Por Primitivo Alonso Alcocer
Chetumal es una ciudad maltrecha desafortunadamente, las circunstancias y los malos gobierno y la apuesta a la permanencia de la Zona Libre como pivote económico y nuestra falta de visión para explorar otras dinámicas comerciales, han postergado el desarrollo armónico en tanto que nosotros, los chetumaleños, hemos perdido la combatividad y los arrestos cívicos que caracterizaron a nuestros mayores y que hicieron posible la defensa de muestra integridad territorial con éxito, el combate político en contra del oprobioso régimen de don Margarito Ramírez, acompañados en la última acometida por nuestros hermanos mayas de Felipe Carrillo Puerto, la siembra de condiciones para la conversión jurídica de territorio federal en estado libre y soberano y el inicio de la construcción del gran andamiaje que sostendrían a la nueva entidad federativa iniciada durante el gobierno del Lic. Jesús Martínez Ross y consolidada por algunos de los que vendrían después.
O sea, gran parte del proceso histórico del novel estado (salvo la Guerra de Castas), ha tenido como escenario a Chetumal quien asumió la responsabilidad de conducir con tino y espíritu cívico la mayoría de las luchas cívicas, sociales y políticas que delinearon nuestro perfil idiosincrásico, además de cumplir con su alta responsabilidad de ser la entidad guardiana de las instituciones nacionales en el Sureste de México, como señalara el presidente patriota don Adolfo López Mateos.
Hoy en que las condiciones de crecimiento y bienestar muestran cada día su rostro más severo, en ningún momento debemos de pensar, que, a pesar que nos llueve sobre mojado, nuestro destino es fantasmal y estamos condenados a quedar a la retaguardia del progreso quintanarroense.
Aun si a nuestras vicisitudes se aúna una pandemia de grandes proporciones, en este caso, debería buscar sociedad y gobierno la forma de conciliar la necesidad de subsistencia alimentaria con los protocolos que exigen con rigor las autoridades competentes al no ser suficientes los apoyos oficiales a pesar del notable esfuerzo desplegado.
Es el momento de volver a sacar la casta y no escuchar a mensajeros apocalípticos, a los heraldos del desorden y la anarquía o a mercaderes de la política que tratan de sacar raja política a una tragedia de funestas consecuencias.
La gente tiene que comer es consabido y, si a los exiguos o nulos recursos económicos y la insuficiencia del apoyo oficial se suma la poca disponibilidad de obtenerlos en un medio de por si golpeado por las circunstancias económicas adversas, habría que entender del doble esfuerzo de un segmento poblacional por cumplir con llevarle un bocado a su familia y con los protocolos de la pandemia. En Chetumal hay gente de condiciones paupérrimas en medio de algunas zonas de agudas carencias económicas.
Pero el problema es que si bajamos la guardia será cuento de nunca acabar al incentivarse cada día el número de infectados y los decesos por lo consiguiente, además de los problemas de cada familia.
La única receta sería un apoyo gubernamental adicional o de particulares de ser preciso no solo de Chetumal, lo que incentivaría el cumplimiento de los protocolos establecidos para salir del problema de salud para después enfrentar el problema económico en unidad de esfuerzos, solicitando al presidente López Obrador el cumplimiento de su palabra y a las demás instancias de gobierno su real coadyuvan cia y empuje para diseñar una estrategia que ahora sí, empuje a Chetumal para salir de su postración económica.
La gente comprometida con este bastión de nuestro México, recuerda al compañero presidente que sus promesas de campaña relativas a la ciudad arbolada no han aterrizado en lo mínimo y aunque sabemos de las hondas responsabilidades republicanas que tiene con todos los mexicanos, resulta que aquí hay una población que en tres ocasiones le ha dado el voto popular y espera reciprocidad de su presidente en estos tiempos en que languidece por la estrechez económica y ahora golpeada por la pandemia.
La llamada ciudad guardiana de las instituciones nacionales en el Sureste de México por su doble calidad fronteriza y su importancia geopolítica, mantiene la fe y lo que requerimos además del apoyo para salir del bache económico, como señalara el ilustre político hidalguense don Javier Rojo Gómez, “es lograr que este pueblo se entusiasme y tenga confianza en su alto destino”.