Hugo Martoccia
Tiempo atrás, en una reunión interna del círculo más cercano de Mara Lezama, la gobernadora preguntó: “¿Qué hacemos con Cancún?”. La pregunta podía incluir, y seguro lo hacía, aspectos políticos, institucionales y electorales. Pero para todos esos aspectos, la respuesta fue la misma: “Le tiene que ir bien a Ana Paty”, le respondieron.
La respuesta requiere pocas explicaciones, porque su razonamiento es evidente. Ana Paty Peralta es la alcaldesa de Benito Juárez, que es el municipio más grande del estado, la cuna política de Mara, pero también el bastión y punto de partida de casi todas las oposiciones políticas que han surgido en Quintana Roo. Cancún es un riesgo para los oficialismos, sea cual sea su origen.
Por eso, Mara debe fortalecer la gobernabilidad de Ana Paty, y la alcaldesa debe tener una gestión sólida en la cual no haya ni un solo atisbo de descontrol o descuido, para que la oposición no encuentre tierra fértil en la cual crecer.
Pero, si todo es tan fácil de entender…¿por qué no sucede en la realidad?.
Esta semana, La Opinión dio a conocer una muy dura reunión entre Ana Paty y su gabinete, en la cual, palabras más palabras menos, les dijo que quien no trabaje se va. Y no fue un lugar común de esos que se dicen en cualquier reunión. Fue una advertencia que traerá seguramente consecuencias prácticas inmediatas.
La alcaldesa no lo dirá nunca en público, pero se cansó de funcionarios que han dejado de trabajar para el Gobierno, que hacen campaña o no hacen nada, y que cada vez que se los increpa dicen que ellos sólo le responden a Mara. Y no es una cuestión de egoísmo o poder. Es lógica pura: si Cancún se descontrola, se descontrola todo.
Hay, en esos funcionarios, una desviación política que, por intereses particulares, golpea a la 4T: si no trabajan para Ana Paty no ayudan a Mara; así de simple. Abonan a una potencial descomposición política y administrativa en Cancún, cuyo costo político recaería, antes que nadie, en la gobernadora.
EL CONTEXTO
Hay que decir que esto no es nuevo; sucede desde la asunción de Ana Paty. Pero ahora parece haber llegado a un punto crítico.
Desde el inicio de la gestión de Ana Paty, hubo una división muy fuerte entre verdes y morenos, al punto de hacer agendas separadas y casi no comunicarse. Pero esa lucha era, cuando menos, extraña, porque todos venían del mismo lado.
Ana Paty no le puso ni un solo reparo a Mara cuando asumió y la gobernadora dejó a gran parte de su equipo allí. En la lógica política, no debía haber grandes inconvenientes con ello. No es nuevo que un gobernador tenga posiciones en los ayuntamientos. Ha sucedido siempre, y seguirá sucediendo.
En este caso, quizá, la coyuntura enturbió un poco los acuerdos, tácitos o explícitos. Mara siente que este ayuntamiento 2021-2024 es suyo por derecho. Ella ganó esa elección y es su administración. Así lo siente y lo ha dicho abiertamente. Quizá por eso exigió más de lo que institucional y políticamente hubiera sido correcto.
Luego, las naturales aspiraciones políticas de Ana Paty se inmiscuyeron. ¿Pero qué puede hacer? ¿Qué persona que va a gobernar dos años Cancún no querría reelegirse si es legalmente posible?.
En ese contexto de por sí complejo, aparecieron los ya mencionados funcionarios “intocables”. Se llegó al punto de que algunas de las posiciones de Mara en el Ayuntamiento se le rebelan a la presidencia municipal.
Es una desobediencia que Ana Paty no puede (y Mara no debe) tolerar.
EL PATO RENGO Y LOS ACUERDOS POLÍTICOS
Estados Unidos incorporó a la política la teoría del pato rengo. Se refiere, en ese caso, a los Presidentes o gobiernos que están todavía al mando, pero no tienen autoridad porque hay otro ya elegido. En Cancún pareciera que hay quienes quieren aplicar una variación de este concepto. O sea, al no querer trabajar con la alcaldesa, y, teóricamente, sólo rendir cuentas a Mara, establecen una larguísima transición de poder de aquí a septiembre de 2024.
Es, ya se dijo, un despropósito que sólo puede terminar mal para todos.
Pero a veces, para desenredar temas complejos, lo mejor es ir a los hechos puros, exactos, que explican más que las especulaciones.
Vamos paso a paso.
Primero. Ana Paty no llegó a ser la suplente de Mara por obra de la casualidad ni de un error de escritura ni del Espíritu Santo. Fue una decisión política de Mara.
Segundo. Los memoriosos recordarán que hasta minutos antes del cierre de listas del Ayuntamiento de 2021, la suplente era Anahí González, quien hoy se mueve como la candidata de Mara a Cancún 2024.
Tercero. Ahora, nos hagamos una pregunta: si Anahí era la elegida para la sucesión ¿Por qué simplemente no la puso de suplente? Hoy, ya estaría gobernando y sería la carta natural para la reelección.
Cuarto. Ese lugar hoy lo ocupa Ana Paty por derecho propio. ¿Y por qué Ana Paty fue la suplente, entonces? Por un acuerdo nacional con el Partido Verde. Eso no tiene nada de malo, MORENA y el Verde son aliados. Pero entonces, diría un clásico priísta ¿Para qué saltar cuando el piso está parejo?.
Quinto. Pongamos las cosas en blanco y negro. Ana Paty fue la suplente de Mara porque es parte de un acuerdo aún vigente, y muy sólido, de MORENA con Jorge Emilio González Martínez. Ese acuerdo, que también suma otros nombres (AMLO, fundamentalmente, pero no sólo él) es el que puso a Mara donde está. Si una derivación de ese acuerdo implica que Ana Paty fuera su suplente, entonces, que ella gobierne no es una afrenta a Mara. Muy por el contrario; es, de algún modo (por acción o por omisión, contenta o enojada, con agrado o desagrado) una decisión de Mara.
Finalmente, y con esa misma lógica, es normal que Mara tenga posiciones en el gobierno municipal, pero también lo es que la autoridad principal en la toma de decisiones del día a día debe ser la de Ana Paty.
LA ELECCIÓN Y SUS RIESGOS
¿Y lo electoral, que es al fin el meollo del conflicto? Lo electoral se va a decidir en una mesa entre Mara, Jorge Emilio y algunos invitados especiales. Eso lo saben (lo sabemos) todos en la política. Incluso, lo sabe Ana Paty, que lo ha repetido en todos los ámbitos políticos en los cuales se lo han preguntado.
Sobre esa mesa se pondrán acuerdos políticos, encuestas (van a ser candidatos quienes garanticen el triunfo, como ya se dijo en La Opinión) promesas, expectativas y alianzas. Y allí se tomará la decisión. ¿Y entonces? ¿Por qué no fortalecer el trabajo de Ana Paty en el Ayuntamiento y dejar que lo electoral se resuelva cuándo y dónde se tenga que resolver?
Algunos pocos en el equipo de la gobernadora lo entienden así y trabajan para ello. Son los que dijeron: “Le tiene que ir bien a Ana Paty”. Otros, buscan generar animadversión de Mara con Ana Paty para poder presionar económicamente a la alcaldesa. O sea, una extorsión lisa y llana. Y hay quienes, irracionalmente, prefieren el caos y esperan tener la posibilidad de lograr en esa confusión algún rédito político. Le apuestan al pato rengo.
Pero quizá deberían ver los números y la historia, que dicen muchas cosas. En 2021, el 59% de los votantes de Benito Juárez votó en contra de MORENA y la 4T, a pesar del triunfo de Mara. En este municipio, las cenizas de la oposición están siempre encendidas, como lo han demostrado las elecciones desde 2002. Si la 4T sigue apostando al despropósito, va a empezar a jugar con ese fuego