Por Alejandro Querejeta
Sucede que la infancia es la época en que el hombre se detiene más en los detalles. Cuando los poetas recuerdan la infancia, en sus textos afloran de inmediato los detalles: el patio soleado, el mar que se oye en el tronar de un caracol, la partida de los padres, el abrazo de los abuelos, los ciclones…
Agustín Labrada es un poeta que en casi todo lo que escribe la niñez se deja ver con su magia, su sólo aparente irrealidad, porque muchas de las imágenes que dibuja constituyen símbolos de sus relaciones filiales, de sus impresiones del paisaje, de lo que para él representaba el mundo de aquellos primeros años.
Miles de acontecimientos y cosas, que en otras edades pasan inadvertidos, aquí se detienen. Hay una imagen particularmente curiosa en uno de los poemas de Labrada, la de un caballo en una desenfrenada carrera, con una libertad y elegancia asombrosas. Sólo en los ojos de un niño pudo salvarse.
Labrada escribe una poesía que se ocupa de indagar cada vez más en la infancia, pero sin soslayar problema alguno, por doloroso que sea. “Vientos que dejaron sus cenizas” es un poema que se inscribe en esta línea. Son versos fuertes, de corte autobiográfico, que nos inducen a la reflexión.
Alejandro Querejeta (Holguín, Cuba, 1947). Destacado catedrático, periodista y escritor. Fungió como docente en la Universidad de San Francisco de Quito y subdirector del periódico ecuatoriano La Hora. Figuran entre sus libros Los términos de la tierra, Arena negra, Cuaderno griego, Crónicas infieles, Cartas interrumpidas…Actualmente, vive en Estados Unidos.
Selección de poemas del libro de Agustín Labrada La soledad se hizo relámpago.
PATIO
El patio era una sorpresa.
Nos levantábamos con el sol
a cazar los colores
mariposas
y en ellos la inocencia.
Nuestras naves surcaban imaginarios mares
que poseían pájaros del verano.
Luego surgió un Ulises y una Penélope
y aparecieron los troyanos del barrio
armados con viejas tablas.
Así fuimos cómplices
de muchas batallas
de tantas emboscadas a la luna
hasta el último guerrero.
VIENTOS QUE DEJARON SUS CENIZAS
Los vientos dejaron sus cenizas
entre las ramas del ciruelo
un leve otoño descendió
mientras oíamos cruzar viejos navíos
por el océano de un caracol.
La tierra se hizo inmensa
a la llegada de noviembre
y en la mirada de los perros
conocimos presagios de ciclones.
Un frío antiguo
nos dejó mi padre en la ventana
graznidos a medianoche
confundían el laberinto
de una historia
grabada en sus espaldas.
Mi abuela abrió sus brazos
su amor (único arroyo)
compartiendo la humilde ronda
aunque afuera girase la tormenta.
QUERÍAMOS UN REFUGIO UNA HOGUERA
Queríamos un refugio una hoguera
el atardecer
habitado de colibríes
y la tranquilidad de los manantiales.
Queríamos el maíz y los cerezos.
Pronunciamos el idioma del sol
en la época
soñada
del vino.
Del abismo regresó la abuela
y tibios panes
alegraron la fiesta de la mesa.
Pero el rancho visitado por los demonios
se incendió
las avispas
huyeron del verano
dejándonos el susto de las bestias…
Perdimos los frutos
el sendero que nos conducía al pozo
el escondite de las garzas…
Nadie impidió
la furia del diluvio
y no hubo barcas
ni delfines.
SIMPLE COMO LA FLOR DEL ROBLE
Aún desnudo los espejismos
de la infancia
lejanas constelaciones
dibujo de los amigos
descalzos entre las orquídeas.
Llovía
y la casa era (blanca)
extenso paraíso
al que no bajaron
los ángeles.
La familia abandonó la flauta
y quedó ciega
imagen borrosa
en el traspatio.
Yo seguí danzando entre las trenzas
de la abuela
con la esperanza de una luz
simple como la flor del roble.
EN LOS ESPEJOS
Mi madre nace en los espejos
los objetos hábilmente puebla
y deshace
las fábulas
de la lluvia.
Mi madre busca la calle que no existió
la inmensa calle del tiempo
donde somos tímidos animales.
Si la casa es rondada
por fantasmas
su canto dibuja siluetas
luces
que quiebran
la incertidumbre.
Mi madre traza nostalgias y límites
habla de antiguas paredes asustadas
y navega lentamente en la ternura.
OCÉANOS
Necesito unas palomas
la brisa de los bosques
hoy que las golondrinas se llevaron el pan
y el hogar sigue desierto y mudo.
Mejor no pienso en los espectros familiares
me nombro marinero
pero ignoro la ruta de los relámpagos
y el azuloso
país
de las cascadas.
Mañana partirán los emigrantes
hacia la alucinación de la distancia
mientras quedo
con esta edad de océanos
y el temblor de los símbolos…
CAMINATA
Vamos atravesando nubes y flores
con la certidumbre de encontrar
otra añoranza en el paisaje.
Pasa un caballo a trote
por el claro mapa de la pradera
cruza el río en un salto
de leyenda
siente la libertad de la intemperie
y su relincho vaga entre las hojas.
Alguien
se adelanta
con los pájaros
llevándose la tarde en la carrera.
Sobre el lomo de las yagrumas
cae una mansa llovizna
todos caminan y nosotros
confiamos los secretos a la hierba.
¿NO OYES EL VIOLÍN?
¿oye alguien mi canción?
José Lezama Lima
Tengo miedo
mis manos son demasiado pequeñas
y no alcanzan la ventana que da al cielo.
Mi madre pasa y vuelve a pasar y no me ve
hay una telaraña entre sus ojos y los míos.
Ella quiere que la casa se pueble de otros ecos
cuentos alegres
a la sombra feliz de la ignorancia
y no me ve
y no me ve
y no me ve.
¿No oyes el violín?
¿No oyes el violín?
Estos son mis buenos vecinos
jueces absurdos como el crimen
que ignoré en mis juegos
y en mis bailes ruidosos.
Esos adultos
dueños de una ética alucinante y antigua
pretenden rodearnos de fronteras
y no ven las luces violentas de mi tiempo.
¿No oyes el violín?
¿No oyes el violín?
Casi todo nos falta
la pobreza es un perro triste
no adornes con cal lo humilde que somos
diles que mi padre
nos dejó en la estación de la sequía
que crezco como puedo
y me enamoro de las estudiantes.
A él dile que no quiero sus monedas
ya aprendimos a sacar pan como los magos.
¿No oyes el violín?
¿No oyes el violín?
Nunca me dijeron: la ciudad
engaña tan bien como una puta fina
un adolescente se pierde
y puede ser devorado por los lobos
hay decadentes
matan con su apetito la alegría
trafican tu suerte
sin que respires
sin que digas nada
hasta ahogarte con sus propios derrumbes.
¿No oyes el violín?
¿No oyes el violín?
Qué difícil hallar
el llano transparente de la humanidad.