Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Las campañas políticas están guiadas por una fuerza poderosa pero invisible. Un indicio es el lema de la campaña, el cual es la esencia de un mensaje que proyecta la intención del candidato/a en caso de ganar. El lema también refleja la idea fuerza que, se supone, guía el proceso de toma de decisiones una vez ganada la elección, en inglés se conoce como “driving force”.
Se usa la palabra fuerza porque la idea expresada en el lema es el verdadero ímpetu, fuerza, poder, que está detrás de las acciones que se desencadenan como resultado de la toma de decisiones que hace la persona o el equipo.
La interpretación de la idea fuerza es la guía que define las políticas públicas de un gobierno. Y aquí es donde es necesario e indispensable contar con puntos de referencia sólidos, que permitan guiar a la fuerza guía por el camino adecuado.
Por ejemplo, la mayoría, si no es que todos, los políticos que expresan opiniones sobre los pueblos indígenas y comunidades locales lo hacen en términos de “población vulnerable”. Esta aparente buena interpretación de una realidad ha conducido a políticas asistencialistas, desprecia el potencial que esas comunidades tienen para involucrarse fuertemente en el proceso de desarrollo, ya no digamos del estado sino al menos de sus propios territorios. En otras palabras, una pésima lectura de la realidad explica la generación de políticas públicas paternalistas y contribuye a la perpetuidad de un círculo vicioso: asistencia para subsanar la vulnerabilidad que implica la pobreza, la pobreza no se supera, persiste, nueva asistencia para subsanar la pobreza.
No es lo mismo ser vulnerable que vivir en condiciones que perpetúan la vulnerabilidad y extinguen los valores y saberes de la cultura.
Alrededor del 80% de la conservación de la biodiversidad se explica por el papel de los saberes y acciones que llevan a cabo los indígenas y comunidades locales. Los sistemas alimentarios sostenibles solo se encuentran en territorios indígenas y comunidades locales. La cultura de la cual se benefician enormemente los estados y empresarios no fue creada por ellos, sino por indígenas. El maíz, del cual se deriva muchísimos productos, fue creado por indígenas y lo donaron al mundo sin derechos reservados. La píldora anticonceptiva y medicinas derivadas de plantas son el resultado del manejo y adaptación del ser humano a su entorno, entregadas al mundo por los indígenas. Los Mayas inventaron la vulcanización, cuando crearon la pelota a partir del tratamiento de la resina del guayule, muchos años antes de que Charles Goodyear lo patentizara. Los Mayas desarrollaron el chicle o goma de mascar muchísimo antes que en 1860 lo patentizara William F. Semple.
¿Cómo es que los creadores de lo antes descrito pasaron de esa grandeza de conocimientos y habilidades a ser vulnerables? No se puede explicar sin que se considere que poco a poco, en el proceso de colonización, se fueron estableciendo condiciones que condujeron a esa vulnerabilidad: mala educación, que no toma en cuenta sus propias formas de construcción de conocimiento, pésimos servicios de salud, infraestructura, eliminación de la lengua originaria, discriminación, y un larguísimo etcétera.
La invitación es a que al aterrizar las ideas fuerza de las campañas, lo hagan no pensando en que los indígenas y comunidades locales son vulnerables, sino qué es lo que ha hecho el estado para crear condiciones que perpetúan la vulnerabilidad. Y a partir de ahí, quien gane, o marca un verdadero hito en la historia o mantiene la inercia hasta destruir la Gran Cultura Maya.
Es cuanto.