Con mas pena que gloria, acabaron los informes tanto del gobierno del estado como de los ayuntamientos, casi todos emanados o adheridos a la 4T.
Pero, si es que la trasformación significa “alteración, modificación, cambio, variación, renovación, evolución, reajuste, reforma…”, en los “informes” no hay nada de eso.
Se trataron de copias, y en muchos casos de muy malas copias de las liturgias priistas para el exclusivo lucimiento del “informante”.
Como fuerza de la transformación, los informes deberían haber migrado a otro formato, más de ida y de vuelta con el Congreso del estado y los cabildos.
Pero, la 4T prefiere mantener las tradiciones del viejo PRI, aunque el desgastado formato implique que los informes tengan efectos instantáneos, efímeros y casi intrascendentes.