Francisco J. Rosado May
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Han sido casi 30 años desde que James Carville en 1992 popularizó la expresión “es la economía, estúpido” durante la campaña de Bill Clinton en Estados Unidos. Y sigue vigente.
Con la guerra en Ucrania debemos esperar un efecto negativo en México y nuestro estado. Las últimas predicciones de crecimiento para 2022 oscilan alrededor del 2.5% del Producto Interno Bruto; la OCDE estima 2.3, el FMI estima 2.8, Bank of America 1.5, BBVA estima 2.2. No tiene caso seguir.
La inflación cerró en 7.36% en 2021, según la gaceta de Hacienda. Expertos citados por el Financiero (01/02/22) pronostican el 7.27% para el 2022. Nada halagüeño.
En otras palabras, habrá poco recurso para financiar proyectos, para sostener el gobierno, y, si lo que queda no se usa adecuadamente, no hay transparencia ni combate a la corrupción, ni hay políticas y procedimientos para usar e invertir inteligentemente lo que sí se tiene, estaríamos condenados a muchos, pero muchos, años más de subdesarrollo para la gran mayoría de mexicanos. Y de nueva cuenta en medio de elecciones.
Para combatir la inseguridad y la contaminación, para mejorar la educación en todos los niveles, para asegurar producción de alimentos saludables con cuidado al medio, para ofrecer servicios de salud dignos, para crear mantener los empleos estables actuales y crear más, etc., se necesita inversión, mucha inversión. Pero también se necesita de personas en el gobierno bien capacitadas, que entiendan en forma clara la complejidad de la situación y, sobre todo, que desarrollen políticas y acciones innovadoras, que permitan salir del bache económico. Si esto es mucho pedir, ojalá no lo sea que al menos los que lleguen se capaciten y demuestren que pueden con los cargos.
Buena Economía para tiempos difíciles
Por ejemplo, no sería mala idea que lean el libro “Buena Economía para tiempos difíciles”. En busca de mejores soluciones a nuestros mayores problemas” escrito por los ganadores del Nobel de Economía 2019, Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo.
Los autores identifican los grandes problemas globales que inciden en el crecimiento económico de los países: populismo, racismo, descarbonización, redistribución de la renta, avance tecnológico, libre comercio, mala calidad educativa, problemas de nutrición, falta de apoyos para la innovación y el emprendimiento, entre otros.
Los autores presentan evidencia que demuestra que aquellos que piensan que ya no debe haber crecimiento económico, para lograr mejorar el desarrollo, están equivocados rotundamente. ¡El estancamiento en crecimiento no debe favorecerse! Proponen que países como México aprovechen el desarrollo tecnológico generado en otros países para impulsar su crecimiento. Proponen aprovechar la inmigración como lo hacen ya varios países y canalizar el crecimiento poblacional teniendo una mejor planificación del desarrollo. Asimismo, ante la eterna discusión de libre intercambio comercial o proteccionismo, se inclinan por lo primero después de presentar evidencias de que lo segundo nunca ha funcionado en país alguno.
Pero la mejor conclusión del libro es que una economía hecha de forma honesta y no al servicio de intereses personales o de grupo, es la que se necesita para mejorar nuestro desarrollo.
¿Estamos a tiempo?
¿Difícil de entender? No, solo necesitamos que ocupen los cargos en el gobierno, tanto de elección popular como de administración y gestión, las personas mejor preparadas. Los grados académicos no lo garantizan ni son sinónimo de inteligencia. ¿Estamos a tiempo? Solo falta confiar en la sabiduría del pueblo para elegir personas capaces de enfrentar los grandes retos que ya tenemos encima.