Por: Agustín Labrada
Micaela se dedica al espectáculo: canto, baile y “streep tease”; y con su cuerpo ligeramente hinchado y sus virtudes escénicas ha recorrido el Universo, que para ella va desde Veracruz hasta Belice, de Playa del Carmen a Villahermosa. Cuando conversa, nunca dice su verdadero nombre; cuando se desnuda, se cree una reina.
Nos mira con lejanía mientras bebe cerveza y el aire ondea sus cabellos, en los que se descubren urdimbres de falsos colores mil veces aplicados sobre una cabeza que –en su remota infancia– cobijó los sueños de aprender ballet y de tocar el piano, de abandonar su vecindad en el puerto jarocho e irse a vivir a Europa.
Lleva una década en ruedo y conoce al dedillo el bajo mundo del sureste. Sobre su piel de veinticinco años se dibujan las huellas de una vida disipada: noches sin dormir en burdeles y cantinas; viajes en camiones de segunda, en autos ajenos, a caballo por los montes de Chiapas y una vez en avión desde Tabasco hacia Cancún.
¿Te sientes realizada, te sientes artista?
Si Gloria Trevi dice que es artista, ¿por qué no lo voy a ser yo que canto bien y bailo suave? Lo otro es una pendejada. Además, no conozco a nadie realizado. Yo soy feliz cuando estoy encaramada sobre un escenario, las luces me iluminan y todos los hombres alrededor enloquecen por mí y me echan flores.
Ahí soy alguien, pero después me quieren ningunear y tratarme como puta, como si algunas de sus viejas no lo fueran también. Sé de unas en mi rancho que parecen no romper un plato y hacen lo suyo a escondidas, luego salen a caminar estiradas como paraguas y no miran a nadie. ¿Acaso creen que no van a morirse?
¿Has pensado en la muerte?
En la muerte todos somos iguales, las que salen en “Play Boy” y nosotras. A veces, me siento como ellas y a veces me siento como una muerta. Depende del cliente cuando trabajo fuera y del público cuando bailo aquí adentro. Pero párale, ¿no? No quiero que el fotógrafo me retrate si no hay feria. ¿De acuerdo, mi gordito?