Por: Fabián G. Herrera Manzanilla
El 2 de Septiembre de 1974, día en que la iniciativa para elevar a Quintana Roo a la categoría de Estado Libre y Soberano sería enviada al Congreso de la Unión, impactó el Huracán “Carmen”, el tercero de la temporada, sus vientos de más de 200 km/h destruyeron quizá no todo pero si gran parte de lo que después del hada “Janet” se había construido en Ciudad Chetumal.
Este huracán entró a tierra en las inmediaciones de “Punta Gavilán”, a unos 40 kilómetros al Norte de la capital, donde las rachas huracanadas comenzaron a sentirse desde las cuatro de la mañana y no amainaron hasta pasada las diez.
De las seis a las siete de la mañana, resistió la ciudad la mayor intensidad del poderoso vendaval sufriendo los peores daños; las lluvias continuaron durante todo el día, con breves interrupciones.
Entre los edificios más dañados estaban la “Casa del Pueblo”, el “Cine Leona Vicario”, “el Club Campestre”, el Centro de Salud y la Torre de Control del nuevo Aeropuerto Internacional, entre otros; el “Cinema Leona Vicario” perdió la techumbre, su estructura y la fachada se encontraban seriamente
afectadas.
En lo particular, el aeropuerto sufrió daños considerables en todas sus instalaciones, de hecho un avión bimotor fue aplastado bajo un hangar y otras aeronaves también a causa de los efectos del severo viento.
Respecto a la zona comercial, quedó seriamente afectada; muchas cortinas de establecimientos comerciales fueron arrancadas o quedaron dobladas. Al igual que muchas casas de madera y lámina de zinc que sufrieron diversos daños según la intensidad del viento que les afectó durante ese histórico huracán.
En los casos de mayor urgencia, se estableció la vigilancia con elementos del Ejército, que de inmediato se hizo cargo de la situación evacuando antes del impacto del huracán a la población que se encontraba en viviendas muy endebles debido a los materiales con que estaban construidas.
Los daños materiales fueron incalculables al principio pero muy costosos ascendiendo a varias decenas de millones.
A 50 años de este fatídico viajero que nos recordó el tributo que en ocasiones debemos pagar por vivir en una zona privilegiada por la naturaleza, hay mucho que reflexionar:
Empezando por la cultura anticiclónica arraigada entre los quintanarroenses que ha trascendido de generación en generación, difundir por todos los medios de comunicación social posibles a nivel estatal sobre qué hacer antes, durante y después de un huracán del el inicio hasta el final de toda la temporada y no asumir que la mayoría de la ciudadanía ya cuenta con un teléfono inteligente, mantener en buen estado los albergues y los refugios para la población colocando de nueva cuenta la señalética para que la ciudadanía empiece a familiarizarse con ellos y los tenga plenamente identificados siempre.
Vista de los daños ocasionados a una negociación comercial ubicada en la esquina de las arterias Carmen Ochoa de Merino y Juárez.
Severos daños ocasionaron los vientos en otro comercio ubicado en la esquina conformada por la avenida Zaragoza y la independencia.
Según lo endeble de los materiales empleados en la construcción de algunas casas de madera y láminas de zinc así como otras con material aún más débil los daños fueron catastróficos o de mayor o menor afectación.
Señalética que se ponía a la mayoría de las escuelas que se habilitaban para refugios anticiclónicos y albergues para que la ciudadanía se familiarizara con los mismos.