entre las definiciones políticas que Mara Lezama dio esta semana, quizá sólo una sorprendió: dijo que si bien en Solidaridad ha sido claro el dominio de la diputada Estefanía Mercado en todas las encuestas que se han realizado, y es la candidata natural a la presidencia municipal, medirán hasta último momento a la Secretaria de Gobierno Cristina Torres.
Las palabras sorprendieron a todos los que estaban reunidos con la gobernadora, que comparten el mismo interés por quedarse con esa candidatura. Después de esas palabras, quedó en evidencia que Cristina ofició en esa reunión casi como juez y parte. Fue una de las voces que llevó adelante aquella reunión, e incluso impulsó la firma de un acuerdo a favor de una candidatura de unidad de Estefanía, pero terminó siendo casi la más mirada de esa noche.
Te puede interesar: Cristina Torres descarta que la autoridad esté siendo rebasada a la hora de dar justicia
Hubo varias lecturas alrededor de esa decisión de Mara de apoyar a Estefanía pero a la vez mantener otra opción activa. Ninguna fue novedosa. Hubo algunas analíticas y otras tendenciosas. Una de ellas, quizá la más frecuentada, es que Mara simplemente apeló a lo básico: marcar hacia dónde va la decisión, pero sin darle certezas a nadie poniendo algún nombre propio como segunda opción.
Sin embargo, esa versión choca con la realidad de lo que sucedió ese día en otros espacios del búnker marista. Hubo también reuniones con referentes de Benito Juárez y Cozumel. En ambos casos se dejó abierta la situación a un desenlace diferente (como manda la cortesía política) pero quedó muy claro que las candidatas son Ana Paty Peralta y Juanita Alonso, respectivamente.
Con Ana Paty se hicieron comentarios en el sentido de que cualquiera puede participar en la encuesta, pero todos entendieron que la decisión está tomada. En el caso de Juanita se hizo referencia a una opción imposible: que José Luis Chacón se encueste contra la alcaldesa y que “gane el mejor”.
Es una encuesta sin sentido: todos saben que en ese municipio debe ir una candidatura de mujer, si no se quiere alterar la paridad de género en todo el bloque de alta competitividad de la 4T, que la isla comparte con Felipe Carrillo Puerto, Tulum y Lázaro Cárdenas, municipios en donde todo está muy claro y difícilmente pueda haber cambios.
Poner una candidatura de hombre en Cozumel obligaría a cambiar a Mary Hernández en Carrillo Puerto (el sábado Mara le dio el respaldo definitivo hacia su reelección) a Diego Castañón en Tulum (es EL candidato de la gobernadora) o quedarse sin candidatura en Lázaro Cárdenas, donde todas las opciones de la 4T son hombres. Las tres opciones son inviables, a menos de que Mara quiera patear el tablero político, algo que no tendría razón de ser en este momento, cuando ella maneja prácticamente todas las fichas.
Entonces ¿No podría la decisión de Mara de medir a Cristina Torres tener una lectura similar a lo de Benito Juárez y Cozumel? O sea, poner ese nombre sobre la mesa sólo como para mantener la formas de una competencia real hasta marzo. Puede ser. Pero que el nombre que se ponga sobre la mesa sea el de una de las tres o cuatro personas (no más) que conocen todas (o casi todas, mejor dicho) las jugadas políticas de la gobernadora, le da otra dimensión.
Y más cuando esa persona es de Solidaridad, ha sido alcaldesa del municipio, y ha dejado en claro varias veces que le interesa volver a esa posición.
Se insiste. Cristina jugó en esa reunión como juez y parte. Y por decisión de Mara Lezama.
La opción de Mara
Hasta hace unas pocas semanas Mara repetía una y otra vez, en privado, que no quería desprenderse de Cristina Torres en la Secretaría de Gobierno. “Me ayuda mucho, me sigue el ritmo, es de confiar; es hábil y profesional”, decía. Esas palabras las repitió en diversos espacios cerrados, al menos, durante los últimos cuatro meses.
Esta semana dijo, en referencia a la decisión de medir a Cristina en Solidaridad: “Quiero tener opciones. Estefanía va bien pero no sé lo que que puede pasar; la política da muchas vueltas”.
Hay un largo trecho entre una y otra frase. Y la segunda tiene tantas lecturas como se le quieran dar.
Hay una interpretación política que dice que los complejos acuerdos políticos en Solidaridad podrían haber llegado a un punto crítico. El municipio, donde confluyen los intereses de Lili, Mara, Jorge Emilio, Carlos Joaquín, y un largo etcétera de actores menores, es uno de esos lugares donde cualquier sorpresa política puede acontecer. Quizá Mara cambió de planes y ha decidido que ese muncipio sea sólo suyo.
La otra opción, quizá más viable (a veces la política es más simple de lo que parece) es que se trata de un hecho básicamente numérico. Las encuestas de la gobernadora muestran a MORENA con una fortaleza muy grande en Solidaridad, inalcanzable para los demás partidos. Pero después de eso todas son malas noticias.
La marca MORENA pierde puntos cuando le ponen el nombre de sus eventuales candidatos; pierde puntos cuando se analiza un rompimiento o un escenario de “brazos caídos” del morenismo para con Estefanía, y pierde puntos cuando se recuerda, de cualquier modo, el paso de Laura Beristain por la presidencia municipal.
Esa pérdida constante de puntos concluye en un virtual empate, en el mejor de los casos, con Lili Campos. Los que no buscan respuestas retorcidas, dicen que ahí está toda la motivación de la decisión de Mara de no dejar de medir a Cristina hasta último momento, cuando sabe que lo que hay por delante es una elección muy difícil.
Lo dijo la misma Mara esta semana, en medio de todas las versiones que corrían. “MORENA es muy fuerte ahí. Lili está bien, pero se le puede ganar”. La frase no derrocha, como se ve, ningún triunfalismo.
Entonces, no se trata de poner en duda o debilitar a Estefanía; sólo se trata de entender que el contexto requiere de un Plan B.
Hay un dato de todo esto que hay que tener muy en cuenta. Mara nunca dijo que hay que empezar todo de nuevo en el muncipio. Al contrario, dijo que todas las veces que se encuestó, Estefanía quedó arriba. Eso es inapelable.
La conclusión sería la siguiente: hoy, Estefanía es la virtual candidata, y medir a Cristina es el Plan B.
De cosas peores
Esta columna ha sido y es muy escéptica sobre la situación política de Solidaridad para MORENA y la 4T. El muncipio es uno de esos espacios de poder donde cada vez que se los nombra aparece la ominosa sombra de Carlos Joaquín.
Las idas y vueltas de versiones que surgen desde ese municipio (Lili no va a participar en la elección; el municipio es una cuota del neojoaquinismo y eso no va a cambiar; Lili ganará la presidencia y MORENA las diputaciones, por dar tres ejemplos) hacen que todo sea muy confuso.
Quizá no sea hasta el 2 de junio a la noche, con los números de la elección ya firmes, cuando nos enteremos quién se impuso finalmente en esa batalla crucial para la consolidación del marismo como el nuevo poder rector del Estado.