El asesinato de un custodio de la cárcel de Cancún, justo enfrente del penal, retrata de cuerpo entero el desastre en el combate al delito y la corrupción piramidal al interior de las corporaciones de seguridad.
El guardia ya había señalado, a través de narcomantas, que era de los “jefes” que extorsionaban a los presos. La queja, es que sus “tarifas” eran muy altas.
Ante, la amenazas, este custodio, prefirió permanecer las 24 horas en el penal, hasta que el nuevo director del penal, lo echó de la penitenciaria.
Y en un descuido, fue asesinado de dos tiros en la cabeza, cuando se retiraba de la cárcel.
Lo raro, es que, tras denuncias directas, el custodio no haya sido separado del cargo. Incluso, al parecer no hay un expediente en su contra.
Tampoco, se sabe, si hay una investigación sobre la corrupción en el interior de la cárcel.
A la vez, no deja de sorprender, el “privilegio” que tenía para “vivir” dentro del penal.
Es decir, había quedado al descubierto un entramado de corrupción en el penitenciaria cancunense, sin que nadie haga nada.
Y lo peor, es que, pese a la Fiscalía General del Estado (FGE) tenía elementos para realizar una investigación mas allá de los muros de la cárcel, se quedó cruzado de brazos.
Ya se entiende por qué pasa lo que pasa en Cancún, como ataques simultáneos a un restaurantes en esta ciudad y Playa del Carmen y el homicidio de ocho personas en menos de 24 horas.
Quienes le dieron el voto de confianza a Raciel López, quizá ya sea hora de que se la empiecen a retirar.