Hugo Martoccia
El primer año de Gobierno Mara Lezama pasó y dejó algunas buenas sensaciones, pero aún hay muchas dudas sobre su vocación y voluntad políticas en algunos temas de cara al futuro.
Por un lado, hay programas sociales de gran calado, apoyos a mujeres, gran impacto en salud pública, redireccionamiento del presupuesto, un estilo de gobernar muy cercano a la gente, y una gobernadora con presencia nacional.
Pero el gran déficit, sin duda, viene por el lado de las definiciones de fondo. Aún no queda del todo claro quienes son los aliados políticos centrales de este proyecto, cuál es el verdadero papel de MORENA (¿una marca que atrae votos para los impresentables de siempre, o un nuevo proyecto?) y si esta administración va a cambiar la historia en un par de temas que son primordiales para el estado; la corrupción y la impunidad.
Un breve recorrido por las principales indefiniciones del marismo en estos días muestran a las claras que aún no está del todo claro qué significa ese término.
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EL AFFAIRE ATENEA
El pasado 20 de septiembre Mara Lezama pasó una muy mala tarde en Isla Mujeres. La alcaldesa Atenea Gómez Ricalde utilizó gran parte de su Segundo Informe para emitir una durísima crítica contra el ex presidente municipal Juan Carrillo, un aliado fundamental del Partido Verde, y que es parte de ese heterogéneo armado político llamado marismo.
La crítica de Atenea no fue sólo como una forma de contrastar con la administración de su antecesor, lo que de por sí era una exageración a dos años de Gobierno. Fue incluso más allá y exigió que no haya impunidad, palabras que pareció un mensaje directo a Mara, que para ese momento ya no pudo disimular el enojo. Quizá fue innecesaria y casi violenta esa postura de Atenea.
La gobernadora, muy a su estilo, estalló en furia contra varios colaboradores suyos que son los que siempre le vendieron la idea de que Atenea era un proyecto interesante para la 4T. Pero en ese entorno hay quienes nunca estuvieron a favor de esa incorporación, porque dijeron que Atenea tiene su propia agenda e intereses, que son los de un grupo político que no tiene ninguna afinidad, política ni personal, con la gobernadora.
¿Que hará Mara con esta mala anécdota con Atenea? ¿Será suficiente para que se le niegue su ingreso al partido guinda? Nadie lo sabe aún. Se ha dado una instrucción de hablar con la alcaldesa y plantearle cómo debe conducirse si quiere estar en la 4T.
Pero el problema es de fondo. O, mejor dicho, de decisiones de fondo. Durante meses, la gobernadora no había permitido el ingreso de la alcaldesa a MORENA, porque quería ganar la elección de Isla Mujeres. Pero como la alcaldesa es hasta ahora imbatible en las encuestas, decidieron sumarla a la 4T. Se privilegió ganar por encima de cualquier cosa, algo que hace perder identidad política.
Ahora, no parece haber un camino fácil para resolver este entuerto. O se mete todo el poder del Estado en Isla Mujeres para tratar de ganar la elección con alguien que sea de Mara. O se gana la elección con Atenea y se cobija el crecimiento de un grupo antagónico desde dentro del propio equipo.
El pragmatismo extremo tiene ese lado oscuro.
EL NEOJOAQUINISMO RESIDUAL
Las “exigencias” de Atenea apuntan a otro ámbito en donde el marismo sigue sin avanzar, que es justamente la lucha contra la impunidad. Hasta hoy, las únicas investigaciones abiertas (al menos de las que se habla públicamente) son las que se llevan adelante contra dos ex alcaldes, que son justamente Juan Carrillo y la ex alcaldesa de Solidaridad, Laura Beristain. O sea, sólo se persigue a los enemigos de Carlos Joaquín.
De hecho, lo que tanto enojó a Mara que le hizo Atenea (exponerla ante un supuesto caso de corrupción de un aliado) el auditor Manuel Palacios se lo hace cada mes. Más o menos cada tres o cuatro semanas, el auditor del Estado da alguna declaración a los medios de comunicación recordando esas dos causas, y presionando de alguna manera a Mara para que les de impulso político.
Es, lógicamente, una jugada política de Carlos Joaquín, que tiene en Manuel Palacios a uno de su más fieles empleados en el Estado. La otra es la Fiscal Anticorrupción, Rosaura Villanueva. Ambos son posiciones del ex mandatario, y los principales alfiles del “paquete de impunidad” que dejó el ex mandatario para cubrirse las espaldas. Ninguno investiga (ni investigará) a los protegidos de Carlos Joaquín, como Víctor Mas o sus ex secretarios de Obras Públicas o Salud, a pesar de las múltiples y muy evidentes señales de corrupción multimillonaria en esas áreas.
Hasta hace algunas semanas atrás, la salida del Auditor y la Fiscal, dos funcionarios inaceptables para cualquier proyecto que se autodefina como transformador, era inminente. Pero ya dejó de serlo. El mandato de ambos concluye exactamente en un año, y parece que se va a cumplir el acuerdo con Carlos Joaquín de mantenerlos hasta septiembre de 2024.
Pero no todo es pérdida para la actual administración. Alguien que conoce y transita el entorno marista lo explica con palabras simples: “Ellos son tan fieles al Gobierno que se fue como al Gobierno que está. Por eso nada avanza ni va avanzar. Pero es en beneficio de las dos partes”.
¿Será así? ¿O habrá un golpe de mesa del marismo? Otro tema que nadie sabe cómo se resolverá.
LA CRISIS EN PLAYA
El neojoaquinismo y las encuestas son también un problema en Playa del Carmen. En los últimos días, en el búnker de Mara se blanqueó algo que ya todos sabían pero nadie quería decir en voz alta: en las encuestas de la propia gobernadora, Lili Campos va arriba, y no hay nadie de MORENA ni del Verde que pueda con ella.
El partido guinda, como marca, está arriba de todos, pero nadie de la 4T se queda con todos esos votos. Hoy, la diputada Estefanía Mercado es la que encabeza la encuesta por el lado de la 4T, pero necesita a todo MORENA para ganar la elección.
El plan original era llevar esas encuestas hasta diciembre, a mas tardar, y encolumnar a todos detrás de la ganadora. Pero es una tarea casi imposible, porque la verdad es que no hay condiciones para esa unidad en la que nadie trabaja realmente.
Hace un par de meses, Mara dijo que no mandaría a Cristina Torres a esa elección, porque la quería en la Secretaría de Gobierno. Pero quizá la necesidad obligue al menos a medirla para tener más opciones y saber qué hacer.
Aunque el problema de fondo sigue siendo el mismo, y es que nadie confía demasiado en que exista voluntad política de ganar esa elección. En los últimos días, en el PT y en el Verde estuvieron explorando entre sus referentes y sus bases locales, y la respuesta siempre es la misma: para ganar hay que hacer mucho más de lo que se está haciendo. Y ya casi no hay tiempo.
Todos apuntan a la falta de voluntad del Palacio de Gobierno de Chetumal para hacer oposición. Por ejemplo, a nadie se le ocurrió criticar el Informe de Lili o hacerle un contrainforme. No. Y, de hecho, se tomó la decisión de no hacer allí el mega evento por el aniversario de MORENA. Parece una lenta e inevitable retirada.
La pregunta no ha cambiado ¿Hay voluntad política para ganarle a Lili? ¿O la encuesta que la da ganadora es la mejor excusa para ir desinflando a la tropa propia del marismo? Otra vez, nadie lo sabe.
EL SEGUNDO PISO DEL MARISMO
La única señal política concreta de los últimos días fue un encuentro de Mara con la cúpula nacional del PT. La gobernadora habló con el “Profe” Anaya y la senadora Geovanna Bañuelos, entre otros, de temas locales que le interesan.
Pero ni siquiera fue algo tan concreto, porque hubo dos versiones muy dispares de esa reunión: Mara salió muy contenta y así se lo hizo saber a su gente; en el PT apenas lo ven como un mínimo acercamiento después de tanto frío político. Aún cuentan las veces que no se cumplieron acuerdos que ya se habían cerrado.
Esa duda central del PT se suma a todos los temas irresueltos que se trataron en este columna, y otros más de parecida desorientación, que requieren de definiciones políticas claras. ¿Qué muestran estos temas en común? Que no hay un marismo uniforme, porque que las líneas ideológicas políticas y conductuales de ese armado político aún no son claras.
Por ejemplo, después de un año, todo lo que el neojoaquinsimo, o el “pasado”, en términos generales, haya dejado como una estela de corrupción y la actual administración no denuncie, pasará a ser un problema de Mara. Y ese sería un momento crucial para saber qué es el marismo y hasta donde llega su vocación pragmática. Nadie pide que se rompan acuerdos de fondo, pero tampoco se puede pretender que todo sea acordable. La política tiene límites. O debe tenerlos.
El día que se sepa hasta donde llegan los acuerdos, y cuáles son los límites, con Carlos Joaquín, con el Verde, con el borgismo, o con el viejo PRI, ese día se conocerá cuál es el destino del marismo en la historia de Quintana Roo.