Por: Gilberto Avilez Tax [1]
Parte I. Consideraciones primeras
Considero que creer que existe una continuidad histórica de poder entre la Guerra de Castas y el origen de Quintana Roo como estado, es seguir en el viejo discurso indigenista con que las élites políticas chetumaleñas y cozumeleñas[2] intentaron legitimar sus afanes de hacerse con este nuevo estado del oriente peninsular que ya va para 50 años de turismo generando situaciones asimétricas entre las zonas turísticas y las antiguas zonas indígenas, estas últimas, otrora baluartes contra hegemónicos durante esa larga Guerra de Castas (1847-1902).
Estas elites políticas, al día siguiente del 8 de octubre de 1974 cuando el antiguo Territorio de Quintana Roo fue transformado a “estado libre y soberano” por voluntad presidencial del hoy execrado Luis Echeverría Álvarez, se empotraron en ese relato mítico que no es para nada original (es aztecoide),[3] de verse como los descendientes directos de los caudillos Chi, Pat, Barrera, para legitimar sus pretensiones de enquistamiento en el poder, generar castas gobernantes familiares aristocratizantes, dominar la vida política y administrativa del recién estado, y apoyar para el giro turístico que se dio a partir de la década de 1990, cuando, como producto de la expansión del turismo fuera de Cancún, se creara el octavo municipio de Solidaridad, el 28 de julio de 1993, siguiendo el correlato de municipalizar –léase, urbanizar, fomentar la infraestructura hotelera, llenarla de servicios- a las costas del estado.
Lo cierto es que el hoy estado de Quintana Roo, en su desarrollo regional reciente (1970-2023), ha compartimentado, comunalizado, clientelizado y apartado hacia la ex zona maya –hoy, denominada rimbombante como Mayakaan-, a los descendientes de esa tan lejana y ya desdibujada Guerra de Castas: lejana y desdibujada, por supuesto, para las nuevas castas gobernantes post-chetumaleñas-cozumeleñas, y arguyo que para mucho de las nuevas generaciones, seducidas por las imágenes del turismo desbocado, o bien, enervadas por la culturalización excesiva de ver asuntos de las “etnias vencidas” solamente como el ritual escénico para darle el color terroso a la placidez turística. Hay que decirlo: en Quintana Roo, palabras como “cruzoob”, “Guerra de Castas”, “mayas”, se han vaciado de contenido histórico: no significan casi nada que no sea turismo y comercio.
Y en esa tónica turistera, a vuelo de pájaro de la historia regional, hay que ver cómo las nuevas castas gobernantes “autóctonas” que vinieron posterior de que se fuera el último gobernador del Territorio de Quintana Roo –David Gustavo Gutiérrez-, dilapidaron el modelo de desarrollo dinámico y diverso que se quiso instaurar de 1959 a 1974 desde el centro del país: no solo de turismo se viviría en la costa oriental peninsular, también de agricultura, de explotación de la caña, de la copra, la pesca y producción mielera. De 50 años a esta parte, queda solamente incólume el turismo extractivista, como producto del giro neoliberal por el cual transcurrió el estado mexicano, empecinado en la desruralización y el fin del mundo campesino y, por supuesto, del mundo indígena.
De frente a esa exclusión del centro maya de Quintana Roo –la región preponderantemente indígena-, el desarrollo “moderno” del estado -infraestructura urbana, servicios, creación de nuevos municipios- se ha anclado a las costas donde el capital turístico asienta sus reales. Y son en las “costas”, en los accesos al mar turquesa, en la posibilidad de caminar las muelles arenas blancas del Caribe Mexicano, donde cuatro nuevos municipios, posterior a los primeros siete municipios primeros creados en 1974, se han erigido. Estos cuatro nuevos municipios tienen en común su vocación turística,[4] todos cuentan con acceso al mar,[5] nadie quiere ser el “traspaís”, la trastienda aislada de tierra y selva de una modernidad quintanarroense que galopa vía el turismo,[6] a pesar de que en el 2020 la pandemia nos hizo saber del error, homérico error, de depender exclusivamente del turismo. En plena pandemia, precisamente argüía hace tres años por la modificación de esta situación estructural en el estado:
“Después de que se fuera el último gobernador del Territorio, David Gustavo, tal parece que los que se quedaron en estas tierras palustres, vieron la administración estatal como si de un franco botín para las mafilias del otrora partido hegemónico se tratara. Se formaron castas gobernantes en las islas y en la “aristocracia de la hamaca chetumaleña”, al igual que en municipios de tierra adentro que se enraízan desde el primer eslabón constituyente o el primer presidente de los noveles municipios, y todos dirigidos por una oligarquía que creció en tiempos de la explotación forestal y cambió rápido hacia la cuestión del turismo. Tan es así de hegemónico este crecimiento, que el hecho de que los nuevos municipios que se crearon a partir de 1993, sean de costas y no de tierra adentro… Hace 22 años, un estudioso de esta modernidad turística, César Dachary, apuntaba que el turismo es en la actualidad, “como el palo de tinte tres siglo atrás, o la caoba y el chicle luego”, grandes descubrimientos e hitos “que cambiaron la historia del Caribe mexicano”. A partir de la década de los sesenta, pero más que nada, a partir de 1980, el turismo se presenta como el paradigma económico que revelaría sus antecedentes, estableciéndose como “la principal opción para muchos países y pueblos caribeños, desde el extremo oriental a la zona occidental, donde está el territorio de Quintana Roo”.[7]
Repensar el Territorio de Quintana Roo: enseñanzas para el estado
Y es que, en mis incursiones recientes al Fondo Territorio del Archivo General del estado de Quintana Roo (AGEQROO), leyendo el trabajo incansable que hicieron los últimos gobernadores del Territorio de Quintana Roo (desde el sexenio de López Mateos hasta Echeverría), podemos decir que el estado iba por un camino con una economía diversificada y, considero, más justa: en ese tiempo se creó el ingenio azucarero de Pucté, llegaron colonos sin tierra -yucatecos, del centro y norte del país[8]– para trabajar las vastas extensiones casi vírgenes de la costa oriental y de amplias zonas de tierra adentro,[9] se crea de la nada Cancún como un hito del proyecto nacionalista mexicano y como respuesta directa a la conclusión del turismo en la Cuba revolucionaria, y se terminan las obras carreteras con las cuales el antiguo territorio se comunicó con el resto del país. Quintana Roo dejó de ser isla rodeada de selva feraz y un Caribe de aguas tranquilas, en esos años primigenios de principios de la década de 1970.[10]
A partir del giro neoliberal (década de 1980), todo lo que se había dispuesto por estos gobernadores del Territorio como representantes del centro nacionalista dando impulso al sureste y “la marcha al mar” para “norteñizar el trópico”, se vino abajo con las políticas de los “Chicago Boys” mexicanos y la idea de que únicamente el turismo iba a ser la panacea de todos los males para la costa oriental. Ese paradigma turistero-neoliberal no se ha movido ni un milímetro, al contrario, se le da actualmente un fuerte impulso mediante la creación del proyecto Maya Ka’an para hacer entrar a la vorágine turística, como pueblos artesanales y “pachamameros”, a los pueblos mayas,[11] a pesar de que dos pandemias (la porcina y la COVID, de 2008 y 2020) vinieron a demostrar con fehaciencia cuasi científica la fragilidad de la fuerte dependencia económica del turismo para este estado.[12] Creo que, a más de 120 años de la creación del Territorio de Quintana Roo, y a 49 años de la creación del estado de Quintana Roo, habría que repasar los hechos, los trabajos, las perspectivas diversas y diversificadas que se tuvieron al principio para Quintana Roo, durante esos últimos 15 años en que fuera Territorio.
[1] Doctor en Historia, especializado en la historia peninsular, siglos XIX y XX.
[2] Es decir, toda la ringlera romántica del nativismo político, del “gobernador nativo”, de la “legitimidad histórica” y solariega para que esta casta mestiza gobernara a este espacio de resistencia indígena.
[3] Recordemos que las élites novohispanas y mexicanas del XIX, alegaron un extraño pasado prehispánico de poder, considerándose herederos directos de Tenochtitlán, o más, de la vieja Teotihuacán, centros irradiantes de poder en el Valle de México.
[4] Me refiero a Solidaridad, Tulum, Bacalar y Puerto Morelos.
[5] Por supuesto, la laguna “siete colores” de Bacalar suple la ausencia de mar, para el turismo que la visita.
[6] Incluso, podemos leer el “acceso al mar” de la cabecera de Felipe Carrillo Puerto mediante la creación de una súper carretera que comunique directamente con Vigía Chico, donde se formará un pequeño complejo turístico (como inicio), como las ansias por salir de ese aislamiento de tierra adentro de un municipio de la zona maya que no quiere quedarse sin su acceso al mar y sin los dólares del turismo, ¡por supuesto!
[7] Gilberto Avilez Tax. “La dilapidada herencia de los últimos gobernadores del Territorio: 46 años del estado libre y soberano de Quintana Roo”. Noticaribe Peninsular. 8 de noviembre de 2020.
[8] AGEQROO. Fondo T.F.Q.R Sección Despacho del Ejecutivo. Serie: Informes. Fecha 08/06/1971. Caja 31, exp. 1562, fojas 45. Asunto Informe de labores del Gobernador David Gustavo Gutiérrez Ruiz.
[9] Como la serie de pueblos que van desde Chunhuhub hasta Lázaro Cárdenas, que se conoce como “la vía Corta”, y que a duras penas sobrevive actualmente la mayoría de sus pueblos de economías muy locales, por el olvido estatal que se hizo al campesinado. Cfr. Gilberto Avilez. “El establecimiento de la Vía Corta: los caminos de Quintana Roo”. Noticaribe. 28 de octubre de 2017.
[10] Gilberto Avilez. “El establecimiento de la Vía Corta: los caminos de Quintana Roo…”
[11] Sobre Maya Ka’an, véase mi artículo: Gilberto Avilez. “El nuevo patrón de los mayas, o cuando la zona maya se volvió una artesanía china”. Noticaribe Peninsular. 3 de agosto de 2023.
[12] Sobre el geológico sacudimiento que significó el Covid para la economía de Quintana Roo y las respuestas indígenas, véase Avilez, Gilberto. “Iknal-historias del COVID entre los pueblos mayas de la Península de Yucatán”. En Julia Flores y Guadalupe Valencia (coordinadoras). Los imaginarios de la pandemia. México. UNAM. 2023. Serie: La década COVID en México: los desafíos de la pandemia desde las ciencias sociales y las humanidades; tomo 6. Pp. 306-337.
[13] Dachary, Alfredo César y Stella Maris Arnaiz Burne. El Caribe Mexicano, una frontera olvidada. México. UQROO, 1998.
[14] Dachary, Alfredo César y Stella Maris Arnaiz Burne. El Caribe Mexicano, una frontera olvidada. México. UQROO, 1998. Pp. 355-365.
[15] La propuesta, por supuesto, fue denegada, pues el décimo municipio fue Bacalar, con potencial turístico y hoy convertido en un pueblo mágico.
[16] “Creación del municipio de Sabán no es broma”. Por Esto! 17 de octubre de 2010.
[17] “Chetumal: Piden habitantes de Nicolás Bravo creación de nuevo municipio”. Novedades de Quintana Roo. 6 de julio de 2021.
[18] “Piden otra vez que Nicolás Bravo sea nombrado municipio de Quintana Roo”. Quinta Fuerza. 22 de agosto de 2022.
[19] Aguirre Beltrán, Gonzalo. Regiones de Refugio. El desarrollo de la comunidad y el proceso dominical en Mestizo-América. Instituto Indigenista Interamericano-Ediciones Especiales. México. 1967.
[20] Sosa, Víctor. Análisis de los grupos de poder político en el municipio de José María Morelos, Quintana Roo. Tesis de licenciatura en Gestión Municipal. UIMQRoo, 2019.
[21] Una de las pioneras en el estudio de las políticas de colonización que se dieron en Quintana Roo en la segunda mitad del siglo XX, Odile Fort, sostuvo que la creación de los nuevos ejidos y la conformación de pueblos con gente proveniente de otros estados, tenía, como objetivo, el de aumentar la producción agrícola relacionándola con el sostenimiento de las zonas turísticas en el litoral del Caribe, como la ciudad de Cancún. Y otro objetivo que apunta Fort, fue la necesidad de poblar la entidad para el mínimo de habitantes para que el Territorio se convirtiera en Estado (Fort, 1979: 86).
[22] Avilez, Gilberto. “Radiografiando la autonomía de los herederos de la Cruz Parlante: los derechos ‘indigenistas’ en el estado de Quintana Roo”. Revista Portal. UQROO. Número 8. Año 6, Verano de 2010, p. 29.