Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
LONDRES.- El miércoles, un día antes de la apertura de los colegios electorales, el Partido Conservador británico prácticamente reconoció su derrota ante los laboristas de Keir Starmer y advirtió que el partido de la oposición iba camino de una victoria sin precedentes.
Los sondeos de opinión muestran que el Partido Laborista, de centro-izquierda, se perfila para una gran victoria en la votación de hoy, que pondría fin a 14 años de gobierno conservador y entregaría a Starmer las llaves del despacho del primer ministro en el número 10 de Downing Street el viernes por la mañana.
La proyección final de escaños de You Gov publicada ayer situaba a los laboristas en camino de ganar una mayoría de 212 escaños, la mayor de cualquier partido en la historia moderna.
Tanto Starmer como el primer ministro conservador, Rishi Sunak, iniciaron el último día de campaña antes de la apertura de las urnas advirtiendo a los votantes de las nefastas consecuencias económicas si ganaba el otro.
Pero, ante las predicciones del peor resultado en la historia del partido, los conservadores se centraron en la limitación de daños, diciendo que necesitaban preservar suficientes escaños para proporcionar una oposición efectiva a un gobierno laborista.
“Acepto totalmente que, tal y como están las encuestas en este momento, es probable que mañana se produzca la gran mayoría aplastante laborista, la mayoría más extensa que este país haya visto jamás”, declaró a la BBC el ministro conservador Mel Stride.
“Por tanto, lo que importa ahora es qué tipo de oposición tenemos, qué tipo de capacidad de fiscalizar al Gobierno hay dentro del Parlamento”.
Consultado sobre los comentarios de Stride, Sunak declaró a ITV: “Estoy luchando duro por cada voto”.
El periódico sensacionalista británico The Sun, propiedad de Rupert Murdoch, apoyó el miércoles a los laboristas y a Starmer en un editorial publicado en Internet: “Es hora de un cambio”.
Cambio
La campaña de Starmer se ha articulado en torno a una promesa de “cambio”, basada en el descontento por el mal estado de los servicios públicos británicos y la caída del nivel de vida, síntomas de la atonía de la economía y la inestabilidad política.
La situación es tan mala para los conservadores que el propio Sunak tuvo que pedirle a Boris Johnson que le echara una mano.
Día de campo, para los laboristas.
Con información de El Economista