Hugo Martoccia
Un viejo postulado que acompañó al Partido Verde durante su ya extenso y fructífero recorrido político por Quintana Roo podría estar a punto de ser desmentido. Durante estos años, un mérito indiscutible del Verde era la disciplina política. Ese mérito era un factor determinante a la hora de cerrar acuerdos con ese partido. En los últimos días, esa loable tradición pudo haber llegado a su fin.
Lo peor que puede pasarle al Verde es que ese análisis lo hace Mara Lezama. La gobernadora se molestó en los últimos días con algunas actitudes que surgieron de referentes del partido, a quienes tiene, o tenía, en un concepto diferente.
A Mara no le gustó ver en las portadas de periódicos al presidente del Congreso y líder del Verde, Renán Sánchez, diciendo que quiere ser alcalde de Cozumel. Ambos habían hablado varias veces sobre el tema, y Renán dijo que haría lo que la gobernadora decidiera, incluso volver a competir por la diputación local, si era lo mejor para el proyecto.
“¿Para qué dar esa declaración?”, se preguntaron en el equipo de Mara. Todos saben que Renán busca la presidencia municipal, y se ha movido en ese sentido. Pero jugar esa carta pública era totalmente innecesario.
A Mara tampoco le gustó una situación similar del secretario de Bienestar, Pablo Bustamante, y mucho menos una campaña telefónica que surgió para apoyar al funcionario. Mara estalló de furia cuando oyó esos audios en donde se le atribuía a Pablo toda la política social del Gobierno e involucraba a MORENA en un supuesto apoyo a su persona y, por consiguiente, a su candidatura para la alcaldía de Cancún.
“Es una falta de respeto a la gobernadora y a los aliados”, se escuchó alrededor de Mara. Creen que llegar a esos niveles de promoción personal, pasando por alto hasta las formas más básicas de la corrección política, no aporta nada al proyecto de la 4T.
En el entorno del titular de Bienestar dicen que la campaña surgió de un empresario amigo, pero se tomó la decisión de bajarla de inmediato para poner las cosas en orden y que los ánimos no se salgan de control.
Pero el fondo del asunto es en realidad más complejo que un par de errores de criterio.
Mara intuye que esa indisciplina es selectiva, y no inocente, quizá, de alguna indicación política. Cree que es posible que el Verde muestre sus cartas de manera explícita, para presionarla por posiciones electorales. Pero que la decisión de hacer eso no sea arbitraria o caprichosa por parte de algunos actores políticos locales, sino que esté emanando desde alguna figura central del partido.
Existe en el entorno de la gobernadora la idea de que el Verde presiona para instalar a su gente en la fórmula del Senado a como dé lugar, porque saben que los otros espacios que supuestamente buscan no están a su alcance. No hay que ser muy perspicaces para entender que ese partido quiere quedar en el primer plano para la sucesión de 2027. Y una senaduría sería un excelente primer plano.
Un sector del entorno de la gobernadora es muy crítico con la situación. “Los del Verde están desaforados”, dicen allí. Creen que esa desesperación tiene una razón: sin la ayuda de la “alquimia electoral” que pusieron en marcha en el proceso electoral pasado (y que contó con una venia desde muy arriba) el partido no repetirá jamás esa elección, en la cual alcanzó el 22% de los votos.
Según esa versión, el Verde no podrá operar otra vez del mismo modo, y se enfrentará a su realidad histórica; quizá, con mucha suerte, arañar un 10%. Con esos números, su intención de quedarse con la sucesión de Mara sería una quimera.
Y, aclaran, ninguna presión, espontánea o coordinada desde alguna oficina de Cancún o la Ciudad de México, va a influir en Mara a la hora de decidir lo que deba decidir en el plano electoral.
Otros ven una versión mucho menos terminal de las cosas. Entienden que el acuerdo del Verde con Mara no se ha movido un centímetro, y que los sucesos de los últimos días son apenas errores personales que pueden arreglarse. Aun así, señalan la indisciplina del Verde como un factor que no puede volver a suceder.
El nuevo caos verde
Hace un tiempo que el Verde dejó de ser lo que era en cuanto a su estructura interna. Aquí se explicó alguna vez: hay dos grupos antagónicos que han llegado al punto de no tener comunicación alguna entre ellos, algo que años atrás hubiese sido impensable.
De un lado está el dirigente Renán Sánchez, que agrupa a todos los “jóvenes” del partido, y del otro aparece Francisco “Paco” Elizondo, por poner dos referencias, pero en realidad hay bastantes más. Mara había demostrado una clara simpatía por los primeros y casi nula simpatía por el segundo. Pero hace pocos días mandó señales positivas a Paco Elizondo, para recomponer la relación.
La idea es no acentuar una grieta que puede generar inconvenientes. El Verde pondrá candidatos en 2024 en distintos lugares, y no hay espacio para las divisiones. Un caso paradigmático es Solidaridad. La diputada Verde Ecologista Estefanía Mercado ya pudo compartir un evento de neto corte electoral con Mara y con la presidenta de MORENA, Johana Acosta. Pero aún no con su propio dirigente, Renán Sánchez.
Así están las cosas en el Verde.
El viejo caos de Morena
Ese nivel de peleas casi caprichosas o infantiles, también cunden en MORENA. Algunos consejeros del partido se sorprendieron esta semana cuando escucharon una “recomendación” de la diputada federal Anahí González para que no participaran de una comida con la alcaldesa de Benito Juárez, Ana Paty Peralta.
¿Qué sentido tiene un boicot de ese tipo? Ana Paty ya ha dado el salto definitivo a MORENA para buscar su reelección, y es evidente que ese salto cuenta con la anuencia de Mara. Además, ya hace algunas semanas que Anahí parece haber dirigido sus intereses hacia una candidatura al Senado, en el entendido de que Benito Juárez es inalcanzable. Se repite la pregunta ¿Qué sentido tiene lo que hizo?
La diputada tuvo otro error estratégico cuando operó en medios de comunicación un ataque contra de la dirigencia de MORENA. Hay límites que Anahí no puede traspasar. MORENA le ha dado todo lo que tiene, y seguramente ella continuará siendo parte central del movimiento en el estado. Una rencilla personal con sus antiguas amigas Yensunni Martínez y Mary Hernández (a quienes intentó dejar afuera de los eventos Claudia Sheinbaum) no puede llevarla a atacar a su propio partido.
El presidente del Consejo Estatal Jorge Sanen vivió en estos días una situación extraña para él. Se quejó de que no le habían informado de la reunión de la presidenta del partido con la alcaldesa de Isla Mujeres, Atenea Gómez Ricalde. Tuvieron que explicarle que esas son decisiones del Comité Estatal que no tienen por qué pasar por el Consejo en este momento.
Algo similar reclamó el secretario general del partido, Eduardo Basurto (esposo de la alcaldesa de Cozumel, Juanita Alonso) en un chat de morenistas. Preguntó si esa reunión con Atenea era una política partidaria o una cuestión personal de Johana Acosta.
¿En serio el esposo de una alcaldesa no entiende que si la presidenta del partido recibió a Atenea es porque la propia Mara lo decidió? ¿Puede haber tanta ingenuidad política a ese nivel? ¿O sólo se trata de una suerte de pelea de kínder para poner trabas en todo?. “Si participara de las reuniones, se enteraría de muchas cosas”, le respondieron por lo bajo, desde el entorno de la propia oficina de la gobernadora.
Y todas esas anécdotas son apenas de esta semana. MORENA vive en un estado de ebullición chismosa, donde la chicana simple (boicotear una reunión, mandar un mensaje fratricida por los medios, o preguntar obviedades con ironía inverosímil) quiere alcanzar el nivel de operación política. Es una pérdida de tiempo sin sentido para un partido que tiene la obligación de ganar todo en 2024.
Pero la realidad es que Mara ya no está tan preocupada por ese tema, porque empieza a ver, a pesar de esos destellos de rencores innecesarios, un principio de orden. En las últimas semanas el equipo más cercano a la gobernadora ha comenzado a operar una reconciliación (operativa, no personal) entre todas las partes. Y dicen que han alcanzado el consenso de que hay que cerrar filas con la gobernadora.
MORENA no es fácil de ordenar, pero a la larga, Mara siempre ha logrado disciplinar al partido en los momentos claves. La mala noticia de la semana, entonces, fue el Verde, que quizá por primera vez tuvo algunos gestos políticos que la gobernadora consideró inaceptables.
¿Tendrá consecuencias esa indisciplina? Es difícil saberlo aún. Pero hay actitudes que a la gobernadora no le gustan, y difícilmente las deje pasar sin consecuencias.