Francisco J. Rosado-May
fjrmay@hotmail.com
El 1 de junio pasado LJM informó que la humanidad está en zona de peligro. Un día antes, el 31 de mayo, la prestigiada revista Nature publicó un artículo de Rockström con otros 50 colaboradores, titulado Safe and Just Earth System Boundaries (www.nature.com/articles/s41586-023-06083-8). Es accesible al público.
El artículo fue entregado el 23 de junio de 2022 y aceptado el 14 de abril 2023. Es decir, tuvo una revisión exhaustiva de pares, quienes así avalaron la información. Descansa en un acuerdo previo en el que científicos de alto nivel establecieron 8 indicadores globales considerados como críticos para la salud del planeta y de la humanidad: clima, contaminación del aire, contaminación del agua por fósforo y por nitrógeno (proveniente de fertilizantes), disponibilidad de reservorios agua subterránea, disponibilidad de agua dulce superficial, reservas naturales sin intervención humana y la funcionalidad integral entre intervención humana (ej. ciudades) y naturaleza. De éstos 8 indicadores, de acuerdo con el estudio, solo la contaminación del aire no ha superado el límite global aceptable (aunque es problema grave en puntos específicos del planeta), como sí lo han hecho los otros 7. Estamos en zona de peligro.
El estudio incorpora mediciones de justicia, refiriéndose a la prevención de peligros a países, género y grupos étnicos. También identifica zonas del planeta que deben poner mucha más atención que otros: Europa del este, sur y sureste de Asia, Oriente medio, partes de África y (OJO) gran parte de México, Brasil, China y parte del oeste de Estados Unidos.
La publicación fue parte de la discusión que tuvo lugar la semana pasada durante la VIII Conferencia Wallace con motivo del 50 aniversario del CATIE en Costa Rica. El número y calidad de participantes (ver https://wallace.catie.ac.cr) hace pensar que las propuestas discutidas y su seguimiento por parte de un grupo de trabajo del continente americano y el Caribe, deben ser escuchadas por tomadores de decisiones en los gobiernos, sector privado y social, académicos y productores de alimentos, quienes pueden y deben participar en la discusión e implementación de medidas. Entre las propuestas presentadas están:
- Fomentar el consumo y producción local. Una experiencia exitosa en varios países es que los programas de alimentos escolares ofrezcan en las dietas productos que representen entre el 30 y 50%, al menos de todo lo consumido. Es una política sencilla, aunque implica detalles de implementación, pero tiene resultados significativos en economía, tejido social, conservación de recursos genéticos e innovación de sistemas alimentarios, salud ambiental y humana, etc. La idea no se restringe a las escuelas de nivel básico, puede y debe incluir otros niveles y también a comunidades urbanas y rurales. La Universidad de California, Santa Cruz, inició un movimiento hace muchos años que después fue adoptado en muchas universidades del mundo, los alimentos que se ofrecen en sus comedores, en su mayoría son producidos localmente, con menús adaptados a la producción de la temporada.
- Reducción del desperdicio de alimentos. De acuerdo con el Banco de Alimentos de México, alrdedor de un tercio de la producción se desperdicia, suficiente como para alimentar a casi 30 millones de personas.
- Mayor y más eficaz coordinación entre el gobierno, productores de diferentes niveles y academia para generar respuestas a retos con la calidad que demandan, tanto en tecnología como en política pública.
Es cuanto.