Por Manuel Enríquez
✓Códigos del origen del cubismo
✓¿Se inspiró en el arte africano o lo experimentaba desde antes?
I Parte
–Una ronda de vino blanco para todos…. –Aceptó ofrecer por su cuenta el pintor fauvista Maurice Vlaminck una tarde-noche en el Bistrot (“pequeño restaurante”) conocido como “Le Machine” de la provincia francesa de Bouguivel, muy cerca de París, a unos 20 kilómetros hacia el occidente. Era la primera década del siglo XX, antes de que apareciera el arte cubista.
¿Por qué el artista invitó a todos, qué tramaba..?
Vlaminck no estaba ebrio, sino todo lo contrario: estaba más consciente que nunca y que muchos en el mundo.
Sin embargo, en ese momento ni siquiera él imaginaba la enorme “bola de nieve” que empujaría poco después en el mundo del arte luego de chocar las copas en aquel Bistrot.
Compartió con todos el vino blanco porque Vlaminck había hecho un trato: acordó con el dueño del restaurante que, a cambio de eso, le daría la pequeña estatuilla de madera hecha por africanos y que tenía de adorno en “Le Machine”.
¿Quién iba a imaginar que esa estatuilla, en aquel entonces considerada una “baratija”, inspiraría – según los expertos- el surgimiento de una de las corrientes artísticas más impactantes del arte moderno: el cubismo.
Tan importante fue y es esa vanguardia que uno de los principales y primeros creadores y exponentes de la misma, Pablo Picasso, es considerado, hoy por hoy, como uno de los dos artistas plásticos del planeta (junto con Marcel Duchamp) más importantes del siglo XX afirmó Octavio Paz.
Pero no sólo fue la estatuilla africana lo que detonó su potencial, explican los conocedores, sino también habrían influido en Picasso, de modo determinante, las máscaras de Fang de Gabón cuando las vio en el taller de André Derain. Máscaras que Derain -también impulsor del “fauvismo”-, había comprado en 50 francos…. (como se ve, prácticamente no valían nada).
Al conocer la estatuilla negra Picasso fue determinante: decretó que el material arqueológico y etnográfico de África no sólo era eso, también poseía un enorme valor artístico.
Antes de Picasso, en consecuencia, ese material no era arte, no valía nada. Nadie en el mundo artístico le daba importancia. Eran sólo “salvajes” baratijas que sólo el alemán Leo Frobenius estaba estudiando a fondo y recolectando durante la primera y segunda décadas del siglo XX, cómo buen arqueólogo que era pero que también desempeñaba de vez en vez la función de espía.
Aquí el detalle es que, si bien es cierto que uno podría estar equivocado o caer en la exageración al decir que “nadie” le había dado valor artístico a la producción africana, lo que sí es un hecho es que nadie como Picasso había tenido el poder para consagrarla con gran “capital simbólico”. incluir a África en el mundo del arte, revela ese gran poder que desde entonces tenía.
Bastó con su declaración para que cambiara el destino de la interpretación sobre la civilización africana.
La incluyó en el mundo del arte y así nació como tal a principios del siglo XX.
Con forcep si se quiere, pero nació un “nuevo” arte para el mundo occidental.
Con una frase lo consagró:
“Es mejor que la Venus de Milo”, dictaminó.
Ahí, en ese momento, apenas a principios del siglo XX, entró al mundo del arte el arte negro.
¿Qué le vio Picasso a la estatuilla negra y a las máscaras de Fang de Gabón?
¿La abstración, la síntesis, la sencillez, la profundidad de la expresión, el trazo geométrico, un rompimiento del esquema artístico?
Con las máscaras de Fang de Gabón Picasso quedó fascinado.
Lo curioso del asunto es que éste descubrimiento del arte negro, a principios del siglo XX, aseguran los expertos, fue el resorte que detonó los impulsos de Pablo Picasso al embarazarlo de cubismo.
Veamos algunas de las bellezas africanas que, antes del cubismo, sólo se veían como referencia etnográfica y arqueológica:
Alma Barbosa Sánchez, en su libro “El poder de consagración en el campo del Arte Mexicano”, nos recuerda la anécdota de las primeras percepciones de las reliquias negras como arte.
El pintor Maurice Vlaminck frecuentaba el Le Machine en la población de Bougival y en una de sus visitas acordó con el dueño pagarle una ronda de vino blanco para los presentes a cambio de la estatuilla negra que tenía en su negocio por ahí de adorno.
Consumado el trato Vlaminck se la llevó a su casa. Días después, la cargo y la llevó con su amigo André Derain. Entró a su taller y la colocó en mero en medio del estudio. Ambos la observaron y Vlaminck expresó:
–¡Es casi tan bella como la Venus de milo!…¿No lo crees? –Cuestionó.
–Igual de bella —Respondió Derain.
–¿Qué tal si vamos con Picasso? –Propuso Maurice.
Al llegar con el maestro español, Picasso lo pensó unos momentos y sentenció:
–Es aún más bella.
A partir de entonces resplandece a nivel mundial el arte negro por diversos museos y galerías de prestigio. Se expone en el Museo de Etnografía de Trocadéro y luego la galería 291 en la 5ª Avenida de New York lo promueve en toda América.
Con sus visitas al Museo de Trocadéro, la inspiración divina parece haber depositado su semilla en Picasso, dónde florecería pronto con las primeras manifestaciones del cubismo en la famosa pintura de “Las señoritas de la calle de Avinyó”, en 1907.
Pero la cosa no queda ahí. Estudios recientes hablan de que los códigos del cubismo, ya los venía manifestando mucho antes Picasso y esto es lo que trataremos en la II Parte.