Hugo Martoccia
Una de las mayores incógnitas de la política local es el papel que juega y jugará Movimiento Ciudadano de cara al 2024. Hasta hoy, el partido Naranja no ha sido oposición en Quintana Roo, y eso va en contra de sus intereses políticos y electorales inmediatos. Pareciera que MC, como casi todos los partidos del estado, se mueve al ritmo que le pone la gobernadora Mara Lezama.
Pero ese MC quintanarroense alejado del protagonismo que tiene en lo nacional, no necesariamente significa que el partido no vaya a jugar fuerte: quizá la estrategia sea consolidar al partido en la segunda posición estatal, quedando bien con todos, hasta con los adversarios. Una jugada muy al estilo Mara Lezama.
A simple vista, esa estrategia tiene argumentos aparentemente contrapuestos. Para ser segunda fuerza, MC debería confiar en lo que logró, pero también en sumar elementos a lo que ya tiene.
El partido obtuvo casi 51500 votos en la elección de 2022, alrededor de un 10% (tomando la elección de diputados, que es la más representativa en ese sentido) y quedó apenas a 8 mil votos del PAN. Lejos están los 122 mil votos del Verde como segunda fuerza estatal, pero ese es un escenario que se analiza diferente. Se trata de votos de la 4T que pueden ir y venir desde y hacia MORENA. Y así se toman.
Entonces, si bien los números del 2022 de MC fueron buenos, no alcanzan para dar un salto de calidad. Y allí aparecen los nombres que deberían sumar para dar ese salto.
El primer nombre que es el de Roberto Palazuelos como candidato a senador. El actor y empresario ya dijo hace pocos días que MC es la mejor opción política, y confirmó que quiere competir.
Otro nombre que hace ruido es el de Marybel Villegas. Si la senadora sale de MORENA porque no le quieren dar la candidatura de Cancún, el partido naranja podría abrirle sus puertas. Hay una constante ida y vuelta en ese sentido, medio en broma y medio en serio, entre Marybel y Dante Delgado en el Senado. El líder nacional de MC le dice que ellos pueden ser su plataforma electoral, y Marybel escucha y sonríe.
Con esos nombres, MC pasaría seguramente a ser la segunda fuerza estatal, y en algún lugar quizá la primera. Pero, en contraparte, abriría un frente de conflicto definitivo con Mara Lezama.
En una democracia consolidada eso sería lo normal: que los partidos opositores no buscarán conformar al Poder en turno sino confrontarlo. Pero en Quintana Roo eso no sucede. Nadie quiere ser opositor de Mara ni de ningún gobernador. Es parte de una tradición política quintanarroense que ya está fuera de foco y desactualizada, pero que es difícil erradicar.
Entonces hay que buscar un camino alterno.
El 24 y el 27
La gobernadora tiene muy claras dos cosas: el 2024 es la consolidación de su poder y, a la vez, el inicio de la sucesión de 2027.
Un claro triunfo en 2024 (Mara quiere “ganar todo”) sería como la llegada a la edad adulta del marismo, ese heterogéneo bloque de poder que Mara construye como elemento de reemplazo al lopezobradorismo, que seguramente va a dividirse y erosionarse cuando AMLO no esté ya en el poder.
Pero para ganar todo y consolidar el marismo, requiere de una oposición débil. Con el PAN, PRI y PRD tiene asegurado ese papel. Pero MC es un partido que pudiera darle sorpresas.
Pongamos por caso una elección donde, aunque la 4T ganara mucho, aun así perdiera Solidaridad en manos de Lili Campos, Benito Juárez con Marybel en MC, y que Palazuelos, aun si no pudiera ganar, hiciera una extraordinaria elección e ingresara al Senado con un fuerte caudal de votos.
El día después de la elección, entonces, nos dejaría una sucesión gubernamental de 2027 con tres elementos opositores muy fuertes (Lili, Marybel y Palazuelos) y con una 4T con votos, muchos municipios y diputados, pero seguramente con figuras mucho menos consolidadas. O sea, un riesgo mayúsculo para Mara.
Una oposición para Mara
En el entorno cercano de la gobernadora dicen sin vueltas: “Marybel y Palazuelos no van a competir en el 24”. Y recuerdan el caso del actor y empresario en 2022, cuando MC lo bajó de la candidatura a la gubernatura, aun cuando medía muy bien en las encuestas.
En ese contexto, se supone que las condiciones que hicieron posible aquella decisión de MC no sólo se mantienen iguales, sino que son incluso mejores. En aquel momento hubo que apelar a presiones fuertes desde la Secretaría de Gobernación. Pero ahora la propia Mara podría encarar ese acuerdo.
Y la operación es bastante simple. Propone convencer a Dante Delgado y a algunos cuadros fundamentales del partido, de no darles candidaturas a Marybel ni Palazuelos, y a cambio hacer a MC la segunda fuerza estatal mediante un decidido apoyo desde el Poder.
No es algo difícil. Entre PRI, PAN y PRD lograron menos del 20% de los votos en 2022, y difícilmente puedan aspirar a mucho más ante la enorme carencia de cuadros propios, y el desgaste nacional que tienen.
Si Mara apoyara a MC, e incluso permitiera una “sangría contenida” de cuadros dolidos con la 4T hacia ese partido, podría darle un impulso muy fuerte y ponerlo tranquilamente como segunda fuerza. Mara es hábil en esas elaboradas estrategias políticas.
Hay mil formas de acordar una situación así, ventajosa para ambas partes.
Mara quiere el control de su estado y MC tiene una estrategia de crecimiento nacional. En términos de votos, Quintana Roo no aporta casi nada a lo nacional. Entonces, si a MC se le garantiza un senador como segunda fuerza y un considerable crecimiento del partido de cara a su verdadero objetivo que es la presidencial de 2030, mientras a Mara se le quitan nombres inconvenientes del camino, sería una verdadera negociación de ganar-ganar.
Otros datos
¿Podría complicarse esta operación? Sí. Por ejemplo, si la alianza Va Por México consigue un candidato surgido de una gran elección primaria o encuesta abierta a la sociedad, podría tener una candidatura sólida que arrastre consigo a los estados.
En un caso así, Mara tendría problemas más serios que las candidaturas de Marybel y Palazuelos.
Otros punto es que hay quien dice que Dante Delgado y la cúpula nacional de MC no tienen para qué negociar con Mara lo que podrían conseguir por sí mismos, incluso en mejores condiciones. O sea, si con sus propios cuadros pueden ser segunda fuerza y posicionarse ¿para qué necesitan acordar?.
Una idea transversal a esa es que la nomenclatura del partido naranja sabe que en las elecciones presidenciales se reconfigura todo el poder por seis años, y no tendría sentido negociar minucias en una batalla de esa magnitud. Más tarde habrá tiempo para esos acuerdos.
Puede ser. Pero del lado de la gobernadora van a insistir todo lo que puedan. Mara no quiere que en la elección de 2024 salga victorioso ningún nombre que le represente peligro para 2027. Y hará todo lo que tenga que hacer para que eso no suceda.
Al fin, hay una máxima de la política que dice que “lo que se puede pagar, es barato”.