El viejo centralismo, renacido en la 4T, ha convertido a Cancún en una locura.
Y es que la férrea estructura de mando vertical en los niveles de gobierno morenistas ha sido una de las principales causantes del caos en la ciudad, derivado de las pomposas obras de la 4T en Cancún.
El gobierno local, como en aquellos tiempos no tan remotos del PRI, sólo dijo “Si Señor” cuando el presidente Andrés López Obrador empezó sus obras.
Nadie, pero nadie se atrevió a plantear un plan de contingencia, que debió de empezar con caminos alternos.
El Ayuntamiento local apenas puede poner operativos con algunos agentes de Tránsito, que resultan insuficientes.
Y, ahora quien paga este estilo vertical de hacer las cosas, son los miles de ciudadanos que deben de ir al aeropuerto, a la universidades o al a Riviera Maya.