Por: Fabián G. Herrera Manzanilla
Coinciden muchos en que la música es el lenguaje universal del ser humano, sin importar su país o cultura de donde provenga, es una de las Bellas Artes, que nos impregna el alma causando alegría y melancolía también, pues no somos de piedra, sentimos tanto la algarabía y el dolor, por diversos motivos que afrontamos y vivimos.
En lo particular, a mi es un tema que me encanta y apasiona, fui en mi época de estudiante integrante del mejor grupo musical escolar hasta la presente fecha, al mando de nuestro inolvidable profesor Jaime García Martínez, quien despertó el interés en muchos de nosotros por incursionar más allá de la legendaria “Estudiantina” de la Escuela Secundaria Federal “Adolfo López Mateos” que evolucionó a Coro Instrumental, cuyo repertorio estaba basado en música de autores quintanarroenses nativos y avecindados en este hermoso rincón de la Patria, que fue su fuente de inspiración en su momento, así como de los llamados genios de la música clásica y compositores internacionales de la talla de Ricardo Ceratto, por mencionar algunos
Ese es el motivo del interés de un servidor por escudriñar en el surgimiento de las emblemáticas agrupaciones de antaño, que hicieron bailar a nuestros padres y abuelos en los bailes populares y de particulares, con ese ritmo caribeño influenciado por nuestra cercanía con la entonces colonia de Honduras Británica, hoy país de Belice, con los cuales igual tenemos un vínculo milenario y contemporáneo, aparte de ser una entidad internacional vecina fronteriza.
Sin más preámbulo, empiezo a reseñar el nacimiento de un conjunto musical que también marcó época en Ciudad Chetumal y fue embajador de esos ritmos propios del Caribe en otros lares.
Me refiero a “Los Cuervos” que el 10 de Abril de 1972, quedó integrado formalmente por Rafael Agustín Viera Abraham (voz), Miguel Can Bardales (guitarra), Agustín Cruz Cerda (batería), Miguel Osorio Rodríguez (teclado) y Candelario Aguillón Pinto (bajo), en el escenario del “Mauna Tiky” de la localidad de Calderitas inaugurado en Enero de 1962, por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, durante el gobierno del ingeniero Aarón Merino Fernández, con la finalidad de detonar el turismo ahí y en el sur de Quintana Roo. Su nombre primigenio: “The Free People”, que no les gustaba del todo, pues ellos querían ser un grupo que uniera y aglutinara a la sociedad chetumaleña sin importar la clase social o estatus económico, razón por la cual, en un momento de discusión en los camerinos, al llamarlos a escena un mesero les dijo que puro pelear hacían y parecían unos cuervos, apelativo que los convenció más para su naciente agrupación y de ahí se rebautizaron como “Los Cuervos”, eligiendo como vestimenta ropa de color negro con botas del mismo tono o amarillas en su caso para asemejar las patas de dicha ave y ser congruentes con su nombre.
En el Centro Nocturno “Koba” del “Motel Río Hondo”, sito a la entrada y/o salida terrestre de la capital, tocaban los Viernes y Sábado. Créase o no, aquí se presentaban grandes personajes de renombre como Lupita D’Lassio, Javier Batis, así como Chabuca Granda, Guadalupe Trigo y su esposa Viola, con quienes al terminar la noche de variedad armaban la bohemia hasta el amanecer, interpretando juntos temas como “Fina Estampa” por mencionar algunos; de hecho, alternaron con el internacional Byron Lee en el “Palacio de los Deportes” cuando vino por segunda ocasión en 1974 a la capital.
Bajo la marca “Cisne y Raff”, logran grabar dos Discos LPS en la Ciudad de México, en 1974 y 1976, con el gran baterista Luis Jorge Cortés Mugártegui, en el bajo Juan Carrillo Alpuche, en el teclado Juan Guadalupe Luciano Mario Eusebio Herrera Suárez, entre otros miembros que se integraron después.
Eran generosos y no todo consistía en obtener un lucro con la música que tanto los apasionaba, así en los festejos de los 15 años de una joven de nombre Micaela, tocaron gratuitamente debido a la falta de capacidad económica del padre de la cumpleañera que les pidió ellos tocaran, fue el inicio de un gesto altruista de esa agrupación que sería un sello particular en ellos, al celebrarle junto con el entonces presidente del Club de Leones, Don Hugo Clemente Landeros, a muchas jovencitas de familias de escasos recursos económicos, el haber llegado a la edad de las ilusiones, previo estudio socioeconómico realizado a sus padres.
Más adelante, otros grandes músicos destacados hasta nuestros días fueron reclutados por “Los Cuervos”, como Eduardo Espinosa Abuxapqui quien los puso a la vanguardia en los teclados de alta tecnología que aquí se vendían y Mario Guerra Martín en la guitarra.
En el “Jardín Boulevard” cuando el grupo “Bronco” estaba en su apogeo en la década de los noventa alternaron con ellos y Miguel Can Balderas, se despidió del escenario para siempre. La voz y alma de la agrupación Rafael Agustín Viera Abraham, canta en el reino del Creador desde años atrás, pero su voz quedó para la posteridad en esos discos que nos legaron como testimonio de su aportación a la música que nos distingue y aún fascina y pone a bailar a los capitalinos, al ritmo magistral de la batería a cargo del profesor Luis Jorge Cortés Mugártegui que igual descansa en el Cielo. Estos son solamente algunos datos sobresalientes de esa gran agrupación musical de antaño, recordada hasta nuestros días por muchos y son referencia obligada de escuchar para los que amamos esa que no en vano es una de las Bellas Artes como he referido
Durante una presentación en el “Lions Club”” de la Honduras Británica, hoy país de Belice.
Contraportada de la carpeta exterior del primer disco grabado en 1974 en la Ciudad de México, con la compañía disquera “Cisne y Raff”.
En la parte lateral del Salón Bellavista del Centro Social “Quintana Roo” fue captada esta imagen en 1984. En el orden de costumbre: Miguel Can Bardales, Mario Martín Guerra, Rafael Agustín Viera Abraham, Ariel Chávez Viera y Eduardo Espinosa Abuxapqui.