Por: Francisco J. Rosado May
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Las encuestas previas a la elección del 6 de junio, que daban el triunfo a MORENA, fueron acertadas. La distribución de porcentajes de voto de los otros contendientes mantuvo el orden establecido en las encuestas, aunque los datos se reacomodaron. Es histórico, Habemus Gobernadora en Quintana Roo por primera vez.
Como en cada elección, los votantes depositaron una vez más su esperanza de mejora en una persona. La percepción de la mayoría de ellos se inclinó a favor de la candidata de Morena, como la persona que cumplirá sus expectativas.
El resultado se mantiene a menos que al acudir a los mecanismos contemplados en la ley, los candidatos que tanto en la campaña como en el discurso post electoral hablaron de compra de votos y otras prácticas incorrectas en una elección democrática, así lo demuestren.
Como en cada cambio de gobierno, la mayoría de los ciudadanos tiene la esperanza de una mejora sustancial de las condiciones de vida, de seguridad, de empleo, de salud, de educación, de respeto al medio ambiente y a los derechos humanos, de un desarrollo sostenible con crecimiento económico; incluse al derecho a la diversión sana. Todo con transparencia, rendición de cuentas y combate real a la corrupción. No debe haber otra forma.
La nueva gobernadora tiene ante sí no solamente el reto sino la oportunidad de marcar una sustancial diferencia de sus predecesores que no entendieron ni atendieron adecuadamente los temas de interés de la sociedad. Pero, sobre todo, la candidata ganadora tiene la oportunidad de demostrar que la confianza en la transformación es posible.
No será fácil, absolutamente, pero tampoco debe ser imposible. Es el momento de filtrar entre las personas que la han acompañado, con o sin el genuino interés por el estado y no por intereses personales, y decidir quienes la van a acompañar en su gestión. Entre un mundo de personas interesadas, la nueva gobernadora deberá distinguir y elegir capacidad, experiencia, formación y compromiso con la sociedad y con su gobierno. Otra forma de selección, como se ha demostrado en el pasado, basada en intereses políticos o personales, colocando personas sin la capacidad en los diferentes puestos, no honrará la confianza depositada por el electorado y la esperanza de vivir en un mejor estado se alejará cada vez más.
En mayo, el CONEVAL reportó que el 38.8% de la población mexicana tiene un ingreso por debajo del costo de la canasta alimentaria; una disminución del 3.2% con respecto al mismo trimestre del año anterior. No obstante, la pobreza aún continúa y se necesita de personas capaces para atender esta y otras situaciones si realmente se desea el bienestar de la población.
Es posible, y también necesario, continuar acciones de política pública que han demostrado ser adecuadas, pero también será necesario rediseñar nuevas políticas públicas y acciones que las acompañen. Solamente teniendo un equipo con experiencia, formación, altos valores y formación se podrá hacer un rediseño innovador, con la mirada puesta en el futuro, pensando en ganar-ganar.
La participación ciudadana también debe estar presente, en diferentes formas. La más eficaz es a través de una sociedad organizada y con la capacidad de proponer ideas, proyectos y, por qué no, de evaluar el desempeño de la administración, y las personas que la ejercen, públicas.
Realmente no hay otra alternativa. Lo opuesto daría la razón al 59.5% de los votantes que no acudieron a las urnas, mostrando así su desencanto con el gobierno y las alternativas que expresaron los/las candidatos/as, o, puesto en otra forma, le daría la razón al 39.1% de votantes que lo hicieron a favor de otras candidaturas.
¿Qué camino tomará la nueva gobernadora? Lo sabremos pronto.
Es cuanto.