Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
CIUDAD DE MÉXICO.– La mañana de este sábado 16 de abril falleció Rosario Ibarra de Piedra, incansable luchadora social, fundadora del Comité ¡Eureka!, primera organización de búsqueda de personas desaparecidos, sin volver a ver a su hijo Jesús Ibarra, a quien buscó por cerca de medio siglo.
Su lema eterno fue: “No hay democracia con desaparecidos”.
La partida de la pionera en la defensa por los derechos humanos, la paz y la democracia, se conoció a través del Twitter oficial de la CNDH, la cual preside su hija, Rosario Piedra Ibarra:
“La CNDH lamenta el sensible fallecimiento de la luchadora social, Rosario Ibarra de Piedra, madre de nuestra presidenta, de Claudia, Carlos y Jesús esta mañana en la ciudad de Monterrey, Nuevo León”.
Ibarra de Piedra nació en Saltillo, Coahuila en 1927; a raíz de la desaparición y búsqueda de su hijo, fue escalando posiciones políticas como diputada, senadora y asesora política, hasta convertirse en la primera mujer candidata a la Presidencia de la República en 1982 y 1988 por el ahora ya extinto Partido Revolucionario de los Trabajadores; en la segunda ocasión se unió a los reclamos de fraude electoral contra Carlos Salinas de Gortari.
En mayo de 2021, la revista Proceso, en asociación con TV UNAM, produjo un documental que refleja la lucha de Rosario Ibarra: “Confidencial. Expedientes de la guerra sucia”, donde narra su transformación personal y política.
En él se relata que su lucha culminó en 2019, cuando fue galardonada por el Senado con la Medalla Belisario Domínguez.
Doña Rosario dejó la presea en manos del presidente Andrés Manuel López Obrador, a condición de que se la devuelva con la verdad sobre el paradero de las víctimas de desaparición forzada, lo cual, hasta el día de su muerte, este 16 de abril de 2022, no sucedió.
“No quiero que mi lucha quede inconclusa. Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas, junto con la verdad, sobre el paradero de nuestros y añorados hijos y familiares y con la certeza de que la justicia negada por fin nos ha cubierto con su velo protector”, le mandó a decir con su hija, Rosario Piedra, a López Obrador, se recordó en un capítulo de la serie Confidencial. Los expedientes de la guerra sucia.
El perfil de Doña Rosario en la página de la CNDH, señala:
En ese momento, inicia su incansable lucha como activista, a partir de aquel terrible día, la luchadora inició la búsqueda de su hijo Jesús, por la verdad y la justicia, pero convierte una lucha individual en una lucha colectiva sabedora de las numerosas madres que buscan a sus hijos o hermanos desaparecidos, bajo un gobierno autoritario y represivo, por lo que en 1977 funda el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, que sería conocido como el Comité ¡Eureka!, para exigir justicia y demandar el alto a la impunidad, organización de madres de desaparecidos durante los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.
Desde su creación el Comité ha logrado encontrar a más de 148 personas desaparecidas con vida. Una de las frases que se le atribuye a dicho comité es “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
Asimismo doña Rosario y el comité realizó diversas huelgas de hambre en las que pedía amnistía para los presos políticos y la presentación con vida de los desaparecidos.
Debido a su gran lucha colectiva, el presidente José López Portillo en 1978 decidió promulgar la Ley de Amnistía, misma que se aprobaría en el Congreso de inmediato. La aplicación de esta ley puso en libertad a 1,500 presos políticos, permitiendo el regreso de 57 exiliados al país y el desistimiento de más de 2,000 órdenes de aprehensión. La lucha de Ibarra Piedra, también fue fundamental para que miembros de la guerrilla fueran juzgados conforme a derecho.
Rosario y las madres de Eureka se enfrentaron a un régimen autoritario donde no había respeto a los derechos humanos, donde sus luchas estaban enmarcadas en el ámbito de terror de las desapariciones forzadas y la tortura de la llamada Guerra sucia
Otros grandes logros por las actividades de lucha incansable de doña Rosario Ibarra que se pueden mencionar es la vinculación que logro de Eureka a organizaciones internacionales en París, Nueva York, Ginebra, La Haya, debido a la enorme experiencia adquirida en labores comunitarias.
Por otro lado, en 2012 y con el impulso del Comité Eureka y el Colectivo Hijos México, abrió el Museo Casa de la Memoria Indómita para reivindicar a personas víctimas de desaparición forzada, y desaparecidos por motivos políticos.
Fue promotora incansable de las reformas constitucionales y legales a favor de los derechos humanos y en contra de la tortura y desaparición forzada. Debido a esta gran labor ha sido candidata al Premio Nobel de la Paz en los años 1986, 1987, 1989 y 2006 y en 2019 se le concedió la medalla al mérito cívico “Eduardo Neri, legisladores de 1913”.
El 23 de octubre de 2019, a 44 años de la desaparición de su hijo y cuando doña Rosario Ibarra tenía 92 años, el Pleno del Senado de la República aprobó otorgarle la Medalla de Honor Belisario Domínguez, como un justo reconocimiento por su ardua labor como activista y defensora de los derechos humanos por más de cuatro décadas en favor de presos, desaparecidos y exiliados políticos, señala su perfil.
El Senado de la República reconoció en ella toda una vida dedicada a luchar para dar voz a los que no la tienen y exigir justicia por los que ya no pueden hacerlo. Dejo la medalla en custodial del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero todo eso no vale tanto como la vida de su hijo, quien desapareció y jamás volvió a saber de él.
Con información de Proceso