Gilberto Avilez Tax
José Isabel Sulub Cimá, fue hijo de Máximo Sulub y nieto del último caudillo rebelde de la Guerra de Castas en confrontarse con tropas federales para defender la autonomía de su pueblo, Evaristo Sulub.
José Isabel Sulub nació en Tixcacal Guardia, en tiempos en que su abuelo se afanaba en reconstruir de sus escombros bélicos a su amada Dzulá, pero a las siete semanas de haber nacido, sus mayores lo trajeron a vivir al pueblo del abuelo.
Don José Isabel, Chabelito, no tuvo estudios, pero su inteligencia prodigiosa lo hizo aprender a leer y a escribir, además de saber todos los secretos de la selva y las historias que le escuchó en las noches tibias de Dzulá a Evaristo y a Máximo, historias de una guerra sin fin contra el mal gobierno de la Península. Como todo maya macehual, fue milpero y también aprendió la faenas del chicle, y fomentó un rancho propio con animalitos para su economía familiar.
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José Isabel fue el único de los descendientes de Evaristo Sulub que siguió sus enseñanzas y se compenetró a fondo de su ideología maya. Con el tiempo, llevaría como su aguerrido abuelo el arete de oro en la oreja izquierda, símbolo inequívoco de su alta dignidad de padre del pueblo maya. Al morir Máximo, José Isabel juró en su memoria cumplir la ley de Dios como lo hizo Máximo y como antes su abuelo Evaristo. Realizó entonces su servicio de guardia en todos los centros ceremoniales: en Tixcacal Guardia, en Chumpón, en Chancaj Veracruz, en Tulum, en la “Cruz Parlante” de Carrillo Puerto y hasta en el pueblo en el centro del mundo de Xoquén, Yucatán.
Siendo aún comandante maya, todos, hasta los generales mayas y la simple tropa, le pedían su docta y sabia opinión en asuntos diversos para los cruzoob, pues sabían que don José Isabel veía más allá de cualquier coyuntura, oía a la antigua memoria de los mayores. Entonces, entre los tatiches de todos los centros ceremoniales, deciden erigirlo como General en jefe de los mayas del centro de Quintana Roo, pero Sulub, hombre de fe y respetuoso de las tradiciones, no aceptó al instante porque pensaba no sentirse aún preparado para llevar una carga tan grande, el cargo de liderar a los últimos defensores de una milenaria tradición maya en resistencia. Un año estuvo sin aceptar el cargo, cuando su único hijo se enferma de gravedad. Sulub supo al instante que su respuesta al llamado de tata Dios no podía demorarse más, y decide de inmediato aceptar el cargo.
En su nombramiento de General Maya, se hizo con toda la rigurosidad de la antigua tradición militar-teocrática que venía de tiempos de la Guerra de Castas, rezos y pase de revista a su tropa frente al altar de la Cruz Parlante. Sulub entró entonces a tomar el cargo, a aceptar el Alto nombramiento de General Maya del centro de Quintana Roo; para su elección de líder de los últimos defensores de la Cruz Parlante y su autonomía divina, pesó mucho el ser una persona con mucha sabiduría, con mucha paciencia, con don de gentes y completo carisma, así como ser dueño del alto conocimiento maya.
En sus años como líder, ocupó otros cargos afines y defendió a su pueblo de varias injusticias cometidas por los malos gobiernos regionales. Diez años fue representante del Gran Consejo Maya, y cada año, en Dzulá, Sulub presidía e inauguraba el inicio de la Fiesta tradicional del pueblo en honor al Santo Patrono de San Román
En noviembre de 2009, Sulub y los otros dos generales mayas de Quintana Roo, liderando a tropas, cabos, sargentos, tenientes y comandantes mayas, enviaron una misiva al gobierno represor de González Canto, exigiendo la liberación de “hermanos campesinos mayas de las cárceles de Chetumal”, que días antes habían bloqueado la carretera federal Carrillo Puerto-Cancún. Sulub y los jefes mayas le daban la advertencia a González Canto de que los mayas de Carrillo Puerto “seguiremos en pie de lucha por la dignidad, respeto y liberación total de nuestros hermanos campesinos mayas”.
Los años recientes: Sulub se sube al vagón de la 4T
En años recientes, y con la llegada al poder de López Obrador, el General Sulub tomó una posición política fija: como líder indiscutible del pueblo maya de Quintana Roo, defendería, contra viento y marea, al nuevo gobierno de la 4T. Fue así como, desde el principio, en diciembre de 2018, Sulub participó en la ceremonia de entrega del bastón de mando al nuevo presidente. Esta acción le bastó a Sulub el granjearse la inquina absurda no solo de la vulgar cacica institucional del INMAYA, Delta Moo -que al parecer consideraba a Sulub como un dignatario personal de los neoindigenistas tropicales-, sino hasta la molestia del impresentable libanés que desgobernó Quintana Roo de 2016 a 2022. ¿Cómo es que se atrevió el general a presentarse a la ceremonia de un gobierno distinto al conservadurismo tropical, y sin nuestro permiso?
Y Sulub se atrevería a más: haciendo honor a su estirpe combativa, como el viejo Evaristo que se confrontó al irascible Francisco May Pech; don José Isabel Sulub Cimá ahora se confrontaría de forma directa y sin ambages con el primer delegado del INPI en Quintana Roo, y en reiteradas ocasiones envió cartas al gobierno de la 4T, pidiendo su remoción.
El General y la bandera
En el 2019, un día en que se hizo la ceremonia del día de la bandera en Chetumal, Sulub rompió todos los protocolos, al subirse al presídium para obsequiarle un presente al Presidente, a su amigo, que había encargado que “a Sulub nadie me lo toque”. En eso estaba, entregándole un humilde obsequio, cuando comienza a sonar los acordes del himno mexicano, y apenas se dio cuenta de las notas nacionales, Sulub se dio la media vuelta y se puso en firmes como viejo General en armas, para rendirle honores al lábaro patrio. Días antes a esto, espurios traidores de seudo generales y otros capitancillos de poca monta al servicio del desgobierno joaquinista, con la anuencia de Delta Moo, supuestamente lo habían degradado a simple soldado, porque el nieto de Evaristo había decidido caminar por un camino distinto al gobierno local, cercano a la 4T.
El estado regional etnofágico, y sus arlequines del coyotaje pensaban –y algunos todavía piensan- que los jefes mayas como Chabelito son parte de su set de marketing político cuando les otorga sus 500 pesos mensuales, su canasta navideña y los nombra con la maldita palabreja de “dignatarios”, al mismo tiempo que la dignidad de los mayas de Quintana Roo se hace polvo por las históricas marginaciones y exclusiones de todo tipo.
Lo cierto es que, adentro, en la intimidad de las comunidades mayas, en el recuerdo que queda y quedará, don Chabelito sigue siendo el patrón y jefe de la Cruz Parlante. Los que mueren por la Vida y por la dignidad de su pueblo, no pueden llamarse muertos. ¡Hasta la victoria, siempre, mi General!