Francisco J. Rosado May
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A casi dos meses de que tome posesión el nuevo gobierno en Q. Roo, el panorama económico obliga a estrategias que conduzcan a sinergias. Las condiciones no están para hacer las cosas de la misma forma y fondo que el pasado; hacerlo implica mantener una forma de vida y desarrollo que no conduce a ganar-ganar.
Es cierto, el peso mexicano es fuerte; otras monedas han reflejado importantes devaluaciones. El precio del petróleo es bastante elevado, permitiendo altos ingresos no contemplados. Las remesas siguen llegando en cantidades récord. El PIB nacional ha crecido al menos 1% en los últimos trimestres, arriba de las expectativas de expertos.
Por otro lado, también es cierto que la inflación sigue aumentando y no se vislumbra una mejoría en la economía de Estados Unidos que impacte positivamente a la mexicana. Los recursos frescos de la federación se verán limitados por la nueva política de pobreza franciscana. INEGI reportó que en 2020 el PIB de Q. Roo apenas aportó el 1.3 % de todo el país (https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/pibe/PIBEntFed2020.pdf ); la deuda pública del estado está en zona de preocupación. La población sigue creciendo y la producción de alimentos ha estado disminuyendo al tiempo que los costos de producción se han incrementado en forma alarmante.
Y sin embargo necesitamos crecimiento económico. ¿Qué hacer? Sin una estrategia adecuada, en el futuro cercano puede haber serias inconformidades sociales, como ha pasado en otros países.
Quintana Roo es mucho más que las diferencias entre partidos o intereses personales. Tenemos fortalezas, pero están dispersas. Falta una política pública que permita aprovechar las fortalezas de organizaciones privadas e instituciones públicas, en recursos humanos e infraestructura, para combatir las debilidades de cada una de ellas. Bajo principios de transparencia, sostenibilidad, buena gobernanza y cero impunidad, se puede diseñar una estrategia de articulación de esas fortalezas para atender los grandes retos en el estado. En otras latitudes el reto se ha atendido con la creación de grupos de trabajo y programas por área crítica, con expertos que participan en crear soluciones prácticas y teóricas, incluyendo la capacitación continua, formación de recursos humanos hasta nivel doctorado e investigación con un modelo de acción participativa.
En Q. Roo, puede y debe haber programas y grupos de trabajo de alto nivel, cubriendo los 4 sectores de la economía: primario, sistemas alimentarios; secundario, proyectos y negocios para las micro, pequeñas y medianas empresas; terciario, turismo y servicios; y cuarto, tecnologías de información y comunicación. Un quinto grupo podría ser para proyectos estratégicos a largo plazo que impulsen a Q. Roo a nivel internacional, por ejemplo, pensar en Cancún como un hub alternativo a Miami, para América Latina y el Caribe, para el movimiento de personas y bienes. Por supuesto que debe haber comunicación y colaboración eficaz entre los grupos, ya que se necesitan los unos con los otros.
Aunque tenemos personas con formación de excelencia en todas las instituciones educativas, incluyendo las pequeñas, ninguna de ellas puede atender por sí sola y en forma eficaz cada uno de los retos. Pero si pensamos en programas interinstitucionales con la suma de fortalezas se pueden crear sinergias para combatir debilidades y articular lo disperso alrededor de un eje temático, con trabajo que permita atender los problemas de corto plazo y preparar escenarios de largo plazo; en ambos casos con una adecuada vinculación con el gobierno y con la sociedad.
La nueva administración seguramente enfrentará preguntas para las que necesita no buenas, sino excelentes e innovadoras respuestas, ¿estamos preparados o haremos más de lo mismo? Es tiempo de hacer cosas diferentes, aprovechar las fortalezas dispersas en el estado, con grupos de trabajo y programas de excelencia. Se puede recoger y sistematizar experiencias exitosas, replicarlas, hacer investigación pertinente y ofrecer formación a nivel doctoral sin más costo que la adecuada articulación de fortalezas. Sin innovación en política pública no saldremos del bache que cada vez es mucho más grande.
Es cuanto.