Hugo Martoccia
La nueva asunción de Mara Lezama como alcaldesa de Benito Juárez dejó como principal legado político el peso de las presencias y las ausencias. La presencia de la cúpula morenista y la ausencia de Rafael Marín, por ejemplo. O, también, la presencia de una candidata a la gubernatura, y la extraña ausencia de un discurso que la sustente.
Entre esas presencias hay que mencionar algunas etéreas. Por ejemplo, la extendida idea de que una eventual candidatura de Mara en 2022 se gesta o acepta en oficinas de Palacio Nacional, el CEN de MORENA, y hasta en la Casa de Gobierno de Quintana Roo.
Y entre las ausencias etéreas, la más evidente es la de la Cuarta Transformación. En Quintana Roo, hasta hoy, pese a quien le pese, la 4T no significa casi nada. Hay que hacer una distinción: Andrés Manuel López Obrador es la 4T, y tiene el suficiente impacto para ser la primera fuerza política y electoral y ganar todas las elecciones que se crucen. Pero en la política local la Cuarta Transformación no ha llegado. No es un dato menor que Mara no mencionó esa frase ni una vez en su discurso.
.
PRESENCIAS Y AUSENCIAS
.
Mario Delgado y Citlalli Hernández, presidente y secretaria general de MORENA, encabezaron la “cargada” morenista a favor de Mara en su informe. Sería inocente negar el impacto político de esas presencias, pero tampoco todas fueron buenas noticias.
Fue evidente que MORENA se mueve alrededor de una potencial candidatura de Mara. Pero también lo fue la frialdad de los dirigentes morenistas para con el gobernador Carlos Joaquín (Citlalli ni siquiera aplaudió cuando lo presentaron). Y esa frialdad no es un dato menor, porque alude a un acuerdo político entre Mara y Carlos Joaquín, que no en todos lados es bien recibido.
Ese descontento de hasta dónde llega ese acuerdo ya es una discusión formal dentro del CEN MORENA. El descontento también incluye a la enorme influencia del Verde Ecologista en ese proyecto.
Alguna vez que a Mara le señalaron esos acuerdos, dijo: “No los hago yo, se hacen en la Ciudad de México ¿Por qué no preguntan en Palacio Nacional qué piensan del gobernador y del Verde? ¿Por qué no ven de dónde vienen las señales?”. Mara dice, entonces, que esos acuerdos se cierran en Palacio Nacional, y que aquí sólo se ejecutan.
Por el lado de las ausencias, la más notable del evento fue, quizá, la de Rafael Marín. En el entorno de Mara dicen que Rafa no fue para evitar suspicacias y dar señales políticas impropias. Por ejemplo, la señal de un apoyo explícito al proyecto Mara 2022.
Pero la pregunta sería, entonces, desde cuándo Rafa Marín es tan cuidadoso de las formas. No lo fue, por ejemplo, cuando participó del registro de Mara como candidata a la reelección, en una abierta demostración de que era la elegida oficial.
Parece que la realidad va por otro lado. Hay la idea de que Rafa Marín se va a mantener ajeno al “séquito” o la “cargada” alrededor de Mara, hasta que se defina la candidatura, que incluso podría recaer en él mismo.
Alrededor de Mara estarán siempre Anahí González o Mary Hernández o Yensunni Martínez, para representarlo de alguna manera. Si Mara es finalmente candidata, Marín aparecerá en el momento justo para dar esa señal inequívoca. Y si no lo es, ese bloque morenista no tardará en moverse hacia dónde deba.
Un dato final en este recuento de presencias y ausencias, para tomar muy en cuenta: algunos representantes de MORENA (Citlalli, por ejemplo) parecieron irse de Quintana Roo menos contentos de lo que habían llegado.
.
EL NO DISCURSO Y EL DERROTERO DE MARA
.
Lo primero que debe decirse de este punto es que no se hace aquí un análisis de la belleza literaria o expresiva del discurso de Mara en su asunción (que la tuvo) sino de su trascendencia política. El discurso mas importante de su breve pero meteórica carrera política, fue, quizá, el menos relevante de ese historial.
Fue un discurso largo, que hizo que el mensaje (si acaso lo hubo) se diluyera entre gestos expresivos casi impropios de un acto protocolar. No hubo prácticamente contenido político; se mencionó sólo una vez a AMLO y nunca a la 4T, y no marcó un camino ni una propuesta. ¿Por qué, si todos llegaron a respaldar a su candidata al 22, Mara no se candidateó a sí misma? Es un misterio.
Los gestos políticos no son, en casos como este, estridentes ni innecesarios. Muy por el contrario; son fundamentales. Y Mara los obvió, casi como si la política fuese un estorbo en su camino a la gubernatura.
Es extraño, porque si Mara llega a ser gobernadora, llegará mucho menos por su ascendencia social que por la política de pasillos y de palacios. Su potencial candidatura no es un clamor popular (ese clamor tiene nombre y apellido, y se llama Andrés Manuel López Obrador) es un acuerdo de elites, de oficinas palaciegas que se están repartiendo Quintana Roo.
Por eso, quizá el problema fundamental de Mara con la política en el sentido más amplio, es que no tiene que desafiar nada para ser candidata, y eso la hace descreer de la gestualidad política, de sus formas. Es como en los viejos tiempos del PRI; había que ser leal y caerle bien al gobernador, nada más. La candidatura era una consecuencia de ese comportamiento, que tenía un correlato institucional: al candidato lo hacían alcalde, diputado, dirigente, y luego gobernador.
Da la sensación de que, de alguna manera, el derrotero de Mara es similar. No debe ganar su candidatura en las calles sino en Palacio Nacional. En las calles los votos ya están, sólo esperan una candidatura. En Palacio sólo debe convencer al Gran Elector, que es quien decidirá todo. En ambos casos, parece que la política puede reemplazarse con adecuadas relaciones públicas. Y así se hace.
.
ACUERDO PALACIEGO
.
Esa situación nos lleva a otra versión más extensa de esa realidad. Y es que da la sensación de que Quintana Roo es una pieza de cambio entre actores políticos nacionales, y que se mira muy poco por los intereses reales de la gente.
Pareciera que en Palacio Nacional revisan números y ven que en Quintana Roo la elección está ganada y soporta lo que sea, incluso un gobernador como Carlos Joaquín metiendo mano en el futuro gabinete de Mara, o la presencia siempre polémica del Verde Ecologista.
El Verde se cobra en Quintana Roo sus 5 diputados federales que se pasaron a MORENA en 2018 para darle el control total de la Cámara de Diputados a Mario Delgado (una de esas diputadas, Ana Paty Peralta, será alcaldesa de Cancún, si el proyecto es exitoso) y también el bloque de 43 legisladores que hoy tiene, y lo hacen insustituible en la 4T.
Y quizá Carlos Joaquín se cobra su ausencia de operación en las tres elecciones que perdió, para dejar que MORENA se consolide. Si eso es así, Palacio Nacional paga esas cuentas con un acuerdo en Quintana Roo que, ya se ha dicho, parece casi ajeno a la 4T
Para el concierto político nacional parece que el estado fuera “sólo una cara bonita”; sólo importa por el turismo y el Tren Maya. Pareciera que 43 diputados verde ecologistas y los acuerdos (los que fueran) con Carlos Joaquín, bien valen que en Quintana Roo la alianza real de MORENA sea con el neoquinismo y el Verde, y que tenga poco, muy poco que ver con la 4T.
Hay un sector de la 4T, incluso en el CEN de MORENA, que no quiere la alianza con el verde y mucho menos con Carlos Joaquín. Pero parece que está perdiendo esa batalla.
Varios comienzan a dudar sobre la raíz profunda de lo que está pasando. ¿No será que Quintana Roo se decide en una oficina donde sólo pueden entrar unos cuantos? ¿No será que en Quintana Roo se pagarán costos políticos que quizá en otro lado no podrían pagarse?.
Volvemos, entonces, al título de esta nota: parece que Mara ya es la candidata de MORENA, del neojoaquinismo y del Verde, pero ¿es la candidata de la 4T?. Esa duda es la que aún puede desabarrancar todo su proyecto.
(Fotografía de Esmaragdo Camaz)