Por: Fabián G. Herrera Manzanilla
El pasado 27 de Septiembre de 2023, recordamos una de las efemérides quintanarroenses luctuosas e imborrables en la mente de quienes sobrevivieron a ese fatídico acontecimiento, como bien lo describió, el ameritado profesor Santiago Pacheco Cruz en su libro intitulado: “JANET O LA TRAGEDIA DE CHETUMAL”.
El cual, si lo releemos, se recuerdan los actos de heroísmo desplegados por hombres que actuaron más allá del cumplimiento del deber.
Como el caso del Cabo de la Compañía Fija, José Higinio Merced Franco Camacho, decapitado por una lámina frente a la Iglesia del Sagrado Corazón, al salvar la vida de su compañero José Moreno Padilla.
Igual la acción del Sargento Segundo de Transmisiones, Cecilio Rangel Saucedo, quien sacrificó su vida para proteger la de una niña. La loable conducta del Sargento de Policía, Luis Arnoldo Rendiz Solís, quien perdió a cinco de sus hijos mientras salvaba la vida de otros.
Indiscutiblemente es una página trágica, fecha de luto para muchos hogares; el huracán del 55, también, en un instante cambió de forma drástica la imagen de la capital, aquella urbe de porte moderno engarzado con las hermosas casas de madera estilo “anglo-caribeño”, prácticamente desaparece; sólo pocas soportaron el destructivo vendaval sobre sus cimientos.
Pero como sucede con muchos de los acontecimientos que han marcado la historia quintanarroense en forma determinante, el escenario funesto y destructor causado por los efectos del Huracán “Janet” aquella noche de hace 68 años, nos obliga a mirar más allá de la tragedia, ya que lamentablemente hoy en día, en segundo plano ha quedado el reconocimiento a todas las manos generosas que nos ofrecieron ayuda en aquel entonces.
Quién se acuerda de la solidaridad recibida en esos momentos críticos; quién recuerda la admirable y espontánea acción de aquel joven locutor Luis Augusto Regil Ruíz, que en una cabina radiofónica de la Ciudad de Mérida, Yucatán, logró despertar a través de un micrófono, el gesto solidario y filantrópico entre nuestros hermanos yucatecos.
Verdadero bálsamo fortificador ante la trágica situación llena de angustia, desesperación y dolor destellado en cada rostro de los habitantes, sobre todo en los días posteriores, donde el alimento, el agua y la ropa escaseaba, por no decir todo.
Un claro ejemplo, de la fraternidad peninsular demostrada hacia la capital quintanarroense y sus habitantes por los pueblos de los Estados de Campeche y Yucatán, que jamás debe desvanecerse.
Tampoco debemos olvidar, que nuestros padres y abuelos hicieron todo lo posible por levantar de nueva cuenta a la capital de las ruinas; por eso Chetumal es una ciudad estoica y digna de la admiración y respeto de todos los quintanarroenses.
Porque encierra en su corta pero vasta historia, capítulos de grandeza en los que sus habitantes han desempeñado un papel preponderante.
Y así lo demostraron los sobrevivientes del “Janet” al curarla de esa gran herida, haciéndola resurgir cual ave fénix, no de las cenizas, pero si de las astillas y de los escombros.
Hoy y siempre con profundo respeto, tributémosles un merecido homenaje, con plegarias como símbolo de nuestro eterno recuerdo. Mientras que a los sobrevivientes, reiterémosles por siempre nuestra admiración y respeto, por habernos demostrado lo que en verdad significa AMAR AL TERRUÑO.
Que sea el “Janet” no sólo una de las efemérides trágicas, sino también, un referente obligado de lo mucho que podemos realizar todos para reivindicar a la capital, sea cual sea la adversidad que tengamos que afrontar.
A la izquierda Don Neguib S. Farah Jadra, observa como algunas construcciones de madera y láminas de zinc, fueron reducidas a simples astillas. Al fondo y sin la techumbre se aprecia la casa comercial “Lucy” que inició su esposa Lucy Wejebe Eljure, ubicada en la esquina de las arterias 5 de Mayo con 22 de Marzo, hoy Carmen Ochoa de Merino, que permaneció en pie, debido a que era una de las pocas edificaciones de concreto existentes en aquel entonces.
El Monumento de Gratitud, erigido sobre la Avenida Álvaro Obregón y la Independencia, en homenaje y reconocimiento al pueblo de los Estados de Campeche y Yucatán, inaugurado en 1958. Por argumentos chauvinistas desapareció lamentablemente.
Sargento de Policía, Luis Arnoldo Rendiz Solís, quien perdió a cinco de sus hijos mientras salvaba la vida de otros.
Héctor Esquiliano Solís, en su carácter de Secretario de Gobierno, encabezó hace 25 años junto con otras autoridades, un emotivo homenaje en el monumento ubicado en el Parque del Renacimiento.
Tras las remodelaciones que hasta al Panteón se han realizado, con muchos errores luce desde hace años el lugar donde descansa José Higinio Merced Franco Camacho.