Hugo Martoccia
El discurso de Carlos Joaquín el pasado viernes en el Congreso estatal, en la entrega de la medalla Cecilio Chi, pareció el inicio formal del final del sexenio. Los resultados electorales del 6 de junio pasado, inapelables, marcaron el destino electoral del 2022. Lo de este viernes fue algo así como la formalización de una demasiado larga y compleja transición del poder, que incluiría el desapego total del mandatario estatal con la alianza que lo llevó al poder.
El discurso del gobernador nos deparó una de las definiciones políticas más indescifrables y polémicas que haya dado en su sexenio. Un Carlos Joaquín casi desconocido por el tono del mensaje, criticó la “poca visión de la realidad” de quienes confunden apertura del juego democrático con derrotas electorales.
Dijo el gobernador, textualmente: “abrimos las puertas al juego democrático como jamás se había visto en nuestro estado; aunque para algunos se llamen derrotas … que poca visión de la realidad”.
La pregunta que sobrevoló el Congreso, y, más tarde, toda la clase política, fue qué significa esa frase.
¿Fue una forma poco sutil de desentenderse de las derrotas electorales de su coalición?
¿Fue una mera crítica a los medios de comunicación que contabilizan las tres derrotas electorales consecutivas de la alianza, y las atribuyen a Carlos Joaquín?
¿Fue una crítica hacia el interior de su propia alianza, por las reiteradas quejas de que “los dejó solos” en la pasada elección?
¿O, yendo más allá, fue el inicio de un rompimiento inevitable con esa alianza, ante la certeza de que el PAN y PRD no aceptarán su apuesta electoral por MORENA para la sucesión de 2022?
Analicemos esas cuatro opciones, a la luz de los acontecimientos y el actuar político.
LOS CUATRO ELEMENTOS
El primero de esos puntos, si se trata de una forma de desentenderse de las derrotas, sería el menos trascendente. No hacen falta demasiadas frases para leer la realidad electoral del estado.
Para quien no lo recuerde, es la siguiente: Carlos Joaquín ganó en 2016 con el 45% de los votos. Luego, perdió 2018, 2019 y 2021. Cada una de esas elecciones las perdió de manera más contundente que la anterior. Punto. No hay nada más que agregar.
La segunda opción (si se trata de una crítica a los medios de comunicación que insisten con esas derrotas) tampoco tiene gran trascendencia. Lo único que pudiera dejar en claro es que la nueva “estrategia” de comunicación del gobierno hace agua por todos lados, como es evidente. Se trataría, de ser así, de un enojo momentáneo, pero que seguramente se repetirá muchas veces en los próximos meses.
La tercera opción ya abre la puerta a escenarios más complejos. Si la crítica fue hacia el interior de su propia alianza, es un mensaje que casi pudiera anticipar una ruptura. El contexto de esa frase tendría que ver, entonces, con las muy fuertes críticas que le hicieron al gobernador sus propios aliados porque no los apoyó en la elección del pasado 6 de junio.
El gobernador les responde que las derrotas no les corresponden a él, sino que son parte del juego democrático en el cual los partidos deberían haber sabido moverse. Desde hace mucho, una de las frases de cabecera de Carlos Joaquín es que él no va a meterse en los procesos electorales, aunque se lo pidan.
Pero en la política, los datos inapelables no se desvanecen con palabras. En la alianza PAN PRD razonan: ¿El gobernador no se metió en las elecciones? Eso no es cierto; se metió con todo en la única elección que le interesó: la de Solidaridad.
Allí nadie se ruborizó por el uso de las fuerzas de seguridad y la Fiscalía para desarticular la estrategia electoral de MORENA. Los viejos operadores electorales quintanarroenses saben distinguir cuando la mano del Estado, con todos sus recursos, se posa sobre una elección.
En ese punto, ese tercer elemento de análisis en modo pregunta, se une con el cuarto elemento ¿El gobernador ha roto formalmente la alianza con el PAN PRD? Hasta ahora, casi todas las respuestas tienden a un sí.
Uno de los arquitectos de aquella alianza que llevó a Carlos Joaquín al poder, no lo duda. “Ha dejado libres a los partidos”, dijo. Otro personaje que participó de aquel proyecto, dijo: “Nos está anunciando, por si hacía falta, que MORENA va a ganar en 2022 y va a ser nuestra culpa”.
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EL QUINTO ELEMENTO
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Todo este embrollo de preguntas políticas deriva, inevitablemente, en la sucesión de 2022. Hay una sospecha instalada de que el gobernador está inclinando la balanza a favor de la senadora panista Mayuli Martínez como candidata de su coalición.
Pero en el propio entorno de la senadora hay más dudas que certezas. ¿Se trata de un apoyo real? ¿O es parte de la pantomima para entregarle el poder a MORENA? En el entorno de Carlos Joaquín hacen referencia a la historia del propio gobernador, que enfrentó un sistema que se le fue con todo, y ganó. O sea, se propone que el hecho de darle la candidatura a Mayuli sería suficiente apoyo.
Pero, otra vez, las palabras de quienes armaron aquella coalición desmienten la postura de Carlos Joaquín.
Escuchemos a un panista que participó de todo ese proceso: “Eso no es suficiente. Nosotros le dimos un partido, y Puebla le dio el financiamiento. Sin esas dos cosas, no hubiese ganado”. La referencia tiene que ver, cómo se sabe, con el inestimable (pero no incuantificable) apoyo de un grupo político de ese estado a la candidatura de Carlos Joaquín.
Traducido, quiere decir lo siguiente: no basta el apoyo mediante una “nominación” del gobernador a Mayuli Martínez (o a quien fuera, en realidad) sino que se requiere de un compromiso de otra magnitud.
¿Van a estar los recursos de toda índole que hacen falta para ganarle al lopezobradorismo en el estado? Si no van a estar, la candidatura de la alianza va a ser apenas un aporte, desde dentro del propio PAN y PRD, a un triunfo de Mara Lezama.
Por eso, en las últimas dos o tres semanas los panistas locales han extremado sus contactos con el CEN del partido para saber qué significa la irrupción del nombre de Marybel Villegas entre la lista de las posibles candidatas a la gubernatura en 2022 por sus propias filas.
¿Es posible?, han preguntado. “Sí. Totalmente”, es la repuesta que recibieron.
Ese sería el quinto elemento a analizar. Si Carlos Joaquín rompe con su alianza ¿habrá vía libre para una candidatura de Marybel? Y si es así ¿en qué renglón de la historia política del sexenio habría que anotar ese hecho? ¿Será un hito más de la “apertura al juego democrático” de la que el gobernador se jacta? ¿O será la última y más dura derrota política y electoral de Carlos Joaquín?
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Marybel candidata del PAN ¿”juego democrático” o derrota para Carlos Joaquín?