Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
MADRID.- Más de 100 mil personas según la federación de asociaciones de vecinos de la capital de España acudiendo a los servicios sociales y a las redes vecinales de ayuda para conseguir una bolsa de comida. Acompañamos a Sulma.
Era empleada de hogar con contrato y cumplía los requisitos para recibir el subsidio especial estatal; pero la saturación del servicio público de empleo está demorando su solicitud.
“Es que no hemos visto nada. Estoy debiendo lo que es alquiler, para la comida para mis hijas y todo lo que son gastos”, nos cuenta Salma Cruz.
Una administración pública saturada
Otros, según la asociación de vecinos de este barrio madrileño de Aluche, no pueden acceder a los subsidios estatales o temen acudir a los servicios sociales.
“Han intentado acceder a servicios sociales, pero están saturados y no acogen a más personas o que directamente no pueden porque les ponen en un problema legal. Hay gente que no tiene papeles y que no puede ir a servicios sociales”, explica Alba Díez, de la Asociación de Amigos de Aluche.
Los vecinos al rescate
Pero también las redes vecinales están desbordadas. La de Aluche ha multiplicado por cuatro el número de bolsas de comida que reparten en solo un mes. Sulma nos muestra lo que lleva una de esas cestas.
Su situación antes de la pandemia ya era complicada. Salvadoreña, emigró de su país cuando su marido falleció. Sobrevive compartiendo piso con más personas y convive con sus dos hijas en la misma habitación.
Los trabajadores ‘invisibles’
“Si no fuera por la propietaria y eso … que Dios siempre va poniendo personas buenas en nuestro camino, eso no lo dudo. La señora me esta ayudando mucho en ese aspecto, diciéndome ” no te preocupes”; pero si no fuera por eso ni por las ayudas y eso, creo que estaríamos en la calle”, nos comenta Salma.
Según el Programa de Estabilidad remitido por el Ejecutivo a Bruselas, más de 7 millones de personas han solicitado algún tipo de subsidio a la Administración”, asegura el reportero de Euronews Juan Carlos de Santos. “Ya sea porque han cesado su actividad, se han quedado sin trabajo de forma temporal o de forma indefinida. Pero la cifra no cuenta a todos esos trabajadores invisibles: los que no tienen contrato de trabajo, muchos de ellos se encuentran aquí esperando en las colas del hambre.
Parroquias
Desde las 08 horas, alrededor de 400 voluntarios de la Fundación Madrina reparten alimentos a familias necesitadas en una parroquia de Madrid. La imagen impacta: son colas kilométricas en las que cientos de personas esperan para poder llevar algo de comida a sus hogares. También se reparten pañales, leche maternizada y productos de higiene infantil.
“El perfil es de gente que antes tenían sus trabajos en casa, cuidaban de nuestros ancianos, y ahora es gente que no tiene recursos y que tiene dos o tres hijos mínimo. Cada día hay más gente, eso es lo más triste, hay gente que llora en las colas de la vergüenza que les da estar pidiendo comida”, explica una voluntaria.
Estos días de confinamiento por la pandemia de coronavirus se están formando largas colas de gente a la espera de que le den alimentos en la iglesia de Santa Anna de Barcelona, hileras que llegan casi desde la calle del mismo nombre del barrio Gótico donde está situada hasta La Rambla, pero eso no es lo que más preocupa al párroco, Peio Sánchez. “Estamos repartiendo comida a unos 120 ciudadanos al día, una cantidad similar a la de antes de esta crisis, pero las colas son superiores por la distancia de seguridad que hay que dejar entre persona y persona”, afirma, y señala que lo que le intranquiliza es que el perfil de quienes piden ha cambiado. “Antes eran casi todos sintecho y ahora hay alrededor de un 20% que no lo son”, apunta.
Sánchez explica que este porcentaje lo conforman “familias de personas sin papeles o refugiadas que viven en habitaciones, pero que se han quedado sin medios para comprar alimentos, por lo que vaticina que “tras la emergencia sanitaria, se multiplicará la emergencia social”.
Con información de Euronews, RTV.es y 20minutos.es