Hugo Martoccia
Las recientes visitas de las dirigencia nacionales del PRD y el PAN al Estado dejaron entre los militantes de esos partidos la idea de que, para aquellos, la elección de Quintana Roo es cosa juzgada. Nadie lo dirá de manera directa, para a casi todos les quedó esa sensación. Y no es, debe decirse, una idea sin fundamentos. ¿Para qué poner tantos esfuerzos en una batalla que no hay forma de ganar?.
No es difícil para políticos experimentados leer las entrelíneas entre las palabras y los gestos de sus dirigentes nacionales. Pareciera que la única idea de construcción electoral para esos partidos es ver cómo transitar una elección “decente” en 2022. Si MORENA tiene entre el 40 y el 45% de los votos en el estado, hay suficiente para repartirse y que los demás partidos salgan más o menos bien parados. La otra opción, de ir a enfrentarse golpe por golpe con la 4T, ha salido muy mal hasta ahora.
Al fin, es una cuestión de números antes que nada. MORENA gana 2 a 1, o más, cualquier encuesta que se haga para el 22. No hay ningún candidato de los demás partidos que mueva esas encuestas. El gobernador Carlos Joaquín no va a apoyar la alianza anti 4T. Entonces, es muy complejo analizar escenarios cuando hay tal disparidad de posibilidades.
En ese mismo juego entran el PRI y el MC. El tricolor está siendo seducido por Andrés Manuel López Obrador en el ámbito nacional, y eso baja a los estados. En Quintana Roo, la única batalla para el PRI es iniciar un proceso de recuperación que no será nada fácil. Casi todos están de acuerdo que una buena candidatura en solitario sería más redituable que una alianza.
Lo del MC es parecido. En el equipo de Mara aseguran que Roberto Palazuelos no va ser candidato por ese partido, que podría llevar a una mujer en esa posición, y en un acuerdo de facto con la alcaldesa de Cancún.
Lo que necesita el MC son votos, no menos de un 10%, para construir la base sobre la que quiere presentarse en la elección federal de 2024. Otra vez: una buena candidatura en solitario, apoyada de algún modo desde la 4T, sería bastante rentable electoralmente.
Un dato. Un alto dirigente nacional de un partido que no es de la 4T se comunicó con Mara para acordar una cita. ¿Qué sentido tendría esa reunión que no fuera el de hablar con la futura gobernadora? Un referente nacional del MC dijo semanas atrás que Mara iba a ser gobernadora, y que ese es un acuerdo del que participan, de un modo u otro, todos los partidos.
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SEÑALES CONFUSAS
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El pasado viernes, Mara participó de dos eventos con el gobernador; uno de empresarios en la Riviera Maya, y otro en Cancún, en un homenaje a los médicos. La alcaldesa siempre ocupa, en esos eventos (en el de la Riviera había otros alcaldes) un lugar destacado al lado del gobernador. La imagen que se da (intencionalmente o no) es la de una transición de poder pactada y tranquila.
Del evento de Playa del Carmen surgieron fotografías de Mara con operadores políticos y funcionarios principalisimos de Carlos Joaquín. Mara se presentó en un evento con un vestido rojo y en el otro con un vestido azul. De allí surgió un boletín oficial de su gobierno con una foto de ella al lado del gobernador y alcaldes, que habla del “trabajo coordinado”.
Alguien que viera el desplazamiento logístico, el aplomo, y la seguridad con la que se movió Mara, diría que ahí está la futura gobernadora. Pero si ese hipotético espectador no conociera la política local y hubiese estado en el evento de la Riviera, hubiese dicho que es la futura gobernadora del PRI; en el de la noche, la del PAN.
En el equipo de Mara dicen que no hay nada de eso, que ellos no están pensando en esas señales mediante la vestimenta o gestos de la alcaldesa, y que el trabajo es en la administración, en las calles y con la gente. Y también refieren que Mara no es un producto de las cúpulas del poder sino de los votos. Que su potencial candidatura parte de los votos de la 4T, y se luego se refrenda en las cúpulas.
Así lo explicó uno de sus asesores más cercanos: “Es errónea la percepción de que Mara está más ligada al favoritismo político que al verdadero posicionamiento. Es una competidora más y aventaja en todas las encuestas, más allá del razonamiento lógico que ella sea la candidata. La lógica es que ella es la mejor posicionada, no al revés”.
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LOS RIESGOS
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Hasta ahí el reporte de las buenas noticias para Mara. Las malas (o potencialmente malas) tienen que ver con cómo bajan esos acuerdos cupulares hacia la sociedad. En esta columna se ha dicho hasta el cansancio: no está mal que un sector de la 4T tenga un acuerdo con Carlos Joaquín (para qué pelearse si no hace falta) pero hay acuerdos que es mejor que no se noten tanto.
¿Qué pasaría, por ejemplo, si el Gobierno de Carlos Joaquín se desmoronara hacia el final del sexenio? No tiene porqué pasar, pero tampoco es para nada improbable que eso suceda, y los costos de algo así quizá alcancen a la propia 4T que se muestra cerca de él. La violencia desbordada, por ejemplo, es un tema que puede terminar con todo en pocas semanas.
En el entorno del mandatario estatal dicen que nada de eso sucederá, que su relación con el Presidente López Obrador es “excelente”, y que digan lo que digan, la sucesión va a ser pactada y tranquila, y el futuro de Carlos Joaquín será, mínimamente, estable.
Otro riesgo importante, como se dijo la semana pasada en este mismo espacio, sería un rompimiento que cimbrara las estructuras profundas del lopezobradorismo. Pero en el morenismo creen que, en este momento, ninguna salida de algún actor político partidario generaría algo así. El 70% de aprobación de AMLO en el estado, y la ya explicada resignación de la oposición, hacen que ese riesgo pueda minimizarse, dicen. Esta columna cree, sin embargo, que ese riesgo no es tan mínimo.
Un dato final. Ya son muchos los que dicen que Rafael Marín va a ser el candidato de MORENA. Otros dicen que AMLO decidirá por José Luis Pech, o que a la larga la 4T va a poner a Marybel Villegas.
¿Qué pasaría en ese caso? A como están las cosas hoy, no cambiaría demasiado. Sólo habría que modificar el título de la columna y en donde dice Mara poner el nombre de preferencia. Luego, quizá, modificar algún párrafo sobre los acuerdos políticos. Más allá de eso, al menos de acá a junio de 2022, no cambiaría demasiado.