La relación entre Carlos Joaquín y el PAN terminó siendo de más a menos, e incluso el saldo para Acción Nacional es deficitario, respecto a cómo llegó tras el “quinquenio” de Roberto Borge.
Esta semana, Carlos Joaquín finalizó su rompimiento con el PAN, partido con el que al parecer nunca se sintió a gusto.
En 2013 fueron las elecciones más fraudulentas en la historia de Quintana Roo y con un Roberto Borge desquiciado por llevarse el “carro completo”, tras su muy difícil “victoria” (dos años y siete meses antes), en la que además el PRI perdió la mitad de los municipios. El priista fue con todo.
“Beto” Borge y su PRI, en efecto, se llevaron “carro completo” en la contienda por los ayuntamientos y obtuvieron una mayoría “meta-constitucional” en el Congreso del estado, en alianza a con el PVEM y (el ya desaparecido) Panal,
Y pese a que se trató de una autentica elección de estado, en 2013 Acción Nacional, alcanzó apenas tres diputaciones (una de mayoría y dos “pluris”.
En 2016, con Carlos Joaquín, como candidato de la alianza PAN-PRD, Acción Nacional ganó dos ayuntamientos (Cozumel y Chetumal) y alcanzó seis diputaciones locales (tres de mayoría y tres de representación proporcional).
De paso, se convirtió en la primera fuerza electoral del estado. Nada mal.
Seis años después, en las elecciones generales para elegir al sucesor de Carlos Joaquín, al PAN le fue como en feria.
Morena arrasó y obtuvo una mayoría meta-constitucional, con sus aliados (PVEM, PT y FxM).
En tanto, el PAN apenas a una diputación y “pluri”. Por si fuera poco, cayó al cuarto lugar.
Para los comicios de 2024, el PAN tendría prácticamente que empezar de cero.