Hugo Martoccia
Lo primero que debe decirse en esta columna es que, para Quintana Roo, 2024 es la grilla de partida de 2027. Eso significa que los candidatos ganadores en la elección de junio del año que viene serán los que jueguen por la sucesión de Mara Lezama en 2027. En ese contexto, quienes le disputan a la gobernadora el control de esa sucesión son sus dos aliados: Jorge Emilio González Martínez, el llamado Niño Verde, y Carlos Joaquín.
Jorge Emilio tiene una larga lista de nombres para suceder a Mara; Carlos Joaquín tiene sólo el de la alcaldesa de Solidaridad, Lili Campos; pero si ella gana su reelección, posiblemente ese único nombre sea suficiente para lograr su objetivo. Mara, debe decirse, no tiene demasiadas opciones propias que ofrecer en esa eventual batalla. De hecho, no tiene ninguna real y totalmente propia al día de hoy.
Hay quien dice, sin embrago, que no debe utilizarse el término “disputa” entre los tres aliados; no hay nada de eso. Más bien será un acuerdo político que convenga a todas las partes. Sea uno u otro el escenario (acuerdo o disputa) un solo nombre es el que preocupa a todo el mundo, y es el de Roberto Palazuelos.
No hay mucho que decir sobre ese dato. Una persona que está en el entorno de la cúspide del poder, con acceso directo a Mara y Jorge Emilio, lo explica con una frase contundente: “Es tan peligrosa su candidatura, que en el 22 lo tuvimos que bajar”.
En Movimiento Ciudadano aseguran que Palazuelos será candidato al Senado y creen que tiene asegurado, al menos, el segundo lugar. Pero creen que si se le da al Verde la primera fórmula de la 4T al Senado y a Anahí González u otro morenista sin peso electoral propio la segunda, hasta podrían pelear la primera posición.
Hoy, ninguna encuesta dice que la 4T pueda perder esa elección. Pero lo cierto es que las encuestas hace un buen rato han dejado de ser confiables. Y además, hay una multitud de factores que pueden afectar el desempeño de MORENA y sus aliados: la polarización del país; la falta de AMLO en la boleta; el desgaste natural del gobierno de Mara y los municipales en el estado; la escasez de figuras con peso electoral propio en la 4T local, y los 250 mil votantes más que se esperan para 2024 con respecto a 2022, entre otros.
Quizá todo eso no sea suficiente para que la 4T ponga en riesgo su elección. Pero el nombre apropiado en una boleta opositora (Palazuelos, por ejemplo) podría hacer que todo se salga de control.
Además, como ya lo explicó este mismo espacio semanas atrás, aún suena fuerte la posibilidad de que en el marco del Plan C, MORENA permita que en algunos estados Movimiento Ciudadano se quede con el segundo lugar para así ganar el tercer senador y que no se lo quede el Frente Amplio por México.
La idea sería que MC sea un aliado legislativo en el arranque del Gobierno de Claudia Sheinbaum, y que con ellos se construya la mayoría necesaria para impulsar una agenda progresista. Palazuelos podría estar protegido por ese acuerdo nacional.
El aliado cómodo
La inclusión de Jorge Emilio en el debate por la sucesión es natural. Es el principal aliado político de Mara y es quien tiene la mayor cantidad de cuadros políticos con proyección en el estado.
Desde que Ana Paty Peralta se pasó a MORENA, en 2018, y luego se quedó con la suplencia de Mara en Benito Juárez en 2021, quedó muy en claro que esa es la alianza fundamental de la gobernadora y que la sucesión de 2027 deberá discutirse en ese ámbito. La presentación como nuevo cuadro de MORENA del titular de Sefiplan, Eugenio Segura, va por ese mismo camino.
Por otra parte, el Verde mueve sus cuadros por todos lados. Ahí están Renán Sánchez Tajonar, Pablo Bustamante, Francisco “Paco” Elizondo y hasta Estefanía Mercado en Solidaridad, entre otros.
Jorge Emilio quiere que alguno de esos cuadros, los que están en MORENA vinculados con él o los del Verde, se queden con la sucesión de Mara. Y Palazuelos es un problema mayor para lograr ese objetivo. Todos saben que si el empresario hotelero se queda al menos con el segundo lugar en las elecciones del 24, es un candidato fijo a la gubernatura en 2027.
Pero hay otro problema en el horizonte de Jorge Emilio, que se llama Lili Campos.
El aliado incómodo
Jorge Emilio y Carlos Joaquín tienen un acuerdo político. De allí surgió la diputación local para Yohanet Torres, y hay voces que dicen que de allí surgirá también la candidatura al Senado para el ex gobernador por la 4T. Lo impulsaría el Verde y lo acompañaría alguien de MORENA.
Un Carlos Joaquín senador es un problema de credibilidad y ética política para la 4T (algo que cada vez les importa menos) pero no es un problema para la sucesión de Mara. El ex gobernador no puede acceder de nuevo al máximo cargo del estado, por lo que es un espacio menos en la lucha sucesoria.
Pero el acuerdo político de Carlos Joaquín con Mara sí podría ser un problema para Jorge Emilio, si ese acuerdo incluye, como piensan varios, que Lili Campos vuelva a ganar Solidaridad. Inmediatamente, la alcaldesa se transformaría en una candidata natural a la gubernatura. Y sería un problema para la 4T, pero fundamentalmente para la sucesión que Jorge Emilio considera le corresponde manejar.
Justamente ese es el argumento que utiliza un sector del entorno de Mara para afirmar que la apuesta de la gobernadora por Estefanía Mercado en esa elección de Solidaridad es absoluta. Dicen que Mara debe ganar allí para frenar a Lili, porque de otra manera pondría en riesgo su sucesión.
Pero eso es cierto a medias. Si Mara quiere consolidar un proyecto político más allá de ella misma, Lili sí sería un problema. Pero si sigue un proyecto personal, más parecido a lo que hizo Carlos Joaquín, la llegada de Lili a la gubernatura no tendría porque ser tan conflictiva. Mara podría hacer un acuerdo de sucesión cómodo con ella, y se iría tranquila a seguir su vida política o privada. O sea, lo mismo que sucede hoy con Carlos Joaquín.
El plan anti Palazuelos
La conclusión de todo este tema podría ser la siguiente: Lili Campos como posible candidata a la gubernatura sería un problema sólo para Jorge Emilio, no del todo para Mara, y para Carlos Joaquín sería un éxito absoluto. Pero Roberto Palazuelos sí es un problema para los tres.
Las soluciones para ese problema llamado Palazuelos no son muchas.
Una es intentar bajarlo otra vez mediante fuertes presiones políticas desde la Secretaría de Gobernación. Pero debe reconocerse que en esta situación es muy difícil, por el acuerdo ya explicado entre MC y la 4T, y por el entorno particular de esta elección, en la que se reconfigura todo el poder nacional. Nadie se va a guardar nada ni va a negociar en contra de sus propios intereses.
Otra opción que ya se puso sobre la mesa es intentar atraerlo hacia la 4T. Podría ir con algún partido aliado, el PT por ejemplo, y jugar por fuera de la alianza. Así, MORENA y Verde ganarían dos senadurías y el PT la tercera con Palazuelos. El llamado Plan C.
Pero el problema de fondo no se resolvería; más bien se haría más grande, porque con los votos propios y la fuerza del lopezobradorismo, sería imparable. Los que han sondeado esta opción dicen que el actor ni quiere hablar del tema; está convencido que será candidato de MC y que su destino es el 2027 como gobernador.
La otra opción que se analiza es un acuerdo local entre Mara y el Frente Amplio por México (PAN, PRI, PRD). La idea es que la propia gobernadora apuntale ese frente en algunos lugares del estado, y que todos juntos vayan sobre Palazuelos. El problema es que ese acuerdo sería por otro lado casi una vía libre para que Lili ganara en Solidaridad, lo cual volvería todo al punto de inicio.
Como queda claro, la sucesión de 2027 comienza a jugarse en unos pocos meses, y no hay nada firme alrededor de Mara Lezama.
Por supuesto, la opción natural que debería buscar la gobernadora es dejarle la sucesión a alguien de su partido y de su equipo con peso electoral propio. Pero sólo es cuestión de buscar entre los nombres que la rodean, y se ve claramente que alrededor de Mara no existe tal persona. Excepto su hermana Verónica, que la acompaña ya a todos sus eventos, los demás nombres no tienen o la cercanía o el tamaño político para ese reto. Y la mayoría carece de ambos.
Los nombres con posibilidades son los que se pusieron en esta columna, y no son del equipo más cercano de Mara. O sea, la gobernadora debe encontrar en unos pocos meses un proyecto propio si quiere manejar su sucesión. No hay mucho tiempo.
En 2018, 4 años antes de dejar el poder, todos sabían que Carlos Joaquín se había decidido por Mara para su sucesión. Roberto Borge presentó a sus candidatos en 2013, y Félix González entre 2008 y 2009. Esos son los tiempos.
Para Mara, esa fecha casi fatal es 2024 y está a la vuelta de la esquina.