Por: Jorge A. Martínez Lugo
Parafraseando al dicho original sobre la mujer del César, el super partidazo Morena, en Quintana Roo no se ve ni se siente. Ni parece partido político; sus dirigencias no terminan aún su larga curva de aprendizaje.
Caso contrario, el verde, ni es partido, ni es ecologista, pero se ve y se siente. En general, en Quintana Roo, lo más cercano a un partido político es el PVEM. Porque los otros: PAN, PRI, PRD, de plano están en vías de extinción.
Morena no está jugando ese papel. La única aparición en el escenario público de Johana Acosta, su “invisible” dirigente estatal, fue para arremeter contra la presidenta de Solidaridad, Lily Campos, tratando de demostrar músculo y que “sí hay partido”.
Pero el trabajo político –aceptando sin conceder que se esté haciendo– no se nota.
Los verdes ya instalaron los once comités municipales y tejen alianzas directo con Mario Delgado, no se andan por las ramas. Están rebasando por la derecha a Morena y en las elecciones 2024 le sacarán los ojos.
Acción política que no se nota, no existe. A lo mejor se defenderán diciendo: “lo nuestro, lo nuestro, es el territorio”, pero en el territorio vienen perdiendo votos desde la ola obradorista de 2018; después, en cada elección menos votos. Ahí están los datos duros.
Mientras, su rémora, los verdes, crece y crece; además, muy sobre representados en el gabinete estatal, en el Congreso y municipios. ¿Y los negocios, cómo van? Usted tiene la última palabra.