Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Don “J”, conocido sastre del pueblo, salió a la puerta de su casa para ver quien llamaba.
Don J, dijo el visitante, qué bueno que lo encuentro ¿me puede componer el largo de este pantalón?
Con mucho gusto, pase para tomar la medida.
El cliente preguntó ¿cuándo puedo pasar por la compostura?
Mañana, dijo don J.
¿A que hora? Preguntó el cliente. He venido a verlo varias veces hasta que hoy tuve suerte.
Venga como a las 7 de la noche, es que voy a la milpa y no tengo hora exacta de llegada. Tengo que estar pendiente porque hay mucha tuza. Antes yo sembraba 10-15 mecates y cosechaba bastante de todos los cultivos, hoy no puedo ni con 4 mecates porque hay mucha plaga. Está la tuza, el jaleb o tepescuintle, y el tejón; no me dejan en paz. Puedo atrapar algunos para comer, pero son demasiados.
Don J no lo sabe, pero desde la semana pasada inició una convención en Ginebra sobre Biodiversidad, organizado por la ONU. Se reunieron representantes de casi 200 países para consensuar el trabajo del grupo subsidiario en ciencias, técnica y asesoría; el grupo subsidiario de implementación y el grupo de trabajo post 2020 del marco global sobre biodiversidad. El objetivo es que al final de la Convención, el 29 de marzo 2022, la ONU cuente con un Marco Global sobre Biodiversidad que se discuta en la siguiente reunión de la Conferencia de las Partes previsto para llevarse a cabo en Kunming, China.
El problema que don J ha detectado en su milpa es global. La pérdida de biodiversidad ha prendido focos rojos en todo el planeta. Nunca en la historia de la humanidad se ha estado perdiendo biodiversidad como en los últimos 40-50 años. La pérdida de hábitats por la deforestación sin ton ni son, la agricultura convencional, el calentamiento global, la cacería furtiva, el uso de químicos sin regulación, etc., ha conducido al desequilibrio de las poblaciones y se han roto las cadenas alimenticias y las redes de conectividad entre ecosistemas. Don J no es culpable en lo absoluto de lo anterior, pero está sufriendo las consecuencias, como muchos, demasiados, en el mundo. Lo que está pasando en la milpa de don J, muy posiblemente, es que la población de enemigos naturales de la tuza y del tejón ha disminuido drásticamente.
La ONU creó en 1996 una organización llamada IIFB (Foro indígena internacional por la biodiversidad), cuyo papel en las Convenciones sobre Biodiversidad es crítica. Es en territorio indígena donde hoy se ha mantenido en muy buen estado de conservación la biodiversidad, representando un 80%, pero con tendencia a declinar. Los representantes de IIFB han logrado posicionar a los derechos humanos como punto de referencia para lograr el reconocimiento de los saberes indígenas para la conservación de la biodiversidad y, por ende, solicitar a los países que apoyen las bases culturales que explican esos logros.
No es fácil, hay muchos estigmas, pero no hay muchas alternativas mejores. El conocimiento de don J es importante en este proceso y es parte de las bases que permitieron proponer a la milpa como método agrícola inteligente de clase mundial por parte del Grupo de Trabajo de Gobernadores sobre Clima y Bosque, en su 12 reunión anual en Brasil. También lo es la educación intercultural.
El gobierno debe abrir los espacios necesarios para potencializar el conocimiento indígena; la alternativa no es halagüeña: significa no alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible para el 2030 como acordaron todos los integrantes de la ONU en 2012 en Rio de Janeiro.
Es cuanto