Por: Fabián G. Herrera Manzanilla
Aquí en Ciudad Chetumal, la música toca las fibras más sensibles de muchos, tanto en músicos, melómanos y la sociedad en general.
Y es que, si bien irónicamente estuvimos aislados de la península yucateca y por ende del resto del país a falta de vías terrestres, las veredas líquidas eran el medio por el cual, llegaban nuevos pobladores y otros se iban, así como todo lo necesario para la supervivencia de aquellos payobispenses aferrados a su terruño.
La proximidad con el lado inglés, fue determinante para ir moldeando nuestra identidad, reflejándose en la arquitectura, la gastronomía y desde luego, en las manifestaciones artísticas y culturales.
Había sentido de pertenencia a la Patria inobjetablemente, hay muchas pruebas de ello visibles en la Casa de la Crónica, próxima a cumplir 25 años de haber sido inaugurada por mi padre Ignacio Abdiel Herrera Muñoz, que en paz descansa en la Casa del Creador.
Pero hoy destaco de nueva cuenta, el aspecto musical, porque el Miércoles antepasado (5 de Julio de 2023) un buen amigo y estudioso de la música en esta región caribeña, dio una conferencia que ilustró solamente con música.
Ocasionando entre los asistentes que nuestros músculos empezaran a reaccionar conforme a los diferentes ritmos caribeños que incluyó el buen Eddie Ortega Ricalde en su plática, la cual, pueden disfrutar en el sitio oficial del Instituto de la Cultura y las Artes.
Decidí narrar esto como preámbulo, para hablar de otro gran conjunto musical de antaño, llamado “Los Uno”, que surgió en 1969 aproximadamente según mis fuentes confiables de información, que fueron protagonistas directos de esa que es considerada la era musical dorada en Ciudad Chetumal.
Estaba conformado por Miguel Osorio Rodríguez en los teclados y director del mismo, Juan Carrillo Alpuche en el bajo, Andrés Martín Isunza en la batería y después suplido por Agustín Cruz Cerda, en la guitarra un muchacho de nombre Arturo apodado “El Solitario” y como cantante Rafael Agustín Viera Abraham.
Llegaron a tener una excelente química musical y se presentaban en donde fueran requeridos, contaban con un equipo musical muy moderno y sofisticado, aquel vetusto “Hotel Chetumal” ubicado sobre la 22 de Enero atrás de la casa de Don Francisco Asencio enclavado en el “Hullubal”, en donde hoy está la sede oficial del Poder Judicial del Estado, era su cueva y guarida para practicar su amplio repertorio musical.
Y reitero lo que mencioné cuando hablé sobre “Los Cuervos”, la capital tenía mucha vida en todo el sentido de la palabra, había diversión para todas las edades y centros de baile y fiestas, que se llenaban pues venían cantantes de gran renombre a nivel nacional y otros que aún empezaban, alternando con los grupos musicales locales como fue el caso de “Los Uno” y “Chico Ché” en 1969, cuando éste se presentó en la legendaria “Terraza Peraza”.
El nombre elegido, tiene su origen en un clásico de la literatura a nivel mundial de Alexandre Dumas: “Los Tres Mosqueteros”, que contiene la famosa frase “uno para todos, todos para uno”, según lo expresó Miguel Osorio Rodríguez en su momento.
Ese grupo estuvo activo hasta 1972 y tras disolverse, los integrantes en su mayoría dieron vida a “Los Cuervos”, cuya historia he narrado con anterioridad.
No obstante, ser una agrupación musical de jóvenes algo efímera por así decir, dejó gratos recuerdos entre la sociedad chetumaleña, que anhela con ansia nuestra ciudad capital recupere ya en verdad su gran esplendor en todos los sentidos como tanto nos lo han prometido, sin olvidar, poner nuestro granito de arena como lo hicieron los antiguos en su momento histórico que les tocó vivir.
El “Hotel Chetumal” que fue propiedad de Fidelia Willoughby y después del “Janet” lo reconstruyó Don Francisco Asencio y su hijo Carlos, era el lugar donde ensayaban “Los Uno”.