Hugo Martoccia
Las fotografías de Mara Lezama junto a Claudia Sheinbaum en la entrega del “bastón de mando” que le hizo Andrés Manuel López Obrador a la virtual candidata presidencial de la 4T, fueron la imagen política de la semana. Para resumir las diversas versiones sobre el tema, podría decirse que en la liturgia del poder lopezobradorista no hay casualidades: Mara estuvo donde debía estar, o a donde la llevó su propia audacia, con las dos figuras centrales de la política nacional. Sólo hay derivaciones positivas de cualquier tipo de análisis que se haga sobre eso.
Una de esas derivaciones implica un control absoluto de parte de la gobernadora hacia la 4T local de cara al 2024, y más allá también. Para quienes anticipan el renacimiento de las gubernaturas virreinales, en el entendido de que nadie (ni Claudia) tendrá la cuasi suma del poder público que logró AMLO, esa posición de Mara es envidiable.
Los gobernadores de Morena recobrarán el control de sus estados, y dejarán de ser meros gestores y rehenes de las simpatías populares de un portento político y electoral que los tenía (los tiene, en realidad) sometidos a sus designios. A ninguno le fue mal, por supuesto. Mara, por ejemplo, tiene asentadas en el estado obras públicas por más de 50 mil millones de pesos tan sólo este año.
En ese nuevo escenario, la gobernadora está en un lugar envidiable. Su relación con AMLO es extraordinaria (literalmente…no es normal que una gobernadora vea a un presidente cada 15 días) y con Claudia hay una cercanía política y afectiva indiscutible. La línea de comunicación entre ambas es mucho más profusa de lo que se conoce públicamente.
¿Mara será una figura pública nacional en un Gobierno de Claudia? El camino parece pavimentado hacia allá.
¿Lo hará antes de que concluya su administración? Difícil. La gobernadora quiere dejar un legado; un antes y un después. Y no se deja un legado a la distancia. .
Las dudas políticas locales
Pero no todo son buenas noticias. Hay quienes dicen que esa relevancia nacional de Mara no hace piso en Quintana Roo. Morenistas de Solidaridad se quejaban esta semana de que las órdenes e instrucciones para apoyar a Claudia en la interna de Morena fueron rápidas y precisas, y no es lo mismo con el tema local. Hacen falta definiciones firmes para enfrentar a Lili Campos si le quieren ganar, dicen.
Lo mismo pasa con la hidra de mil cabezas que es Morena, donde la gobernadora no termina de organizar la línea de conducción natural del partido. Y algo similar sucede en Cancún. ¿Para qué permitir que actores y actrices políticas que no llegan a dos dígitos en las encuestas continúen intentando dinamitar el único proyecto que se ve con buenos ojos en el entorno de Mara, que es el de la alcaldesa Ana Paty Peralta?.
Un dato relevante: muchos de los que entorpecen a Morena son los mismos que entorpecen en Cancún. Si hay espacios para todos ¿no es ya el momento de ordenar ese incipiente caos?.
La misma confusión reina aún entre quienes no entienden para que sumaron a la alcaldesa de Isla Mujeres, Atenea Gómez Ricalde, a la 4T. Una referencia fundamental del marismo dijo esta semana que el problema es el grupo político que acompaña a Atenea. “Son adversarios ¿cómo nadie se da cuenta de eso?”, se preguntaba.
Otros dicen que el escenario que Mara ve en ese caso tiene que ver con la necesidad de mostrar un mapa completamente morenista de Quintana Roo en 2024. ¿Cuánto cotizará en la política nacional un estado de color guinda sin una sola mancha azul? Quizá ningún otro gobernador logre esa hazaña, que podría lograr Mara. En ese contexto, los problemas que ese grupo político de la alcaldesa pudiera generar, son casi intrascendentes al lado del peso que tendría esa muestra de control político y electoral.
En estos días se sumaron dos nuevas rarezas a ese armado heterogéneo y demasiado confuso que es la 4T local. Una es la insistencia de entregar la Comisión de Derechos Humanos a la ex diputada Verde, Judith Rodríguez Villanueva. Sería otro ente del estado, como el Tribunal de Justicia Administrativa, por ejemplo, que estaría totalmente huérfano de figuras maristas. Y con un presupuesto de 64 millones de pesos para alentar a grupos de poder que no le aportan nada al proyecto, y que están vinculados a todo lo que se quiere cambiar. Hay tiempo para no cometer ese error.
La otra rareza fue la inclusión de la ex diputada Tepy Gutiérrez en la secretaría general del Congreso. Tepy es una referente de los más antiguos modos del régimen anterior. Y la pusieron en ese lugar aún en contra de la opinión del presidente del Congreso, Humberto Aldana, que quería otro perfil a su lado, alguien más ligado a los intereses de la 4T.
Por Tepy, y sus dudosas alianzas, pasará un presupuesto de más de 600 millones de pesos. Otro frente interno sin sentido aparente. Y más espacios para grupos que tienen poco o nada que ver con la 4T y que ya lo han demostrado a su paso por el poder.
Lo electoral
Las malas noticias también incluyen algunos temas relevantes desde lo electoral.
Por estas horas, una potencial salida de Marcelo Ebrard de Morena moviliza a su gente en el estado. Si el destino es MC hay buenas relaciones, aunque los marcelistas tienen miedo que se le otorgue el control de esa posible fusión al dirigente naranja, José Luis Pech. Si es así, creen que no los dejarán entrar con comodidad a ese proyecto.
La solución en ese caso, dicen, sería militar a MC en la elección de federal, y en la local jugar según los intereses de cada uno. Como sea, una salida de marcelistas generaría un problema en Morena Quintana Roo, al que no le sobra figuras.
El otro problema continúa siendo Roberto Palazuelos. En los últimos días detectaron al actor en la zona maya. Estuvo en José María Morelos explorando a los opositores a Erick Borges Yam. El alcalde de Morena enfrenta una situación compleja, y no le sobra nada para buscar la reelección.
Borges Yam ganó en 2021 con el 36% de los votos, en un lugar donde la 4T va dividida. Un reacomodo de grupos locales lo puede poner en serios aprietos. Es lo que busca Palazuelos para cimentar su proyecto a la senaduría, para lo cual cada vez extiende más redes.
Mara también hace sus jugadas electorales. Días atrás se reunió con el ex alcalde de Lázaro Cárdenas, Nivardo Mena. Se sabe que la gobernadora no quiere apoyar una reelección de Emir Bellos, que llegó al poder por el MAS y la 4T, y está explorando el escenario.
Nivardo conserva una fuerza electoral importante, y en un primer momento la idea es mantenerlo dentro de la óptica del proyecto. Nivardo ya jugó para el PT, el PRD y el MAS. Es una fuerza electoral personal que puede acordar con quien sea.
Algunos también le acercaron a Mara noticias de ciertos nubarrones en Tulum, Bacalar y Puerto Morelos. En el entorno de la gobernadora dicen que en donde la elección se puede ganar con operación electoral, como en esos lugares, no hay que preocuparse demasiado. No ven una oposición capaz de salir a competir en esos ámbitos. Pero hay que resolver, otra vez, los problemas internos.
Los riesgos potenciales están en las grandes ciudades, donde el voto independiente, si sale en masa motivado por una oposición nacional robusta (esperan al menos 200 mil votos más que en 2022) puede trastocar todos los planes.
Las certezas políticas locales
En el marismo no desconocen todos esos puntos oscuros, pero creen que no tienen la entidad de verdaderos problemas. Excepto el tema Palazuelos, que continúa siendo minimizado o negado por algunos, los demás serán resueltos en breve. Y habrá señales contundentes, dicen.
Ahora, el objetivo es consolidar el mensaje del Primer Informe de Gobierno. Allí, Mara refrendará sin dudar su compromiso con la 4T, resaltando lo que ha hecho en aspectos como lo social, salud y el manejo de recursos, por ejemplo, que marcan diferencias claras con el pasado.
El Informe le servirá también para disipar algunos nubarrones internos de la 4T. La gobernadora espera contar en ese evento con parte de la cúpula nacional del PT, y así cerrar la crisis por el voto en contra de ese partido a la reestructuración de la deuda. El camino es seguir consolidando esa alianza.
La semana que inicia, Benito Juárez votará en el Cabildo el proceso de rescisión de la concesión de Aguakan. Se trata de una bandera ciudadana que enarbolará la propia gobernadora y la alcaldesa Ana Paty Peralta, y que deberán seguir Puerto Morelos e Isla Mujeres. La suerte de Aguakan está echada, dicen en el marismo, y ese será un enorme triunfo político de la gobernadora con impacto en todo el quinquenio.
Pasado el informe, Mara resolverá algunas cuestiones de fondo en su gabinete. Habrá fusiones de secretarías (podrían ser hasta 4) y una limpieza de nombres en algunos lugares. Detectó en secretarios y directores una serie de indisciplinas y faltas de compromiso inaceptables para un proyecto que apenas lleva un año y que quiere cambiar las cosas.
Hay quienes ven que el propio estilo de liderazgo de Mara apela a ciertos rasgos caóticos que confunden, y que suelen ser los que generan algunas de esas actitudes. También eso deberá ponerse en la mesa a la hora de las decisiones.
El monitoreo constante del humor social que se realiza en la cúspide del poder marista muestra una imagen sólida de la gobernadora, pero con algunos focos amarillos. Por eso, el objetivo es mostrar una Mara paulatinamente diferente en los próximos meses. El segundo año de Gobierno requiere consolidar un mensaje muy sólido, una agenda más definida, y darle fuerza al segundo envión de la 4T, que ya no puede entretenerse en la superficie de las cosas y debe llegar al fondo de las estructuras del Estado.
Es un reto muy difícil, pero que está acorde a quién dice que quiere hacer historia.