Por Agustín Labrada
El imperio expansivo de la salsa trae un nuevo nombre que abre el milenio con un proyecto llamado “fusón” y temas musicales que recuerdan a la “salsa erótica”, pero con sonoridades de mayor riqueza y amplitud. Se trata del dominicano Chichí Peralta, quien grabó con la “Orquesta Sinfónica de Londres” y cuenta ya con discos de oro.
El prestigio de Peralta viene de su pertenencia a la banda “440”, del músico Juan Luis Guerra, considerado un renovador de géneros caribeños rurales como la bachata y el merengue. No obstante, cuando emergió con una alternativa independiente, sus propuestas –como las contenidas en el disco “Pá otro lao”– resultaron ser éxitos.
Su pasión por la música, fundamentalmente percusiva, se remonta a sus cuatro años de edad cuando hizo que una lata de aceite sonase como tambora. Su madre le pegó y su padre le compró una tambora auténtica, su primer instrumento, su primer paso por un camino que lo llevaría a la fama en el Festival Viña del Mar.
¿Por qué decides ampliar tus horizontes musicales más allá del merengue?
Nací con la música fusionada y he decidido hacer, de forma profesional, algo que me sale del alma. Afortunadamente, la gente me ha aceptado y siento que me quiere muchísimo. Con ese afecto me apoyan lo mismo en República Dominicana que en México, en Estados Unidos y en Europa. No traiciono el merengue, sólo hago música con la ayuda de Obbatalá.
¿Cómo resumes tu experiencia dentro de la banda “440”, de Juan Luis Guerra?
Eso es una escuela, donde estuve ocho años y medio. La llevo en mi memoria. Allí me sentí muy bien y aprendí todos los días lo que es el trabajo en equipo y la responsabilidad que significa el respeto al público. Juan Luis Guerra es un gran amigo y un excelente músico.
Antes de llegar a la “440”, ¿habías estudiado música?
Sí. Estudié con profesores particulares y también, aunque poco tiempo, en el Conservatorio de República Dominicana, pero más que nada estudié en el Parque Braulio Álvarez, que está en Villa Francisca, y en la universidad musical más importante de toda la vida que es la calle.
¿Cuál ha sido la repercusión de tu música en el mundo?
Total y maravillosa. Yo estoy muy contento con todo lo que me ha sucedido en estos años de carrera como solista, pero, sobre todo, me siento agradecido primero con Dios y luego con el público, que ha sido la plataforma y la alfombra voladora para que todo esto suceda en mi vida. No sé cómo revertir ese cariño de otra forma que no sea tocándole y cantándole a la gente con amor.
¿Quiénes escriben las melodías y los textos de tus piezas?
Yo he compuesto algunas. En mi disco “De vuelta al barrio”, ocho canciones son mías. Yo hago letras y arreglos, y soy al mismo tiempo el productor, pero estoy abierto a las colaboraciones de mis amigos y colegas. Gracias a Dios, cada detalle de este complejo que es una agrupación salsera ha ido saliendo bien. Dios nunca me abandona en mis sueños.
¿Tus músicos provienen de otras agrupaciones o de academias?
No exactamente. Casi todos son músicos de estudios de grabación. Ellos suelen acompañar a la mayoría de los cantantes que graba en República Dominicana. Son seres humanos excelentísimos y buenos profesionales. Quienes vean nuestros conciertos pueden dar fe de lo que digo.
¿De qué forma estructuraste tu disco “Pá otro lao”?
Es una fusión de géneros musicales caribeños a nivel de forma y en su contenido habla de viajar de un sitio a otro, que se complementa con el regreso en mi disco llamado “De vuelta al barrio”. Aquí hay como un círculo.
Mencióname artistas y géneros que incidan en tu estilo.
En primer lugar, la música de África. Yo me considero afrodominicano. Tengo cerca de mil discos compactos de música africana, y he investigado –dentro de la antropología y el folclor– la música de ese continente. Ahí están las raíces de mi madre patria. Están mis orígenes.
¿El merengue que hace Juan Luis Guerra puede considerarse salsa?
Claro que sí. Su capacidad y sus conocimientos, su gran calidad creativa y su amor a nuestro país lo han convertido en un músico universal, y si la salsa es ante todo fusión, la música de Juan Luis Guerra está llena de fusiones. Él es mi amigo personal y el primer fan de mi proyecto.
Se te abren muchas puertas, ¿qué harás con tu carrera?
Poder seguir trabajando unido a mi familia. Quiero seguir unido a mi gente dominicana y a mis músicos. Voy a seguir tocando y componiendo fusión o “fusón”, como yo le llamo, que es una mezcla amplia de jazz, góspel, vallenato, bachata, blues, cha-cha-chá, canción ranchera, guaguancó, timba cubana, merengue…, pero siempre teniendo como base el son.
Dime tu idea personal de la salsa.
Creo que primero es un buen nombre, que lo inventó un dominicano: Johny Pacheco. Fue una vez que tocaron en un sitio bajo los auspicios de la disquera neoyorquina Fannia. Alguien preguntó: “¿Cómo se llama eso? Eso tiene muchos géneros musicales juntos.” Entonces Johny contestó: “Eso se llama salsa, como la salsa que uno le echa a la comida, donde hay muchos ingredientes.” Eso dijo Pacheco, un gran músico al igual que mi amigo Gilberto Santarrosa.
¿Qué opinas de la salsa que se hace en América?
A mí me gustan muchos de los temas que están sonando. Estoy muy arraigado a la salsa de Rubén Blades y Willie Colón, pero también me encantan la orquesta cubana “Van Van”, “N: G La Banda”, e Isaac Delgado, que es mi hermano. En Cuba, muchacho, hay una cantidad de músicos y proyectos increíbles. Te lo digo de todo corazón. Yo tengo muchos amigos músicos como Juan Formell, el percusionista Vizcaíno, Changuito… y los viejos que aún viven de “Buena Vista Social Club”. En Cuba y República Dominicana hay una “gozancia” constante, a pesar de que ambos países padecen la pobreza.