Por Carlos Chablé Mendoza
La invasión, despojo y colonización de la península de Yucatán, así como la resistencia protagonizada por su pueblo originario maya son hechos que no pueden ignorarse a la hora de dialogar acerca del origen de Quintana Roo.
Un acontecimiento que explica mejor las razones para decretar la creación del territorio federal es sin duda el gran levantamiento maya iniciado en 1847, conocido como “guerra de castas de Yucatán”.
La invasión española de la península inició en 1517; exploraban en busca de indígenas para capturarlos y trasladarlos a islas del Caribe, principalmente a Cuba, pues sus habitantes originales ya habían sido, en ese entonces, casi exterminados por los invasores.
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Debido a la férrea resistencia de los mayas, suspenden temporalmente su intento, se van a invadir y conquistar Tenochtitlan entre 1519 y 1521 para regresar con aliados indígenas a la península de Yucatán y realizar su primer intento en 1527 y el segundo en 1531, ambos fracasaron. Será hasta 1540 que logran establecerse en Ahkin Pech (Campeche); en 1542 en Ichkaansijó (Mérida) y 1543 en (Sakí) Valladolid. Luego de un genocidio contra los mayas logran “conquistar” Chactemal hasta 1544.
En 1560 la península de Yucatán quedó bajo jurisdicción de la Audiencia de México, siete años después ocurrió un levantamiento maya en Chactemal, uno de muchos contra los invasores. En 1761 ocurre otro muy importante, el de Canek en Kisteil.
Era entonces muy fuerte la convicción de territorialidad en el pueblo maya porque siempre ha estado en la península y en especial aquí en lo que hoy es Quintana Roo, una región que como el Petén Itzá fueron zonas de refugio para nuestros ancestros que escapaban de la explotación colonial, lugares en donde estuvieron siempre los nunca sojuzgados, los wites y kejaches.
En 1786, como parte de la colonización, la intendencia de Yucatán abarcaba Tabasco, la Península, lo que conocemos como Belice y Guatemala; en 1825 se impuso una división administrativa que se mantuvo durante el levantamiento Maya de 1847, eran cinco departamentos: Mérida, Valladolid, Izamal, Campeche y Tekax, este último incluía lo que hoy es Quintana Roo, Belice y el Petén, Guatemala.
El naciente capitalismo llegó a la región, los criollos querían nuestro territorio, convertir la tierra en propiedad privada, quitándosela a sus legítimos dueños. Así, el gran levantamiento maya de 1847 fue para frenar el despojo y victorioso a tal grado que permitió que en 1850 los abuelos y abuelas mayas establecieran Noj Kaaj Santa Cruz Xbáalam Naj, hoy Carrillo Puerto, como capital de su territorio (hoy Quintana Roo) el que gobernaron de manera independiente, en el que ejercieron su autonomía durante medio siglo, con su ejército, cultura, lengua, danza, música y una nueva religión en torno a la Santísima Cruz que los mantuvo cohesionados para resistir. Todo esto, dejó profunda huella no solo en lo que es el estado sino en toda la Península.
El gobierno de Porfirio Díaz y los oligarcas decían que esta porción de la península estaba “vacía” o que era tierra “baldía” para justificar su actitud contra los mayas, pero siempre fue habitada por nuestros ancestros. La resistencia maya iniciada desde 1517 seguía siendo un obstáculo para el gobierno mexicano que quería lograr la pacificación con el fin de saquear nuestros recursos naturales.
Fueron los acuerdos con el imperio británico, el tratado Mariscal-Spencer para ceder Belice, los que facilitaron la creación del territorio e iniciar el exterminio de los mayas cruzo’ob después de la ocupación militar de Noj Kaaj Santa Cruz, actual Carrillo Puerto, y Tulum en 1901.
Así, el territorio maya fue convertido en territorio federal por un decreto del dictador Porfirio Díaz (24 de noviembre de 1902) y luego este repartió concesiones a sus allegados. Por cierto, que el gobierno de los oligarcas yucatecos se sintió “injustamente despojado”.
En su informe a la secretaría de gobernación mexicana (1903) el jefe político del territorio federal, general José María de la Vega, explicaba que para lograr el “progreso” en el terreno reconquistado “…se apeló al rigor extremo, llevando el exterminio por todas partes y la destrucción de todos los poblados y siembras…”.
Ante esta nueva ofensiva los mayas se diseminaron aún más por la selva. En 1913, Carranza anexó el territorio federal a Yucatán. En 1915 ordenó al general Salvador Alvarado devolver Santa Cruz a los mayas cruzo’ob con el propósito de reducirlos en torno a su antigua capital ya que, estando dispersos y libres en el territorio, eran peligrosos. De esta manera, la actividad forestal pudo desarrollarse luego con relativa tranquilidad en las décadas siguientes.
En 1931, el presidente Pascual Ortiz decretó suprimir el territorio federal dividiéndolo entre Campeche y Yucatán, sería restaurado por Lázaro Cárdenas en 1935 y así ocurrieron otros hechos en los siguientes 40 años hasta que, en 1974, intereses económicos y políticos, más que por justicia histórica, llevaron a la creación del estado de Quintana Roo y desde entonces los mayas serían objeto predilecto en discursos oficialistas.
En 2022, la Universidad de Quintana Roo y la Sociedad Andrés Quintana Roo celebraron, los 120 años de la creación del territorio federal sin tomar en cuenta los hechos históricos aquí narrados normalizando así la desigualdad e injusticia actuales, así como el despojo, explotación, discriminación, exterminio y la colonización del que han sido víctimas los auténticos dueños de esta tierra: los mayas cruzo’ob.
Los descendientes del pueblo maya peninsular originario no tenemos por qué conmemorar un hecho que formalizó el despojo de nuestro territorio mediante el decreto de un dictador.
Es más, debe recordarse que, a esta porción sur oriental del territorio maya peninsular, al convertirlo en territorio federal le impusieron el nombre de un personaje que advirtió en 1845 que a los mayas rebeldes “solo la espada podía mantenerlos en la sumisión y dependencia”.
Hay que hacer memoria: la base histórica del origen de Quintana Roo como entidad ha sido el despojo, la explotación, la discriminación y el intento de exterminio del pueblo maya. Muy lejos se está entonces de que una conmemoración o celebración del surgimiento del estado, o de Cancún, vayan a contribuir a la configuración de una identidad quintanarroense sobre todo cuando se cometen casi los mismos errores que motivaron la llamada guerra de castas, cuando esta nunca concluyó. Hay que decir que con el megaproyecto “tren maya” están repitiendo errores graves que, además de violentar nuestra cultura, destruyen la gran biodiversidad existente en los montes gracias a que fueron protegidos por nuestros ancestros.
*Cronista de Felipe Carrillo Puerto