Hugo Martoccia
La pasada elección del 6 de junio, con sus números contundentes y su legado de escenario político propicio para que Mara Lezama aparezca como la candidata más firme a la gubernatura en 2022, parece haber quedado lejos. No es que Mara no sea casi una candidata natural, el problema es que esta suerte de sucesión adelantada ha tensado al máximo las relaciones entre los diversos grupos políticos que orbitan alrededor de la alcaldesa.
Los ataques mediáticos vinculados a gente del entorno de la alcaldesa, la andanada de críticas por supuestas decisiones de Mara que tienen que ver con Chetumal, y los golpes bajos entre los “heridos internos” que se sienten desplazados por nuevos actores políticos en el proyecto, son todo parte de lo mismo: esos grupos buscan acomodarse en el entramado de poder futuro, que es hoy mucho más grande, diverso y complejo que antes del 6 de junio.
El problema es que muchos de esos grupos son, entre sí, acérrimos enemigos, y las armas que utilizan para acomodarse en esos espacios le están pegando directamente debajo de la línea de flotación política de la alcaldesa.
Desde ya hace varias semanas, Mara ha perdido la agenda mediática positiva. O sea, tiene centralidad mediática casi absoluta, pero hoy se habla principalmente de todo lo malo que traería un posible gobierno suyo en 2022, y no de algo positivo. En los medios se libra una batalla interna que sólo la desgasta a ella.
No es posible soportar un año entero de esas críticas sin una estrategia mediática que incluya dosis parecidas de confrontación y acuerdo. No es posible estar bien con todos; a veces son los adversarios políticos y mediáticos los que reafirman la personalidad y el carácter de un proyecto. Y, más allá incluso, su misma ideología.
En ese contexto, no es gratuito que en el estado se hayan activado con tanta fuerza sus opositores internos. El senador José Luis Pech y el diputado federal Luis Alegre dicen que van a pelear la oportunidad de ser gobernadores en 2022, porque aún no está definido el género de la candidatura, y están casi seguros de que el proyecto de Mara no va a aguantar lo que está viviendo.
Marybel Villegas ha decidido recorrer el estado de punta a punta, pero centrándose en la zona sur y en lugares en donde la alcaldesa no tiene aún representantes políticos de peso. Allí donde el marismo es apenas un rumor, Marybel camina las calles. Incluso, la senadora ya agita sin ambages la posibilidad de ser candidata por una fuerza distinta a MORENA.
Los alcaldes electos de MORENA y otros en los ganadores del 6 de junio, también mantienen prendida una llama de esperanza. Ninguno lo dirá en público, para no romper los acuerdos que hay, pero no hay nada como un triunfo electoral para encender la natural ambición de poder de cualquier político.
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LOS LÍMITES DE LA “AMISTAD”
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En el fondo hay un concepto que engloba mucho de lo que está pasando, y es que Mara sufre demasiado “fuego amigo” porque quizá tiene más amigos de los que debería tener. A veces, los acuerdos políticos que se hacen alrededor de Mara, diluyen hasta la inexistencia el límite y perfil ideológico de su Gobierno actual y de su proyecto.
Pero tampoco hay que ser muy románticos o idealistas. Mara entiende mejor que nadie que la mayoría de los conflictos que enfrenta no tiene nada que ver con ideologías, sino con cifras. Muy pocos se han acercado a pedirle que haga un Gobierno más de izquierda, por ejemplo, o que adopte la 4T con sus enemigos y todo. La verdad es que la mayoría de las “diferencias políticas” desaparecen una vez que se da con la cifra correcta.
Pero ahí subyace un problema grave: Mara se ha aliado con actores políticos, y también mediáticos, vinculados a diversos pasados, que no se acercan para que se les pague una cierta cantidad de dinero, que sería algo tolerable. Esos actores quieren ser socios del poder, como lo fueron desde el sexenio de Joaquín Hendricks, y lo son aún con Carlos Joaquín.
Sólo hay que darse una vuelta por las portadas de los periódicos de los ultimas semanas para saber a dónde apunta cada grupo. Todos buscan una tajada de ese pastel llamado Quintana Roo.
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¿UN GOBIERNO DE CONTINUIDAD?
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Desde el entorno del gobernador quieren instalar la idea de que Mara es la candidata de Carlos Joaquín, lo cual es cierto, pero lo hacen con una argumentación falsa. Dicen que el gobernador es quien impulsa a Mara y quién dirigirá la sucesión, y eso no es así. El mandatario estatal sólo se acomoda a un escenario sobre el cual no tiene prácticamente ningún poder de decisión.
Para que se entienda: MORENA ganaría en 2022 aunque Carlos Joaquín le opusiera alguna candidatura. Solo hay que ver los números de la elección pasada y de las encuestas. Incluso, pudiera darse el caso de que su propia alianza sea encabezada por Marybel Villegas, una afrenta política para él.
En uno de los entornos de Mara, se entiende que el gobernador trabaja para allanarle el camino a la alcaldesa, proponiendo candidaturas débiles en frente y dividiendo a la oposición al lopezobradorismo. Pero se preguntan ¿cuánto vale eso? O, mejor dicho, ¿vale tanto como están pidiendo?
Hay personeros del gobernador que llevan y traen la lista de las supuestas exigencias de Carlos Joaquín para acordar con Mara. Incluye secretarías, posiciones variadas en el futuro Gobierno, proyectos actuales, y, por supuesto, inmunidad política y jurídica.
Hay un sector del marismo que considera que eso no tiene sentido. Y quizá sea cierto. Desde un punto de vista local, el gobernador no tiene tanto para ofrecer a cambio de lo que pediría. No puede trasladarle a Mara votos (porque no los tiene) no puede garantizarle paz política (porque esa garantía se la da a Mara Palacio Nacional) y quizá ni siquiera pueda ofrecerle dividir a la oposición, porque puede ser que no tenga mano en ese juego. ¿Y entonces, por qué habría que darle tanto espacio?.
Otro grupo interno asociado al marismo dice que más allá de lo que represente hoy el gobernador, siempre es mejor una sucesión tersa y pactada, que una pelea con un mandatario en funciones. Además, dan un dato real: las señales de un vínculo entre el gobernador y la 4T tiene también otros nombres propios, como el del mismo Rafael Marín y otros de Palacio Nacional, que incluso trascienden a Mara.
Quizá la realidad, como muchas veces sucede, se encuentre entre ambos extremos. Pero como sea, lo cierto es que nada puede ser más perjudicial para el proyecto de Mara Lezama, que se quiera instalar (y, mucho peor, que se quiera hacer realidad) la idea de que su potencial gobierno sería alguna forma de continuidad del actual sexenio. Su proyecto perdería solvencia, interés, unidad ideológica, y, sobre todo, simpatías políticas y votos.
Pero quien sabe. Quizá son justamente quienes tienen muy claro eso, los que agitan el “fuego amigo” contra la alcaldesa para intentar imponerle sus condiciones.
http://laopinionqr.com/fuego-amigo-el-mayor-riesgo-que-enfrenta-mara-y-que-podria-desestabilizar-su-proyecto/?fbclid=IwAR1TE-iuTlJjxKF7YnLberZyEGAeNzyxOCZ53RQPJU14hjMFmw_Yvqqt7-U