Hugo Martoccia
Para cualquiera que diagrame una campaña electoral, la aparición de una figura mediática con brillo propio es una pesadilla. En un escenario chato, de escasas propuestas y figuras, como el que se anticipa en Quintana Roo para la elección de junio próximo, el registro de Roberto Palazuelos como candidato de Movimiento Ciudadano es una de esas noticias que los asesores de los candidatos no quieren escuchar.
Para aclararlo antes de todo: esta columna sostiene que es muy difícil ganarle a Mara Lezama la elección del 5 de junio próximo. Pero no comparte la visión triunfalista del entorno de la alcaldesa, de que Palazuelos sólo dividirá votos con el PAN- PRD. Al menos, no totalmente.
Hoy, MORENA tiene muchos problemas de construcción interna, hay señales de que es muy difícil instalar la imagen de Mara en el sur del estado, y además el proceso de “transición pactada” con Carlos Joaquín agrega todos los días un nuevo costo político que pagar.
Es evidente que la figura del Presidente Andrés Manuel López Obrador goza de una simpatía casi inaudita en el estado, y parece que eso alcanza para ganar la elección. El problema es la asunción del nuevo gobierno en septiembre. ¿Qué tipo de 4T tendrá Quintana Roo si sus principales figuras son, de una u otra forma, Carlos Joaquín y Jorge Emilio González Martínez?. ¿Cuánto desgaste acumulado tendrá el nuevo Gobierno si carga con esos lastres desde el primer día?.
DERECHOS Y HUMANOS
El caso de la diputada, ex priísta y verde ecologista, Judith Rodríguez Villanueva, que explotó esta semana, es paradigmático de la “transición pactada” y el peso político que tiene.
El portal Grupo Pirámide detalló con rigurosidad el laborioso plan que hubo para cambiar una ley que permitiera a esa diputada ser la futura presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Un “autopase” legal, pero profundamente ilegítimo. Todas las señales de esa operación política apuntan a Mara Lezama, y, algunos dicen, al acuerdo de fondo con Carlos Joaquín.
Un operador del mandatario estatal negó esa versión: “Ese es un tema de Mara, del Verde y de MORENA; nosotros no tenemos nada que ver. Si no la quieren ahí, que la bajen”.” La pelota quedó en la cancha de la alcaldesa de Cancún, que ahora debe decidir si le dice a Judith que no puede quedar al frente de la CEDH, o asume todo el costo político de ese despropósito.
Pero no es la primera señal de que los acuerdos políticos de transición están superando alguna barreras que deberían ser infranqueables.
La decisión de nombrar a Heyden Cebada, ex síndico de Mara, en el Tribunal Superior de Justicia siguió un derrotero similar. Es cierto que las otras propuestas que había hecho el gobernador para ese cargo eran impresentables. Pero también es cierto que una de ellas, la de Jesús Villalobos Carrilo, su ex consejero jurídico, se perfila ahora para quedar en el estratégico Tribunal de Justicia Administrativa, y con todo el apoyo de la 4T.
Otra vez; un hecho legal, pero profundamente anti ético e ilegítimo, que nace de un pacto que bordea peligrosamente los límites de la integridad política.
Hay quien dice que todo esto (la “transición pactada”) es para desactivar electoralmente al gobernador y asegurar el triunfo de MORENA. Pero la realidad lo desmiente. Carlos Joaquín no tiene ninguna capacidad de operación electoral para enfrentar al lopezobradorismo, como quedó demostrado en las tres elecciones consecutivas que perdió de manera contundente (2018, 2019, y 2021).
La 4T está acordando una transición con él por razones que son inexplicables para la sociedad, y que tarde o temprano alguien deberá explicar o pagar como costo político. Mara paga todos los días un poco de ese costo.
Y hay algo más insólito aún. Los principales golpes mediáticos contra Mara continúan viniendo, como fue en estos tres años, del entorno más oscuro del gobernador. Y además no se cumplieron algunos aspectos centrales del pacto, como la división del PAN y el PRD, para asegurar un fácil triunfo de la alcaldesa.
El tema, llegado a ese punto, pierde incluso cualquier relación con la lógica política y se adentra en otros espacios, que son difíciles de entender y mucho más de explicar.
LA ELECCIÓN PACTADA Y LA ENTREGA DE DISTRITOS
Esa “transición pactada” ya empieza generar ruidos electorales. En un sector de la 4T están convencidos de que hay un acuerdo para entregar los distritos 1, 8, y 10 al gobernador. O sea, como se hizo en Solidaridad en 2021, la 4T va a hacer todo lo posible para perder allí.
Ese acuerdo podría incluir el distrito 13 de Bacalar (allí también hubo un extraño cruce de 2 mil votos en 2021, que hizo ganar a Anahí González como diputada federal por MORENA, pero a Chepe Contreras como alcalde por el PRI) y hasta posiblemente el 9, que incluye Tulum y parte de Solidaridad. Todo esto es ya un secreto a voces en MORENA.
Por eso, en la coalición, la 4T entregó el distrito 1 a Fuerza por México, y en el distrito 8 planean impulsar al ex antimarista, luego marista, luego antimarista, y próximamente marista otra vez, Isaac Janix. Todo muy poco serio para la importancia de lo que se está jugando el Estado en esta elección.
Pero de fondo el problema es mayor a eso. La lista de futuros diputados que empieza a asomar dentro de la 4T, más los acuerdos con el gobernador (con el nombre impresentable de la titular de Sefiplan, Yohanet Torres, en primera fila) augura que no será el próximo sexenio el tiempo de la transformación en Quintana Roo.
DECONSTRUYENDO A PALAZUELOS
Un operador político de Mara comentó que días atrás compartió una reunión con un grupo de mujeres de la clase media de Chetumal y el sur del estado. La sorpresa fue que le dijeron que ninguna le daría su voto a la alcaldesa de Cancún, y todas votarían por Palazuelos si fuese candidato. Ese debería ser un llamado de atención.
Por eso, la minimización electoral del actor y empresario hotelero es riesgosa. Palazuelos es una campaña electoral andante, tiene a grupos mediáticos y económicos con un poder incalculable detrás suyo, y será el único hombre en la elección, en un estado que aún tiene una fuerte presencia de machismo en la política y la vida cotidiana.
Hay quien dice que Palazuelos tiene muchos negativos para explotarle; no es totalmente cierto. Un “negativo” en una figura pública es algo que puede impactar en su imagen y que puede alterar, para mal, la percepción de los ciudadanos. Eso no existe en Palazuelos; su imagen pública está construida con claroscuros; de hecho, está construida con muchos de esos “negativos”.
¿Alguien va a sacar un video prohibido de él? Seguro que todos ya lo vimos. ¿Lo van a acusar de ser un junior asociado a los excesos del poder? Ya todos lo sabemos. Nada de eso le hará mella. Hacerle una campaña negra a Palazuelos es una pérdida de tiempo y dinero; no así para Mara o Laura Fernández, que sí tienen muchos negativos para explotar.
TERCER LUGAR
La mención en esta columna de la candidata del PAN-PRD, Laura Fernández, lleva a otro punto importante de esta semana. En la alianza “ex” neojoaquinista, literalmente, se agarraban la cabeza la noche del viernes cuando se supo de la candidatura de Palazuelos. “Nos vamos al tercer lugar”, decían en todas las oficinas del poder.
Eso impactará en el peso específico de esos partidos en el próximo sexenio. Dicho claro y pronto: quedarán muy pocos espacios políticos para repartir entre ellos, si Palazuelos es candidato de MC.
Ahora, todos ruegan (desde Mara hasta Carlos Joaquín) que desde la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto (como hizo con Marybel Villegas) “convenza” al MC de no apostar por Palazuelos y poner de candidato a alguien que no altere el plan de hacer ganar a Mara Lezama.
La idea es que la “transición pactada” (cada día más inexplicable, cada día más ofensiva para los ciudadanos) no se altere. Esta columna lo ha dicho en reiteradas ocasiones: el acuerdo de transición pactada con Carlos Joaquín, más allá de un cierto punto (que ya se superó largamente) es todo costo político para Mara. Y ese costo lo irá pagando, en cuotas fijas, en los próximos meses.
No es lo mismo ganar por 20 puntos que ganar por 5. No es lo mismo llegar al poder con una percepción positiva y de esperanza en la sociedad, que asumiendo todo el desgaste de un gobierno que se va.
No es lo mismo, o, mejor dicho, no debería ser lo mismo, la Cuarta Transformación que el agotado Gobierno del Cambio.