Por: Fabián G. Herrera Manzanilla
Hoy 23 Julio de 2023, se conmemoran 25 años de que la Casa de la Crónica abrió sus puertas, logrando así, una aspiración mi padre Ignacio Abdiel Herrera Muñoz, que en paz descanse en la Casa del Creador, imprimiéndole un sello particular a la responsabilidad que le había otorgado la ciudadanía avalada por el H. Cabildo que encabezaba la profesora Rosario Ortiz Yeladaqui, al nombrarlo Cronista Vitalicio de Ciudad Chetumal, el 16 de Julio de 1991.
Lo cual, representó siempre para él, un gran honor y al igual una significativa distinción hacia su persona, que implicó desde ese momento una gran responsabilidad, pues se convirtió en el fedatario de los hechos de trascendencia que cotidianamente se suscitan en este terruño, así como el escudriñar entre los documentos y los apuntes de los datos y los hechos que conforman nuestra historia local.
Su labor como Cronista, él siempre la concibió luego de tener el nombramiento nunca limitada al simple recuento histórico, sino también, adoptaría como otra función sustantiva y primordial de ser defensor incansable del patrimonio histórico del lugar donde nació y lo vio crecer, un 24 de Septiembre de 1936, cuatro meses antes de que el nombre de Payo Obispo se cambiara por el de Ciudad Chetumal, a iniciativa de un gran gobernante como lo fue el general Rafael E. Melgar.
Porque en nuestra ciudad, muchas huellas de nuestro transitar fueron desapareciendo, por causas de la furia de la naturaleza, otros por el abandono y algunos muy señalados por la avalancha de la urbanización y no haber sabido capaces de conjugar el pasado con el presente.
Los huracanes como el “Janet” y el “Carmen” del siglo pasado, arrasaron principalmente primero con gran parte de los íconos citadinos constituidos por las casas de madera que representaron una arquitectura artística al estilo arquitectónico “anglo-caribeño”, que a pesar de ser rescatados en 2005 actualmente han vuelto a ser presas del abandono y están desapareciendo, llevándose con ellas gran parte de la imagen pintoresca, elegante y moderna del Chetumal que muchos guardan en su memoria, cuyas raíces arrancaron bruscamente.
Estas y otras fueron las preocupaciones asimiladas por mi padre, que lo incentivaron a ir recopilando todos los documentos y fotografías que avalaban la génesis y evolución histórica, de esta nuestra querida capital del Estado de Quintana Roo, que lo es de derecho, más no de hecho, desde hace ya podemos decir más de una década atrás.
Por lo que él decidió en primer término, elegir un espacio físico para concentrar la memoria histórica en forma permanente, a fin de que estuvieran al alcance de la sociedad, de los estudiantes, de aquellos interesados en conocer nuestro derrotero que inició hace 125 años, pero, sobre todo, para que las nuevas generaciones conozcan el lugar en donde viven, lo que fue y lo que va surgiendo en parte, que algunos en pláticas escucharon por boca de sus padres y de sus abuelos en el seno familiar.
A 25 años de estar funcionando este inmueble cultural con todo afán y un inmenso cariño al terruño, están expuestos no en su totalidad, pero si una gran mayoría que motiva entre quienes los observan en algunos casos recuerdos de aquello que momentáneamente han olvidado.
Si bien son cinco lustros los que se han recorrido sorteando muchos obstáculos, aún falta mucho por hacer, puesto que hay mucha historia y testimonios guardados en baúles y roperos que deben darse a conocer en este aparador histórico que es en sí la Casa de la Crónica.
Logro que él humildemente consideró, no hubiera sido posible sin el invaluable apoyo que otorgó el Gobernador Constitucional del Estado, ingeniero Mario Ernesto Villanueva Madrid, que pese a las circunstancias por las que hoy atraviesa es un chetumaleño y quintanarroense de pura cepa y profesa un inmenso amor al terruño que lo vio nacer, no en vano el pueblo aún conserva reconocimiento y cariño hacia él.
No podemos omitir, al ingeniero Javier Díaz Carvajal, quien fuera Presidente Municipal, a Carlos Cardín Pérez, quien fungía como Presidente del Comité del Centenario; la aprobación del licenciado Joaquín Ernesto Hendricks Díaz y la autorización del Presidente Municipal, Eduardo Espinosa Abuxapqui, para que sea instalada en forma permanente en el histórico parque cuyo nombre impuesto cuando fue inaugurado fue el de “Nigromante”, rebautizado popularmente por el de “Los Caimanes” debido a los saurios que lucía y desaparecieron, obra del escultor Rómulo Rozo, quitados sin justificación alguna.
Afortunadamente, recibió un excelente mantenimiento antes de fenecer el pasado período de gobierno junto esa emblemática ágora y está en un proceso continuo de consolidación y dignificación por la presente administración gubernamental, a través del Instituto de la Cultura y las Artes del Estado y la actual edil othonense, pues este anexo cultural necesita ser fortalecido, porque ahí está visible todo lo que nos da identidad y justifica lo que somos en la actualidad, cuya historia jamás nos podrán despojar gracias al gesto espontáneo de mi padre Ignacio Abdiel Herrera Muñoz, mis tíos paternos, la ciudadanía que sigue confiando en nosotros para que el vitral de nuestra historia se actualice día a día, porque es para el beneficio de ellos y nuestra estirpe, que amerita conocer junto con toda esa amplia infraestructura cultural con que cuenta Ciudad Chetumal, para al menos entender el por qué los que nos antecedieron decidieron heredarnos esta Patria Chica.