Por Manuel Enríquez
✓La vida bohemia y nocturna moldean el inicio del cambio.
✓Frecuenta el “Moulin Rouge”, las fiestas en casa de Stein y Los “Cuatro Gatos”en Barcelona
✓Desde adolescente conoce a la intelectualidad rebelde de España y a los modernistas de París.
III Parte
Entre los 18 y los 20 años de edad, Picasso ya no quería saber nada de academias de arte. De Málaga se fueron a vivir a Coruña todos los Ruíz Picasso; luego se pasaron a Barcelona y, desde ahí, en ciudad Condal, marcó su distanciamiento para comenzar un camino propio.
En plena adolescencia, quería vivir sólo, aprender, gozar, conocer, sentir cosas nuevas y empezar ya a pintar diferente sin estar bajo el control de nadie ni bajo las instrucciones de alguien, ni siquiera de las escuelas predominantes.
El ojo nocturno de París, el famoso fotógrafo Brassai, cuenta que Picasso le reveló por qué por esas fechas en Barcelona decidió quitarse todos los nombres que tenía, excepto el de Pablo, y dejar únicamente ese apellido para identificarse: se quitó el Ruíz -afirma- porque el otro apellido le parecía más sonoro, “extraño” y porque tenía doble “s”, como los apellidos de Matisse, Poussin o Rousseau.
Buscando autodefinirse, ya no quería pintar lo tradicional (que, cuando accedía, lo hacía extraordinariamente bien -ver por ejemplo “Ciencia y Caridad”-) al estilo renacentista; quería nuevas formas de pintar, de definir, de precisar.
Lo que Picasso buscaba desde entonces era interpretar en base a la razón y a lo que uno mismo siente y no sólo en lo que se ve.
Esto muy pronto llevaría a Picasso a revolucionar el mundo del arte mediante un modo distinto de entender el mundo.
Ésta fuerza de cambio que tenía muy dentro Picasso, la robusteció con los grandes del impresionismo en París, Monet, Renoir, Degas, al tiempo de observar detenidamente a los expresionistas y surrealistas como Van Gogh, Eduard Munch y, sobre todo, a Cézanne.
El caso es que Picasso, desde la adolescencia ya andaba rebelde de pintar como los renacentistas, de los que había aprendido bastante bien.
Fue así como poco a poco construyó su propio sistema creativo en el arte.
En Madrid dejó de asistir a las escuelas de pintura y se dedicó, más bien, a recorrer las calles de la capital española pero lo hizo con muchas carencias económicas y, por lo mismo, muy bajo de ánimo.
Un amigo suyo lo saca de Madrid al invitarlo a París y ahí comenzó a frecuentar a los artistas del momento y a a disfrutar de los cafés de Montmartre.
También gozó y aprendió de la vida nocturna, del “Moulin Rouge”, de cabarets y bares y del bajo mundo del “Quartier (barrio) Latín”.
Regresó a Barcelona y para no extrañar tanto la vida bohemia que llevaba en la capital francesa, Picasso visitaba todas las noches el barrio chino de ciudad Condal, donde había cantidades ingentes de antros, de hoteles de muy baja calidad y prostíbulos. En especial le gustaba un cabaret que se llamaba“Edén Concert” (muy cerca de la famosa avenida de la Rambla) dónde montaban espectáculos al estilo del “Moulin Rouge”en París.
En Barcelona acudía todas las tardes a la famosa cervecería-café “Els Quatre Gats”(Los cuatro gatos) dónde conoció a los artistas más irreverentes de las tradiciones artísticas academicistas, a los inconformes, a los que buscaban lo nuevo, por eso se entendió perfectamente con ellos a quienes les vendía muy baratos sus cuadros, haciendo muchos retratos.
Del academicismo que le dio su padre y las diversas escuelas en Málaga, la Coruña y Barcelona, en la niñez y la adolescencia, ya no quería más de eso y se dedicó entonces a la bohemia y la autodefinición.
Y ahí está el parteaguas. Antes de que conociera el arte africano, Picasso ya daba muestras claras de su búsqueda. Cómo dijimos en el capítulo anterior, en el retrato que le hizo a Gertrude Stein (mismo que hizo y rehízo muchas veces) reflejó claramente su cambio a lo abstracto (ver mirada de Stein) y la influencia de Cézanne si se compara la de Stein con la que el padre del arte moderno hizo de su esposa.
Pero aún más claro queda el cambio de Picasso con el retrato que le hizo a su gran amigo Jaimen Sabartés -quien lo introdujo con los artistas rebeldes de Los Cuatro Gatos en Barcelona-
Veamos esa pintura que hizo en 1901 (a sus 20 años de edad) mucho antes que la gran obra parteaguas al cubismo con “Las señoritas de la calle de Avingó” que realizó en 1907.
Obsérvese el expresionismo y surrealismo, ahí presente de Munch.
El cambio fue radical. Recordemos la obra de “El hombre con boina “ que hizo a los 14 años, en 1895.
Pero antes de esto, hay que observar que de niño ya traía sus propios códigos que no tardaría en desarrollarlos cuando deja el academicismo:
Está la hizo cuando tenía 13 años, en 1894.
Veamos la misma, pero 43 años después:
Y luego como vuelve a lo sencillo, a la síntesis, con la misma pintura pero con distinta interpretación, a sus 68 años (1962):
En la IV y última parte se analizarán esos códigos de Picasso.