Por Benito Suluv
A más de un año del inicio de la contienda electoral por la presidencia municipal de José María Morelos, al parecer las fichas ya están más que puestas y dispuestas en sus posiciones del tablero político, buscando el jaque mate para sus objetivos.
Como era de esperarse, en este municipio predominantemente maya, y que durante muchos años fue gobernado por una casta corrupta del priísmo que se enraizó en el Ayuntamiento, las rémoras del pasado aún intentan regresar por nuevos cauces, nuevos personajes y nuevas siglas partidistas.
En el 2021, en José María Morelos no hubo un candidato de unidad entre los tres partidos –Morena, PT y Partido Verde Ecologista- que conformaron la alianza opositora para enfrentar al desmadrado joaquinismo de la familia Pérez Alcocer, y cada uno de estos partidos puso a un candidato, y al final el que resultó vencedor fue el morenista Erik Borges Yam, con el 37.3 % de los votos, sacándole 11 puntos de ventaja a uno de los peores gobiernos municipales que nos endosó el joaquinismo, el de Sofía Alcocer, esposa de Pedro Pérez Díaz, amigo íntimo del ex gobernador. Alcocer obtuvo, un 26.99 % de todos los votos. En ese año de 2021, la fuerza del PT y el Partido Verde en este municipio, fue tan frágil, que ambos partidos, sumando sus votos, no llegaron ni al 8% del total. Un candidato de Movimiento Ciudadano, Carlos Cetina Alamilla, obtuvo por sí solo el doble de estos dos partidos, contando con el 19.52 % de los votos. Esto es, por supuesto, una demostración en números que demuestra que, la fuerza del Partido Verde –y ya no hablo del PT, partido inexistente a lo largo del estado- no es para nada ni segunda ni tercera ni cuarta fuerza, en zonas alejadas de sus votos cautivos y clientelares, como es el caso de Cancún y Puerto Morelos, donde en las pasadas elecciones de 2022 pusieron en práctica un sinfín de triquiñuelas que, exactamente en el obradorista Distrito 2, significó la compra de votos mediante tecnologías de celular, con códigos con números, además de amedrentar a la población que no salió a votar.
El hecho es que, como me comentan, en José María Morelos, no hay pie para una alianza en un año electoral de 2024 donde se decide la presidencia de la república: las posibles coyunturas electorales a nivel federal (la corcholata que quede será seguramente candidata de Morena-Verde-PT a nivel federal), en el caso específico del espacio político municipal josemariamorelense, Morena ha decidido por la continuidad de mando en este municipio, y refrenda la confianza que hoy le tiene al actual presidente municipal, que en menos de dos años de su gobierno, se ha volcado a trabajar en las comunidades de forma permanente (buena parte del voto de Borges Yam que le dio el triunfo en 2021, se obtuvo en las 64 localidades del municipio), sin descuidar la cabecera municipal, que hoy comienza a tener un nuevo rostro, más vivo y llamativo.
El PT, por su parte, ha decidido que un novel líder, que buena parte de su vida se la ha pasado en la zona norte, lo represente. Me refiero a Francisco Puc, alcalde actual de Sabán, donde ha brillado por su ausencia, pues Puc no se detiene, tiene huarache rápido, anda en campaña permanente, le ganan las prisas desde hace un par de años. En cuanto al Partido Verde, donde se han atrincherado los personajes más odiosos del joaquinismo y de lo que queda del priismo municipal, las rémoras que durante tantos años medraron con los parcos recursos del municipio, la candidatura es segura bajo las botas campiranas de un ranchero que un día despertó con ganas de ser político, me refiero a Luis Carrillo Góngora. Otro posible candidato a la presidencia municipal, y que en el 2021 compitió y obtuvo un buen porcentaje sin tanta alharaca facebooquera -como sí lo hicieron los virtuales candidatos del PT y el Verde-, es Carlos Cetina Alamilla. Es más que probable que estos sean los candidatos a la presidencia municipal en el 2024.
Pasemos inmediatamente una mirada rápida a los virtuales candidatos del PT, del Verde y de Morena.
El alcalde inquieto de Sabán
Hace unas semanas estuvo en el pueblo maya de Sabán, el irascible comunista y defensor de las dictaduras más rupestres de América Latina, Gerardo Fernández Noroña. Noroña le fue a otorgar a Francisco Puc el cargo de coordinador municipal de Afiliación al PT en este municipio, con Patty Casados, la que destronó al cacique Villatoro, como testigo de honor. “El sabanero”, como así le nombran, hizo verbena popular, y hubo bailes y areítos. Francisco Puc, que de 2020 a 2023 ha pasado por demostrar amores mercenarios y fidelidades volátiles a tres partidos (Morena al principio, coqueteando con el Verde luego, para terminar con la más fea, el inexistente PT), se sentía extasiado, sus carrillos se inflamaron de rubor, pues ya se imagina ser el nuevo batab, el nuevo portavoz de los mayas, y por eso tiene a personajes que actúan la mayanidad para él las 24 horas del día, cada vez que truena los dedos y saca unos pesitos. Se ha ganado las fidelidades de supuestos líderes mayas en una pequeña región que va de Sabán, X-Cabil y Sacalaca, y es muy diestro en las redes sociales, atacando sin piedad a los que osan discutirle una idea. En buenos términos, me parece que su peso político aún está en veremos, y resulta extraño verlo ahora con personajes como Jacqueline Estrada Peña, una de las más mediocres fichas del joaquinismo obtuso, que en el sexenio anterior dejó como un Sahara la cultura en el estado. El cargo de coordinador que le otorgó Noroña, demuestra a la perfección la fragilidad del PT en este municipio, donde los liderazgos fundadores de ese partido de maoístas han sido excluidos, apartados.
Un día mis botas de ranchero quisieron ser políticas
En marzo de 2021, al saberse que el candidato a la presidencia municipal de Morena, sería el empresario Erik Borges Yam, Francisco Puc y Luis Carrillo Góngora, conformaron un “bloque opositor” al candidato morenista. Hay una foto, donde se muestra a estos nuevos amigos, que juraban el nombre de Morena, pero que al ver que la decisión ya estaba decidida, ambos pasaron a coquetearle a los actuales partidos que ahora representan: uno, Carrillo, de la mano seguramente de su padrino Pedro Pérez, se fue a sentar con los señores dueños del Partido Verde en el estado para buscar la candidatura, y por cuestiones de procesos y papeleos ya avanzadísimos, no pudo ser el candidato, se quedó con el culo de fuera, sin posibilidad alguna. Puc, por su parte, cabildeó para hacer lo propio con el PT, y fue el mismo resultado.
Ambos participaron en contra de la candidatura de Borges en 2021 detrás de bambalinas, y es que, como se comenta en los cafés políticos de este municipio, ambos eran parte del Plan B y hasta el Plan C del señor Pérez, que buscaba –y ya tiene- la tranquilidad en un posible nuevo gobierno, y encima seguir medrando desde el feudo municipal. Luego, al ya ser el presidente electo Borges, Francisco Puc armó la falacia de que “por él ganó Borges” en los pueblos, demeritando el trabajo de una estructura que nada le debía a inexpertos de la realpolitik municipal. Carrillo, más decente, o más tonto (seguramente que esto último), pues no tuvo de otra que irse a refugiar en una gris e ínfima secretaría técnica de la SEDARPE, el feudo de su padrino.
¿Y quién es el señor Luis Carrillo Góngora? Se jacta de ser un empresario ganadero, y según los voceros del PVEM, es un “referente” de la “lucha social” en la zona maya del estado. En realidad, es todo un digno representante del PVEM en José María Morelos, que en este municipio se caracteriza por ser una logia de fifís de los cartuchos más quemados de la política rastrera. En un tiempo hizo migas con el desaparecido Luis Alegre y los hermanos Alamilla de Chetumal, estos últimos, rescatados por el Verde. En abril de 2022, este ranchero sin experiencia política alguna, y que durante la pandemia se dedicó a salvar empantanadas vacas con derrengue en cayucos y repartir raciones aguadas de chocolomo (esa es, al parecer, su digna “lucha social”), fue nombrado Coordinador General del Voto Verde en el municipio de José María Morelos. En ese sentido, trabajó cercano con la estructura política de su padrino, Pedro Pérez y otros joaquinistas de Dziuché. Bien a bien, su nula experiencia política y administrativa en las faenas del municipio, y su virginidad en la batalla electoral, lo hace un candidato sin sustancia para los Verdes en este municipio. Resulta extraño que los portavoces del Verde lo designen como “luchador social” a un rancherote que ha pasado la mayor parte de su vida, en la soledad de su rancho, en medio de la selva. Luis Carrillo durante muchos años estuvo opacado, en la sombra de su ex pareja, una vástaga del clan caciquil de los Romero de Tekax.
Se ha ganado a pulso el refrendo para buscar de nuevo la presidencia municipal
En cuanto a Erik Borges Yam, podemos decir que el refrendo que obtiene de su partido Morena para buscar la reelección, se entiende si pasamos revista a algunas –no soy exhaustivo- de sus acciones políticas al frente de este municipio. Desde reactivar la economía de los pueblos azotados por la pandemia mediante el trabajo con productores, creación de caminos sacacosechas; el buscar puentes de diálogo con todos los actores políticos; apuntalar un Ayuntamiento itinerante; o bien, poner un pulmón verde en plena plaza principal de la cabecera municipal, levantando arcos llamativos y con decoraciones mayas; o gestionar con los otros niveles de gobierno, la ampliación del hospital de la cabecera, una de las metas más importantes que ha puesto en su trienio, Borges Yam se ha ganado el refrendo para buscar de nuevo la candidatura.
A grandes rasgos, esto es mi percepción personal de la situación política en este municipio de la zona maya, de cara a 2024.