Conscientes de la situación de violencia, pero también de la desigualdad que aqueja a las mujeres de México en diferentes rubros, las periodistas que conformamos el portal Noticaribe, nos unimos al movimiento nacional “El 9 ninguna se mueve”, que busca visibilizar las brechas sociales por las que atravesamos diariamente.
Con esta huelga en las que participamos madres de familia, trabajadoras del hogar, maestras, policías, doctoras, enfermeras, conductoras, vendedoras y periodistas, buscamos hacer un llamado a erradicar cualquier tipo de circunstancia que violente nuestro derecho a una equidad de género, al que se ha recurrido en los discursos diarios, pero no se ejerce en la realidad inmediata en el hogar, en las escuelas, en los centros laborales, mucho menos en las calles.
Si bien, en los últimos años las mujeres hemos ganado
espacio en centros de trabajo, educativos y en otras instituciones públicas,
todavía existe desigualdad, por ello creemos que este movimiento servirá para
reivindicar los derechos laborales y sociales de las mexicanas.
Desde este espacio que diariamente nos brinda Noticaribe, reclamamos no sólo a
los gobiernos y a la iniciativa privada, también a la sociedad a hacer un
ejercicio de reflexión y sumarse a esta lucha histórica por espacios dignos,
responder a la denuncia colectiva por un México sin violencia contra las
mujeres y niñas, sin crecientes cifras de feminicidios, violaciones, maltrato,
desapariciones forzadas y explotación sexual y laboral; exigimos lugares
seguros donde podamos desarrollarnos intelectual, física, psicológica y
laboralmente, donde vivamos sin miedo.
Estamos seguras que este movimiento contribuirá a hacer tangible las libertades, derechos y deberes por los que durante cientos de años se ha peleado y que hasta la fecha se nos ha negado a las mujeres mexicanas.
En Noticaribe, las periodistas apoyamos y participamos en la lucha por un México que brinde certeza y justicia para las mujeres.
¿Y SÍ DEJAMOS DE EXISTIR?
¿Qué pasaría si un día dejamos de existir?
Y sí, la pregunta es personal porque soy mujer y porque al contar 31 años de mi existencia me estaciono en un trance entre la generación que todavía es capaz de reírse con chistes machistas y misóginos y otra generación que es “caprichosa” sólo por exigir respeto y cambio de perspectivas.
Desde Eva (bíblica), la figura de la mujer se supone que existe, sin embargo, sólo se antepone si se trata de una postura tradicional, desde la que la Iglesia propone y las madres, padres han formado por años para perpetuar las mismas costumbres.
¡Dile que no use esa falda tan corta porque parece puta! Es una de las frases que mi padre le compartió a mamá, solicitándole que me cambiara de ropa a mis 10 años. Y así constantemente cuando en mi niñez, adolescencia y adultez quería usar un short, falda, vestido corto, debía esperar antes la aprobación de mi papá.
Yo no dimensionaba que se trataba del patriarcado marcando la pauta de mi vida, sólo creía que era el derecho de mi padre sobre mí, siendo su hija.
Un día de tantos, al acompañar a mi mamá al mercado de la ciudad (Villahermosa, Tabasco), me pidió que fuera por frutas mientras ella estaba en el área de carnes.
Habré tenido apenas 12 años cuando en una de las puertas del mercado, estaba un hombre de short de algodón de color azul, playera blanca doblada hasta sus pechos, tanto que era posible ver su vientre sudoroso y sobre todo, masturbándose.
Cuando pasé cerca de su espacio dijo: ¡Qué rico culito tienes, mami! ¡Yo sí me lo como ahorita!
Apenas y recuerdo que sentí vergüenza porque seguro yo estaba vestida de “manera provocativa” y confirmaba que mi papá tenía “razón”… iba por la vida vistiéndome como puta.
Después de sentir vergüenza, miedo, impotencia y confusión porque jamás se lo compartí a mi mamá ni a nadie más, lo liberé compartiéndolo en “fiestas”; se lo compartía a mis amigos o a mi pareja…quizá para confirmar que si mi culo había sido chuleado (aunque sentí todo, menos placer en aquel entonces) entonces era capaz de competir como mujer…
Ese “mismo culo me sirvió” para conquistar a uno de los integrantes del equipo de básquetbol de la preparatoria y me sentía dichosa.
Después de la primera cachetada previo a entrar a clases varias semanas después de la relación, apenas me sirvió para comprender que esto era otra cosa distinta a la felicidad.
Un año me tomó para darme cuenta que esa, mi primera relación “formal” no era lo que esperaba y mucho menos lo que necesitaba. Y esto debo decirlo que fue posible gracias a amigas y amigos que sin saber de feminismo como concepto, se acercaron a mi familia para decirle que yo necesitaba salir de ese hoyo en el cual se gestaban ciclos de violencia.
Pasaron los años y al estudiar comunicación, la primera pregunta de un tío fue: ¿Por qué vas a estudiar eso? Con eso sólo logras salir en programas de Televisión, pero para eso necesitarías ser bonita.
Sin embargo, creía que en el periodismo encontraría libertad. Un año después un maestro, periodista reconocido en la entidad me invitaba constantemente a salir, además argumentaba que si aceptaba una relación con él, seguro podría “progresar”.
Pude librar las propuestas y me abrí camino sola, aunque a mis 20 años aún como estudiante y practicante en un medio de Tabasco mi jefe llegó a decirme: No te pongo a cubrir Congreso porque ahí se hablan de leyes, son cosas que no entenderías, por eso siempre esa fuente la cubren sólo los hombres.
A mis 30 años, de regreso a casa me quedé dormida en el transporte público. Desperté cuando sentí la mano de un hombre sobre mis caderas. Me sentí confundida aún cuando tengo una vida sexual activa. Me sentí impotente y me atreví a pensar: Igual y lo imagino, puede que no haya sucedido. Justamente esa idea fue la que me revolucionó: ¡No! ¡Si sentiste es porque lo viviste!
Enfrenté a la persona en el camión y yo quedé como “la loca exagerada” ante las demás personas. Cuando se lo conté a mi papá vía telefónica, lo único que me dijo fue: ¡Es que tú también! ¿Para qué te quedas dormida?
Hoy tengo claro que pertenezco a una generación en la que todavía las fortalezas de mujer son objeto de burla, risa, comparación, competencia y complicaciones.
Hoy…Hoy me alegro que con lucidez me encuentro inmersa en una población de mujeres que me hacen luchar porque en México cerca de 10 mujeres son asesinadas diariamente, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Hoy soy consciente que si retomamos el recuento de cinco años a la fecha ya son más de tres mil feminicidios que el Gobierno reconoce a nivel nacional, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Además, hoy me siento obligada a reconocer que no estamos seguras en casa, en la escuela, en los centros laborales ni en las calles. Como prueba, de 2013 a 2018, la sensación de inseguridad de las mujeres en el país pasó de 74.7% a 82.1%, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2018.
Los mismos datos reflejan que las mujeres nos sentimos más inseguras que los hombres tanto en lugares públicos como en privados y si nos damos a la tarea de clasificarlos quedan de la siguiente manera:
En el cajero automático, el 87.4% nos sentimos inseguras; en el transporte público es el 74.2%; en la calle, el 72.9%; en carretera, 69.5%; en el mercado, 65.5%; en parques, 62.1%; en el automóvil, el 48.9%; en la escuela, el 39.2%; en el trabajo el 36.2% y en casa el 26.7% de la población total de las mujeres mexicanas.
Además, las mujeres somos las principales víctimas de delitos sexuales: en 2017, la tasa de este delito fue de dos mil 733 por cada 100 mil mujeres, cifra mayor a la tasa de mil 764 registrada en 2016 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Sobre todo, la violencia que ejercen parejas, esposos, exnovios o exesposos contra nosotras las mujeres en México es “severa y muy severa” en 64.0% de los casos, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016.
Es por eso que nos enfrentamos a esta lucha, es por eso que nos denominamos feministas. Porque es una realidad que en cada respirar un hombre nos mata sólo por ser mujeres y nos minimiza por no tener el mismo poder que la educación, la historia y la religión otorga a la masculinidad.
Es por eso que hoy me sumo, junto con mis compañeras a este movimiento en el que espero la sociedad mexicana y el mundo, sepan que somos más del 50% de la población.
¿CÓMO AYUDAR A QUIÉNES SON VIOLENTADAS?
Muchas veces juzgamos a quienes viven en una situación de violencia, ya sea física, verbal, económica, no alcanzamos a entender por qué la aceptan; pero antes de la crítica, deberíamos dar un paso atrás y saber que salir de ese círculo dañino, no es nada fácil.
“Hay que identificar que se encuentran en un círculo, con fases claramente diferenciadas. Una de ellas es la fase de la luna de miel, la fase de tensión y la explosión. En la luna de miel, que puede ser de hombre a mujer o en una relación de mujer a mujer, es cuando se presenta el dominio, el encanto, la manipulación, la mujer vuelve a creer, es la fase clave, donde nos corresponde atender como profesionales y buscar apoyo de las instituciones”, explicó Sandybel Robaldino Aguilar, psicóloga clínica.
Se trata de una fase en la que es indispensable una red de apoyo, ya sea algún familiar, una amiga, algún soporte para que impulse a esa mujer a que busque ayuda, porque es la fase en la que la víctima que ya había decidido alejarse, puede cambiar de opinión.
La fase de explosión es donde ocurren los eventos de mayor impacto, ya sean físicos o psicológicos, económicos o patrimoniales, donde no ven salida, creen necesaria la relación y es la parte enfermiza y patológica, por ello para que una mujer salga de esa violencia, requiere de ayuda profesional.
“¿Qué hacemos? ¿Cómo ayudarlas?, a través de una pregunta donde se le haga conciencia a la mujer que está en esa situación: ¿qué más tiene que suceder para que llegues a cambiar esa situación en la que te encuentras?, solamente con esa pregunta, ¿qué más va a suceder?¿hasta que están dispuestas a poner en medio de esta negociación de violencia?, que las ponga en esa situación caótica”, agregó.
Y es que el temor a quedarnos solas, a perder la vivienda o la manutención de nuestros hijos, son muchas veces la clave para tomar una decisión y sólo con esa red de apoyo y la ayuda profesional, es como pueden vencerse los círculos y patrones complejos de repetición.
Sin duda alguna, el primer paso para acabar con la violencia que hoy impera en nuestro país y que está provocando que las mujeres nos unamos para alzar la voz, es evitar las relaciones tóxicas, que se conviertan dañinas y que van lesionando poco a poco la integridad personal, pero también la vida familiar, social y laboral, porque al alejarnos de todo eso, nos quedamos en el punto ideal para ser más vulnerables.
Salir del ciclo de violencia es su derecho, no es una situación que va a cambiar de un día a otro. Se trata de ejercer su derecho a la justicia, su derecho a decidir a tener una vida sana y libre de violencia. Está en la condición interna la decisión, existen apoyos fuera de sí para que pueda suceder, no es algo que va a cambiar mágicamente. Es un proceso largo y doloroso porque hay que despegarse de las relaciones co-dependientes.
LA VIOLENCIA DE GÉNERO MÁS NORMALIZADA
_¿Otra manifestación?, ¡nadie les hará caso, son poquitas!, ¿No te parece exagerada? ¿Él no era su pareja? ¿ella no es medio fácil? ¿por qué no dijo que no? ¿Qué hacía con él si no le gustaba? ¡es su culpa por vestir así!_
Estas preguntas han estado presentes en los últimos meses, en boca de muchas personas y en torno a la discusión sobre la violencia en contra de las mujeres. Y aunque se formulan como preguntas en realidad son afirmaciones y juicios que se hacen sobre quienes han decidido romper el silencio y hablar sobre sus experiencias de violencia.
Este día, en el que culturalmente conmemoramos el “Día de la Mujer”, quedará marcado desde las primeras horas, en la que mujeres de México exigiremos y pondremos en alto la voz de los feminicidios ocurridos.
Las manifestaciones, marchas, concentraciones, monumentos rayados, gritos, cantos y el enfrentamiento constante que tenemos con la ciudadanía que juzga y no cree que existen feminicidios es un reflejo de lo lastimadas que nos encontramos.
En el último par de años, las manifestaciones feministas han dado un impacto global, en la que ciudades de todo el mundo exigen parar la violencia de género, pero ¿qué es lo que resalta cuándo nos unimos y levantamos la voz?…
_¿Vidrios y comercios rayados?, ¿otro cierre de calles?, ¿el himno feminista en las discotecas?, ¿monumentos rotos?, ¿el pañuelito verde o el morado?_ ; los rostros de enojo que hoy se presentan por todo el país no son muy diferentes a las de hace cien años, aquellas manifestaciones de las primeras mujeres que pedían ser incluidas en la constitución y en las que se les permitiera gozar de sus derechos civiles, esas manifestaciones no fueron muy diferentes a las de ahora.
Los movimientos que vemos en distintos puntos del mundo, con la cara cubierta, rayando muros, con fogatas y pancartas, no hace diferencia de lo que se vivió años atrás y ¿la causa? Sigue siendo la misma… honrar la vida de la mujer.
LA EDUCACIÓN ES PRIMORDIAL
La violencia de género se ha vuelto el principal tema de conversación en estos últimos días, desde la plática en familia, con los vecinos, compañeras de trabajo y hasta los memes de las redes sociales, seguimos escuchando la noticia de que una mujer ha muerto a manos de su pareja o de su ex pareja, que fueron violentadas, golpeadas o acosadas, y yo… cada vez que oigo una de esas noticias, me pregunto, ¿qué es lo que estamos haciendo mal? ¿Qué es lo que hacemos mal para que cada vez haya más casos y cada vez se trate de gente más joven?.
Parece ser que, a nuestros niños, les enseñamos matemáticas, lengua e historia, pero, no les enseñamos valores importantes. A los niños no les enseñamos que no deben hacerlo, que no deben maltratar a nadie; es decir, no le fomentamos el respeto por los demás. A las niñas no les enseñamos que no deben permitir que las maltraten, pero absolutamente nadie; fomentando su autoestima y el respeto hacia ellas mismas.
La educación de un hijo es una de las responsabilidades más difíciles que puede tener un adulto, es el trabajo para el que hemos recibido menos formación, como refiere la psicóloga y directora de familia en el DIF de Benito Juárez, Marion Terrazas, quien destaca que la educación en casa es la base principal del ser humano.
La mayoría de las personas adquieren conocimientos sobre los hijos en su entorno o de su propia educación, como consecuencia, cuando se convierten en padres suelen repetir los patrones de su propia infancia, que pueden no ser adecuados para sus hijos.
En el transcurso de la sema tuve la oportunidad de acudir a la plática que la psicóloga Mariela Perez, del Centro Integral de Cancún, en la escuela de mi hija, quien me hizo reflexionar sobre la importancia de la comunicación, la diciplina y la confianza que debemos tener con nuestros hijos para lograr que sean mejores seres humanos, pero sobre todo hacerles saber que pase lo que pase siempre estaremos ahí para apoyarlos y guiarlos por el camino del bien.
De este modo, es menos probable que se produzcan malas técnicas de crianza.
La importancia de la disciplina en los hijos
La psicóloga daba a conocer que esto es necesario para que los hijos se conviertan en un adulto responsable, permite a los padres mostrar cuál es el comportamiento aceptable y no aceptable para su hijo, es un tema difícil, ya que debe ser justa y constante, pero también la falta de una disciplina constante y adecuada puede dar lugar a niños confusos y de mal comportamiento.
Marion Terrazas, también destacaba que los niños son conscientes de los sentimientos y el comportamiento de sus padres, por ello, la forma en que los padres se comportan y hablan con sus hijos tiene una enorme influencia en su desarrollo. Y lo que es más importante, puede afectar a la confianza del niño en sí mismo. Cuando los padres elogian y ratifican constantemente a sus hijos, se aseguran de que sus hijos crecerán con una autoestima adecuada. Sin embargo, cuando los padres son críticos o inconstantes, o incluso poco cariñosos, sus hijos crecerán siempre subestimándose.
Pero lo que también me hizo reflexionar sobre la plática de la psicóloga Mariela Perez, es el saber escuchar a mi hija, aspecto que sin saber, estaba descuidando, pensaba que con preguntarle ¿cómo te fue?, ¿qué hiciste hoy?, ¿te acabaste el desayuno?, ¿te divertirte, entre otras preguntas que le hago mientras conduzco de regreso a casa, eran suficientes para saber que todo esta bien, lo cual que equivocada estaba, porque nada nos cuesta dejar un rato en celular, detener el auto, dejar de hacer las cosas del hogar para escuchar y saber lo que realmente sienten, quieren o buscan comunicar.
Educa a tu hijo para que no sea un futuro maltratador. Educa a tu hija para que no sea una futura mujer maltratada y un día sea protagonista de la nota roja, ¿suena duro verdad? Pues esa es la realidad que estamos viviendo.