Hugo Martoccia
.Un sector del neojoaquinismo activó en las últimas horas a sus desgastados operadores para intentar instalar de una vez la figura de la aún verde ecologista Laura Fernández como su candidata a la gubernatura en 2022, avalada por el PAN. Del otro lado, el PRD salió con el mismo ímpetu a decir que el candidato idóneo es el actor y empresario hotelero Roberto Palazuelos.
Ambos sectores tienen sus razones, que confluyen, paradójicamente, en una misma idea: deben garantizar una candidatura competitiva si no quieren terminar en tercer lugar, y quien dice que más abajo aún, en la elección de junio próximo.
Pareciera que el proyecto de desmantelamiento de la alianza oficialista para entregarle el estado a MORENA, operado directamente por el gobernador Carlos Joaquín, pasó algunos límites. Ha dejado con tan escasa competitividad al oficialismo estatal, que si siguen así, ni siquiera van a ser factor de negociación.
¿Qué van a negociar con Mara Lezama si desde el inicio de la campaña les lleva 30 puntos de ventaja? Y ni hablar si el candidato es otro u otra, con quien ni siquiera tengan acuerdos preliminares. MORENA no los necesita para ganar, con cualquier candidato. Y eso es una mala noticia.
Por eso los grupos políticos y los representantes de los poderes fácticos del estado van y vienen entre oficinas enemigas. Le “venden” a Mara sus servicios, y luego proponen esa misma “capacidad operativa” a sus detractores para atacar y condicionar a la alcaldesa de Cancún.
La idea de fondo sería algo así: Mara va a ser gobernadora, pero no puede ser tan fuerte como para no necesitarnos en el camino.
Así las cosas, parte fundamental de los ataques a Mara provienen de supuestos aliados suyos, que juegan el juego de fortalecerla y debilitarla a la vez. La otra parte de los ataques a la alcaldesa de Cancún salen directamente desde un sector de lo más alto de MORENA, en donde sólo quieren debilitarla y derribarla. Pero de eso se escribirá más abajo.
EN BUSCA DE LA COMPETITIVIDAD PERDIDA
La senadora panista Mayuli Martínez lo dijo claramente cuando se dio a conocer que el PRI estaba fuera de la alianza en Quintana Roo: hizo referencia a “acuerdos cupulares” para quitarle competitividad a la coalición “Va por México”. Y aunque nadie quiera decirlo en voz alta, ese temor cruza transversalmente toda la coalición.
Un panista reflexionaba: “Laura está haciendo bien su tarea, construye en silencio. Palazuelos es inteligente, tiene recursos y está muy bien asesorado. Puede ser un gran candidato”. Pero de inmediato aclaraba: “Tenemos que garantizar que alguno sea nuestro candidato; si no, nos podemos ir al tercer lugar en la elección”.
La referencia apunta a que con MORENA con el triunfo garantizado, y sin candidatura fuerte, hay serias posibilidades de que algunas de las variantes electorales que habrá en el 22, terminen por sepultar al oficialismo estatal.
Por ejemplo, una candidatura de Palazuelos por el MC, o un desprendimiento de Marybel Villegas hacia Fuerza por México y/o el PT. Palazuelos ya demostró que es un animal mediático muy peligroso. Marybel tiene 20 años de trabajo en tierra, y cualquier alianza por izquierda que encabece sería, al menos, rentable electoralmente.
¿Que pueden hacer el PAN y el PRD, con el PRI navegando por su lado, para ser competitivos en ese escenario? Nada, o muy poco. No hay que perder de vista los números inobjetables: esa alianza, bajo el yugo del neojoaquinismo, perdió tres elecciones consecutivas, cada una peor que la anterior.
No hay señal alguna de que puedan mejorar esa performance si no llevan una candidatura muy competitiva en el 22. Por eso, la idea es recuperar competitividad para salir, al menos, a pelear algunos distritos y hacer una elección decente. El problema ahora está en los nombres.
Como ya se dijo, el gobernador Carlos Joaquín ha dejado en claro, a su modo, que hoy se siente más cómodo con la candidatura de Laura Fernández que con cualquier otra. Por eso se lanzó una operación para instalar esa idea.
En un sector del PRD dicen, sin embargo, que la figura de Laura Fernández no abona a la imagen de la alianza, y, en lo interno, tampoco a la reconstrucción del partido ni a la recuperación de alguna parte de su identidad de izquierda. “¿Vamos a llevar la candidata de Félix y del Niño Verde?”, se preguntaba horas atrás un referente ineludible del partido.
“Hace cinco meses Laura hacía campaña con la imagen de AMLO y de la mano con Mara. ¿Qué mensaje le vamos a dar a nuestro electorado?”, se preguntaba una perredista.
Un dato: allí no se creen realmente la idea de un rompimiento de fondo entre la ex alcaldesa de Puerto Morelos y Jorge Emilio González Martínez.
MORENA Y SU CAOS
Si nada extraordinario sucede, en los próximos dos o tres días MORENA debería anunciar a Mara Lezama como su candidata a la gubernatura. Pero el problema es que lo extraordinario se convierte en ordinario en momentos como estos.
EL CEN de MORENA ya activó a varios de sus referentes operativos para cuidar a Mara. Empiezan a trabajar en el complejo tema del financiamiento y la exposición pública personalizada. Ambos temas ya le tiraron dos candidatos a la 4T, y no quieren sorpresas.
Pero mientras eso sucede en la “parte orgánica” del partido, un sector del poderoso “Grupo Tabasco”, el más radical, quiere estirar la definición de la candidatura hasta febrero. En esa idea subyace un objetivo polémico: quieren desgastar a Mara con denuncias de todo tipo para sacarle la candidatura.
Los “racionales”, aún los que están en contra de Mara, entienden que se trata de una estrategia riesgosa y casi suicida. Derribar a Mara será, guste o no, tarde o temprano, un golpe muy fuerte a la 4T en el estado.
Mara lo dijo esta semana en una reunión: “Yo fui elegida con una votación histórica y después reelecta con 20 puntos de ventaja. Esa es mi historia política y nadie la va a cambiar. Yo entiendo muy bien que a mí, electoralmente hablando, me dieron un Porsche. Pero cuando me atacan sólo para derribarme, están atacando un proyecto más grande, que es el proyecto del Presidente y la 4T. Si continúan así, al que venga después de mí ya no le va a tocar un Porsche, le va a tocar un bocho del 68. Van acabar con el proyecto sólo por derribarme a mí”.
¿Cual es la situación hoy? La misma que La Opinión sostiene desde agosto; si la candidatura es para mujer, será Mara; si es para hombre, será José Luis Pech. Hoy, Mara va ampliamente adelante. ¿Y Rafa Marín? Él mismo ha explicado su situación: el Presidente le dijo que se quede en el proyecto del Istmo de Tehuantepec; sólo una necesidad extraordinaria del partido ante una hipotética caída de los otros aspirantes podría hacerlo candidato. Hasta ahora, esa eventualidad no ha sucedido.
El principal problema de la 4T en Quintana Roo, en este momento, es lo que esta misma columna señaló desde la semana pasada: la posibilidad de un rompimiento con el PT, y que ese partido, con la candidatura de Marybel, pudiera dividir fuertemente el voto de izquierda.
Ese riesgo no ha sido conjurado. Mario Delgado ya dijo, en privado, que da por caída esa alianza, y todo está en manos ahora del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Si él, que es el principal operador político y electoral del país en este momento, no lo arregla, no se mantendrá la alianza 4T en el estado.
Dicen que la política, tarde o temprano, siempre tiende a los equilibrios. Por eso, cuando un partido se hace muy grande y hegemónico, la etapa siguiente es que su adversario no surge desde fuera, sino desde dentro.
Esos signos de implosión ya parecen existir en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, y Quintana Roo puede ser uno de los primeros ejemplos.