Por: Fabián G. Herrera Manzanilla
La fundación de la ciudad hace 126 años por el insigne marino Tomás Othón Pompeyo Blanco Núñez de Cáceres, puede abordarse desde diversos aspectos que a lo largo de su consolidación acontecieron, resaltando en este caso particular una efeméride muy vinculada a esta fecha de esperanza, júbilo y reflexión para los capitalinos.
Tal y como es el de la Escuela Primaria “Belisario Domínguez” que data desde un día como hoy, pero de 1916, funcionando en una construcción de madera y láminas de zinc, sobre la Avenida Othón P. Blanco y las arterias 16 de Septiembre y Miguel Hidalgo del Centro Histórico de Ciudad Chetumal.
Para ello, es obligado mirar al pasado y el contexto histórico que prevalecía. Por lo que primero empezaremos resaltando que la inestabilidad política que imperaba en el país después del movimiento revolucionario, que afectó considerablemente el desarrollo y consolidación de Quintana Roo en sus primeros 25 años de vida territorial; que se agudizaría más cuando en 1931 los Estados de Campeche y Yucatán, presionaron al Gobierno Federal para que el otrora Territorio desaparezca.
Generando condiciones de abandono y un estancamiento en la consolidación de este enclave federal, la capital y algunas poblaciones en lo concerniente a educación y otros aspectos como el urbano, el sector salud, el cultural, el social y muchos más, de los cuales se percató el general Rafael E. Melgar, nombrado Gobernador del Territorio, después de su reincorporación el 16 de Enero de 1935; constatándolo directamente con un amplio recorrido realizado por toda la geografía quintanarroense posterior a su llegada a Payo Obispo el 8 de Febrero del mismo año.
Sin duda, grande era el reto que como gobernante afrontaría, había que empezar prácticamente desde cero, pues palpó la injusticia y el abandono que por años Quintana Roo había sufrido; fue así como planeó su reconstrucción en todos los sentidos, incluyendo desde luego, el sector educativo. El 25 de Abril de 1935, acordó el traslado a la antigua Payo Obispo por avión, de los albañiles y técnicos que participarían en la construcción de los primeros edificios públicos de mampostería que durante su gestión serían levantados, debido a que en la ciudad eran muy pocos los habitantes que se dedicaban a la albañilería; recordemos que la arquitectura predominante era la de madera estilo anglo-caribeño, que aún se resiste a desaparecer.
En la capital, consideró necesaria la reubicación de la Escuela Primaria “Belisario Domínguez” con la intención de cubrir la demanda educativa a futuro de los habitantes en un edificio adecuado; planteamiento que expuso junto con su amplio programa de gobierno al entonces Presidente de la República, el general Lázaro Cárdenas del Río; expropiándose el 6 de Abril de 1936, los terrenos en donde se construiría el nuevo plantel educativo, que formaban la manzana número 13.
Según documentos consultados, el diseño estuvo a cargo del prestigiado arquitecto yucateco Manuel Amábilis Domínguez; por otra parte, el escultor colombiano Rómulo Rozo fue el encargado de la decoración artística y escultórica a partir de Junio de 1937. Así y mientras Rozo cincelaba los bajorrelieves y frisos ornamentales, el general Melgar gestionaba los recursos necesarios en la capital del país para la continuidad de la obra y otras más que proyectó en su amplio programa de trabajo.
Paulatinamente los habitantes veían con asombro como la obra iba tomando forma, al igual que el “Hospital Morelos”, el “Hotel Los Cocos”; lo mismo ocurría con nuestros coterráneos de Calderitas, Cozumel, Felipe Carrillo Puerto, Isla Mujeres y las poblaciones aledañas a la Ribera del Río Hondo, lugares donde también se construyeron escuelas, aljibes y edificios públicos.
Finalmente, el 29 de Abril de 1939, es decir, hace ya 85 años, fue inaugurada la nueva escuela, haciendo gala de sus amplios corredores con piso de mosaico, esbeltas columnas y amplios campos deportivos; instalándose una biblioteca, el jardín de niños, los talleres e imprenta, un salón para exposición, baños para niños y adultos, un museo, oficinas para la Dirección Federal de Educación; en pocas palabras un monumental edificio que enalteció a la ciudad, rematada con la obra escultórica de Rozo, con ese precioso mural denominado “Danza Chetumaleña” y el “Teatro al Aire Libre” con sus seis pilares cincelados con alegorías mayas.
De la “abuela didáctica” que se yergue aún altiva en el cerro de la Avenida de los Héroes, miles de estudiantes egresaron de sus aulas conducidos por mentores y maestras hoy pioneros de la educación, es sin duda, un edificio que evoca el resurgimiento de Quintana Roo; gracias a su sólida fortaleza, como madre amorosa abrió sus brazos protegiendo a cientos de chetumaleños que acudieron a refugiarse al interior de sus paredes en Septiembre de 1955; vientos que doblegaron a los “Atlantes” del teatro, que debido a la ignorancia del gobierno en turno no pudieron colocarse de nueva cuenta.
Desde el 6 de Agosto de 1998 merecidamente es la sede del Centro Cultural de las Bellas Artes, inaugurado por el entonces Primer Mandatario de la Nación, Ernesto Zedillo Ponce de León y el Gobernador Constitucional, ingeniero Mario Ernesto Villanueva Madrid; incorporándose de nueva cuenta las pilastras del teatro, que a través de su acreditado pincel, Elio Carmichael hizo revivir la obra de Rozo, retomando el nominativo “Minerva” en reminiscencia del que existió en el primer local de madera y láminas de zinc ubicado en la Avenida Othón P. Blanco, entre las arterias Miguel Hidalgo y 16 de Septiembre, a un costado derecho del templo católico más antiguo de la capital.
Afortunadamente al cumplir 80 años de existencia fue declarada como Patrimonio Cultural Tangible del Estado, tal como se realizó con el abuelo “Hospital Morelos” en 2009, aunque lamentablemente a esos ya octogenarios edificios no se les saca provecho ni mucho menos se aquilata la magna obra tanto del general Rafael E. Melgar y el célebre escultor colombiano Rómulo Rozo, al ser las primeras en su tipo en la península yucateca, que posteriormente le abrirían las puertas en suelo yucateco para esculpir el “Monumento a la Patria” situado en el “Paseo de Montejo” de la ciudad de Mérida, Yucatán, inaugurado el 23 de Abril de 1956 y otras importantes obras de arte.
Porque tanto el “Hospital Morelos” y el edificio de la Escuela Primaria “Belisario Domínguez” Centro Cultural de las Bellas Artes desde 1998, son joyas arquitectónicas y escultóricas invaluables que deben presumirse con orgullo, pero han sido infravaloradas durante mucho tiempo por no ampliar la mirada más allá hacia ese horizonte lleno de atractivos incluyendo desde luego, las bellezas naturales con que cuenta Ciudad Chetumal y la zona sur, listos para ser detonados turísticamente y reactivar también la economía en ese segmento.
Culmino citando textualmente las palabras del prominente escritor Luis Rosado Vega, que describen la magnitud de la obra melgarista y artística de Rozo: “Esos edificios no son un orgullo para sólo la ciudad de Chetumal, ni para sólo el Territorio de Quintana Roo; son un orgullo legítimo para todo el sureste nacional”.
Últimos años del primer local que ocupó la Escuela Primaria “Belisario Domínguez”; se pueden apreciar las bancas de lo que sería el “Parque de los Caimanes”. A la derecha se encuentra el anexo habilitado como “Teatro Escolar Minerva” en a finales de 1927, escenario, en el cual, la niñez payobispense y los docentes hacían gala de sus capacidades artísticas y literarias.
A principios de 1939 soló faltaba por concluir la rampa y la barda sobre el cerro de la Avenida de los Héroes; al fondo y a la derecha puede apreciarse parte del legendario “Aljibe” como lo recordaban los antiguos y algunos que lo vieron funcionar.
Vista sobre la añeja arteria correspondiente a 1964, luciendo su majestuosidad después de ser rehabilitada durante el gobierno del ingeniero Aarón Merino Fernández.
Así lucía cuando en 1998 fue convertida en el Centro Cultural de las Bellas Artes; las pilastras del Teatro al Aire Libre rebautizado como “Minerva” resurgen nuevamente gracias a la excelsa obra del artista payobispense Elio Carmichael. Destaca también el Monumento a Morelos que junto con otros más fueron colocados en 1992 para devolverle la justificación del nominativo a la Avenida de los Héroes.