo que se necesita para afinar los detalles sobre la aplicación de cero aranceles a ciertos productos importados.
Con base en lo anterior, existe la posibilidad de que el impacto positivo del PACIC coincida con las elecciones 2022, incluyendo Q. Roo, y que será el nuevo gobierno estatal quien atienda la continuidad y eficacia del PACIC, en coordinación con la federación. ¿Qué se necesita para alcanzar esa eficacia? Propuestas:
1. No tomar a la ligera el tema. El PACIC debe ser visto desde cuatro ángulos indisolubles: el económico, el alimentario, el de paz social y el ambiental.
2. No olvidar que hay prohibición del glifosato y la reciente reforma a la LGEEPA incluye fuertes restricciones a pesticidas. Por lo tanto, hay que crear programas que atiendan el campo, garanticen la producción y la nutrición de las personas.
3. Fomentar la producción local, pero con enfoques agroecológicos, así como el consumo de plantas y productos locales y nutritivos. Hay opciones en marcha en el estado y otras que se pueden incorporar para lograr producción suficiente y saludable.
4. Acompañar a la Sociedad Mexicana de Agroecología en la creación de un programa nacional de posgrado e investigación en agroecología con el objetivo de apoyar políticas públicas de producción sostenible de alimentos y nutrición de la población. Otros países lo han hecho, no hay razón por la que no podamos hacerlo en México y en Quintana Roo.
El reto es enorme, malas decisiones nos llevarán a situaciones que pueden ser peores que las que vivimos en las grandes devaluaciones y decrecimiento económico. Tampoco es alternativa correcta argumentar que debido a la enorme necesidad de producir alimentos hay que seguir usando, en muchos casos en forma indiscriminada, pesticidas. El costo ambiental y de salud humana sería demasiado y solo agravaría la situación. ¿Por qué arriesgarnos cuando hay alternativas que se pueden crear a través de la agroecología?
Ahora más que nunca, en esta decisión, como en muchas otras, el nuevo gobierno debe escuchar las voces y propuestas de expertos, no solo de políticos.
¡Felicidades en su día, y todos los días, a las madres!
Es cuanto.